El cielu por asaltu

Recuperar la dignidá, recuperar la llucha. Documentos pa la hestoria del movimientu obreru y la clase obrera n'Asturies.

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domingo, julio 29, 2007

Los orígenes de la Corriente de Izquierda de CCOO

2. LA CORRIENTE DE IZQUIERDA DE CCOO

2.1 Los orígenes de la Corriente de Izquierda de CCOO


Las Comisiones Obreras constituyeron una respuesta original del movimiento obrero a las difíciles condiciones en que se desarrollaba la lucha de clases bajo la dictadura franquista. En una situación frente a la que las centrales sindicales históricas habían mostrado su escasa eficacia, nace desde la base una fórmula organizativa flexible y de carácter unitario que irá progresivamente evolucionando desde las primeras comisiones de empresa –creadas de forma espontánea con motivo de un conflicto concreto y disueltas a continuación– hasta su conversión en organismos estables y su coordinación a nivel provincial y posteriormente estatal. Se trata de un movimiento plural y unitario en el que participan diversas tendencias, principalmente de procedencia cristiana y comunista. No obstante, el PCE alcanzará pronto una preponderancia –más acentuada en los niveles de dirección o coordinadoras– producto de su mejor organización y mayor implantación dentro del precario panorama de las fuerzas de oposición a la dictadura. Junto a ese predominio del PCE, coexisten dentro de CCOO tendencias de carácter minoritario ligadas a otras organizaciones de izquierda, que en determinadas áreas llegan a alcanzar una considerable implantación. Es el caso de FOC y OCE-Bandera Roja en Barcelona, de MC, LC y LCR en Euzkadi y de ORT en Navarra(1).

En los albores de la Transición Democrática, coincidiendo con el intenso debate interno que se está produciendo en CCOO, se plantea la cuestión del reconocimiento de las tendencias y su funcionamiento como corrientes organizadas dentro del sindicato. Surgen en este periodo, en abierta divergencia con las posiciones mayoritarias sustentadas por el PCE, varias corrientes internas: la Minoritaria, promovida por ORT y PTE, que a raíz de la Asamblea de Barcelona optará rápidamente por la escisión, dando lugar a la creación del SU y la CSUT. La Corriente Unitaria, impulsada por MC y LCR y cuyo núcleo más fuerte se encuentra en Euzkadi, donde llega a representar en torno al 50% de la organización, y la Corriente de Clase, creada por OCE-BR y con presencia en Cataluña. Pero la postura de la dirección es contraria al reconocimiento de las corrientes organizadas, basándose en que ello supone la traslación al movimiento sindical de problemas y diferencias que deben ser debatidas fuera de CCOO y representa una amenaza para la independencia del sindicato. «Actuar como organización dentro de CCOO no se puede consentir», escribe en diciembre de 1976 Julián Ariza(2). No obstante, La Corriente Unitaria funcionará de hecho durante algún tiempo, sin que ello de lugar a la aplicación de sanciones.

El reconocimiento de las corrientes internas organizadas se producirá finalmente en 1980, con motivo de la integración de la Corriente Socialista Autogestionaria procedente de USO, para lo cual el II Congreso Confederal aprobará una modificación de los estatutos. Aunque se mantienen ciertas restricciones para su funcionamiento, el texto aprobado proclama el derecho de todo afiliado a «la plena libertad de expresión, la manifestación de eventuales discrepancias sobre las decisiones tomadas y el respeto a sus opiniones políticas y religiosas. Podrán existir en el interior de la Confederación corrientes sindicales, con plena capacidad de expresión pública, escrita, etc., durante la fase de debate...»(3). Paradójicamente esta resolución coincide con el comienzo de una serie de sanciones cuyo resultado será la exclusión de la Corriente de Izquierda, que durante los últimos años había venido funcionando en el seno de CCOO de Asturias.

El año 1976 está presidido por un doble debate en el que se centra la atención del movimiento obrero: por un lado la alternativa de reforma o ruptura como vía de salida a la dictadura y por otro la cuestión de la unidad sindical, que en CCOO se superpone con las discusiones en torno a la transformación en sindicato de lo que hasta entonces había sido un movimiento sociopolítico. La forma en que se resuelven estos temas provocará diversas líneas de fractura que se manifiestan de modo particularmente claro en CCOO.

La salida alcanzada para la crisis política de la dictadura –una forma pactada– representó para muchos sindicalistas una decepción. La insatisfacción respecto al modelo de transición seguido sería un sentimiento generalizado, aún cuando en la mayoría de los casos no se tradujera en un apoyo efectivo a planteamientos alternativos. R. Fishman cifra en un 53% la proporción de activistas sindicales de CCOO que consideran que se perdió una oportunidad histórica(4), opinión que se correspondería con un deseo de haber incrementado la presión de las movilizaciones con el fin de forzar la ruptura. La línea adoptada por la dirección del sindicato genera así un malestar bastante extendido entre los militantes. Las críticas realizadas en este sentido desde la izquierda insisten en la responsabilidad del PCE, al optar por una estrategia de moderación que habría impuesto a CCOO, donde era hegemónico, conteniendo las movilizaciones dentro de unos límites compatibles con los acuerdos políticos con fuerzas burguesas.

A su vez, el debate en torno a la unidad sindical y la transformación de CCOO en sindicato dio lugar a la escisión de los militantes del PTE y la ORT y a la gestación de corrientes internas promovidas por otras fuerzas que defienden el mantenimiento de un modelo sindical alejado del de los sindicatos tradicionales y que preserve la originalidad de CCOO como movimiento sociopolítico.

La aceptación de los Pactos de la Moncloa, e incluso su entusiasta defensa por parte de la dirección de CCOO, supondrá un nuevo punto de fricción entre la política oficial del sindicato y los deseos de importantes sectores de militantes y cuadros partidarios de responder a la crisis con más movilizaciones y combatividad, en lugar de la línea de moderación imperante(5).

Paralelamente se están formulando dentro del sindicato críticas respecto a cuestiones de funcionamiento interno: restricciones a la participación de las bases, abandono de las prácticas asamblearias, recortes a la democracia interna, subordinación a los intereses del PCE...

Este conjunto de problemas, que están generando un descontento ante la evolución experimentada por CCOO, tanto en lo relativo a su estrategia sindical de moderación como a los aspectos organizativos, cristalizará en Gijón en la constitución de un frente de oposición a la línea oficial del sindicato que se denominará a si mismo «Corriente de Izquierda de CCOO», y que será capaz de desplazar de la dirección de la Unión Comarcal a la tendencia pro-PCE, ocupando los órganos a nivel local. Gijón presenta una configuración especialmente favorable para el desarrollo en el seno de CCOO de una corriente crítica que cobrará rápidamente una fuerza que carece de correspondencia en el resto de Asturias. Se da, por una parte, una mayor pluralidad en el terreno de la izquierda, que se manifiesta en la presencia de una serie de grupos políticos minoritarios pero que en su conjunto representan una fuerza nada despreciable. También CCOO ofrece una composición interna más plural, con la expresión en su seno de una mayor diversidad de posiciones, incluyendo la existencia de un grupo de independientes al margen de cualquier militancia de partido pero con un considerable peso dentro del sindicato. A estos dos rasgos diferenciadores se añadirá posteriormente un colectivo de disidentes del PCE entre los que se encuentran militantes de gran prestigio dentro del movimiento obrero.

Diversos partidos de la izquierda extraparlamentaria cuentan en Gijón con una implantación que les permite alcanzar cierta incidencia dentro del movimiento obrero. La escisión sufrida por CCOO a fines de 1976, protagonizada por los militantes de PTE y ORT, tuvo en Asturias un escaso relieve. Dentro de esa reducida entidad de ambas organizaciones, el PTE es quien tiene mayor presencia en Gijón, mientras la ORT es más fuerte en otras zonas como Avilés y el Nalón. De los partidos que siguen operando dentro de CCOO, el PCE (VIII-IX) es uno de los más numerosos. Aunque tenderá a votar conjuntamente con la CI, carece de una estrategia política y sindical propia. Son, en este sentido, residuales y su diferencia respecto al PCE parece reducirse a la defensa de un prosovietismo a ultranza. Sus figuras más conocidas son Pedro Sanjurjo (en Gijón) y Sión (en Duro-Felguera de Langreo). OCE-Bandera Roja es también bastante numerosa en Gijón. A nivel estatal impulsa la «Corriente de Clase», defendiendo posiciones radicales hasta 1979, en que realiza una autocrítica que llevará a un giro moderado, dando lugar a una escisión que les hace perder gran parte de su fuerza y los aproxima al PCE. En Gijón participan en la formación y desarrollo inicial de la CI y juegan, hasta esa fecha, un papel destacado. Tienen en Emilio M. Morala a su figura más activa. El MCA, muy implantado en el movimiento ciudadano, en el trabajo con la juventud, los barrios y las asociaciones de vecinos, tiene, sin embargo, poca fuerza en el movimiento obrero. Sus posiciones teóricas y sus propuestas coinciden en buena medida con las del núcleo que gesta la CI, pero las coincidencias se quiebran en la práctica, donde el MC tiende a encontrarse aislado al carecer sus militantes de capacidad para dirigir o desencadenar las luchas y las acciones en sus propias empresas. Su líder más destacado en el ámbito sindical es Claudio Hermosilla. La LCR es más activa y está más implantada en el movimiento obrero. Su táctica del «entrismo» la lleva a tener militantes tanto en CCOO como en UGT e incluso en USO. Alguno de sus exponentes más relevantes siguen una línea poco ortodoxa dentro de su propio partido (es el caso de Ana Carpintero, dirigente del Textil de CCOO). Hasta la unificación de LCR y LC, esta organización cuenta con una destacada presencia en astilleros (Oscar Tuñón, dirigente del Metal de UGT, es militante de LC). El resto de los partidos de la izquierda radical (PCTA, PCOE, PCEU, OIC, PCEm-l...) están mínimamente representados en el movimiento obrero gijonés y su participación en el nacimiento de la CI es mucho menos relevante(6).

Respecto a la Corriente Unitaria (promovida a nivel estatal por MC y LCR), su presencia efectiva se reduce a la función de «conciencia crítica» de CCOO a través de la prensa de partido y al planteamiento de ponencias alternativas en los congresos, pero es escasamente relevante en el desarrollo de una acción sindical concreta. La CI, que acabará por suplantar su papel al demostrar una mayor fuerza, coordina con ella sus planteamientos y actúan de forma conjunta ante la celebración de congresos, dado que existe una gran proximidad en cuanto a las posiciones teóricas, las críticas a la dirección y la común oposición al PCE. Las divergencias se establecen en el terreno de la práctica sindical en los centros de trabajo. A diferencia de la Corriente Unitaria, que resulta más una plataforma promovida por determinadas organizaciones políticas, la CI cuenta con una sólida implantación en las fábricas y lleva a la práctica los postulados teóricos dirigiendo luchas concretas (Duro-Felguera, Talleres de Moreda, Industrial Alonso) aspecto éste que marca la principal diferencia entre ambas corrientes.

Junto a la presencia, en una medida ciertamente significativa aunque minoritaria, de partidos políticos del ámbito de la izquierda revolucionaria o radical, un factor decisivo en el origen y desarrollo de la CI es el del destacado papel que juegan un grupo considerablemente numeroso, activo e influyente de independientes que desarrollan su actividad en CCOO. Este es además un rasgo peculiar, específicamente gijonés. Buena parte de estos «independientes», sin militancia partidaria alguna, se mueven en torno al Grupo Asturias, un foro de discusión y debate que despliega durante algún tiempo una actividad política y sindical desde posiciones críticas. Su importancia viene dada tanto por su número como por contar con sindicalistas muy destacados y de considerable prestigio (Luis Felipe Capellín, J. Antonio García Casal «Piti», José Pérez Miranda «Pichi») además de algunas figuras no pertenecientes al movimiento obrero (como el economista José Agüera) o procedentes de otras zonas (Paco F. Corte)(7). Caso aparte es el de Juan Manuel Martínez Morala, persona clave de la CI de CCOO tanto por la actividad que despliega como por su prestigio dentro del movimiento obrero gijonés (en especial en los sectores de astilleros y pequeños talleres del Metal), lo que le proporciona una considerable capacidad de liderazgo. Morala, que no pertenece tampoco al Grupo Asturias, participa desde el primer momento en las reuniones del embrión de la futura CI y es autor, junto a Carlos Abella, de la redacción del primer comunicado hecho público por la Corriente.

La presencia en CCOO de Gijón de un sector numeroso de independientes y militantes de partidos no afines al PCE es un fenómeno que data de los años finales de la dictadura. En los inicios de la década de los 70, CCOO era en Gijón, desde el punto de vista orgánico, una realidad bastante limitada sobre la que el PCE ejercía un completo control, dado su carácter aplastantemente mayoritario en términos de militancia. MC, LCR, BR, etc., tenían una presencia muy marginal y los independientes sin partido eran muy pocos. Pero ésta es una situación que va cambiando. Recogiendo una realidad que viene marcada por un mayor empuje del movimiento obrero y por la creciente presencia de personas ligadas a la izquierda radical que desarrollan un trabajo sindical, creando comisiones y reclamando su integración en la Coordinadora (copada hasta entonces por el PCE), CCOO comienza a transformarse en su composición interna. Hacia 1973-74 en el seno de las propias CCOO se plantea un debate sobre la necesidad de abrirse a esta nueva realidad, abandonando el modelo hasta entonces mantenido por considerar que ha entrado en crisis. Determinados dirigentes de CCOO defienden la necesidad de extenderse a nuevos sectores, recomponer la estructura organizativa y dar cabida a personas ajenas al PCE en las coordinadoras. Este debate se plantea precisamente desde Gijón, pues el otro gran pilar de CCOO en Asturias –la minería– ofrece una configuración menos plural. Entre los años 1974 y 75 se produce la incorporación de nuevos elementos no pertenecientes al PCE a las coordinadoras (Capellín, Morala, Hermosilla). Este hecho coincide con un ascenso en la conflictividad y en la capacidad de movilización. El 3 y 4 de febrero de 1975 se realizan jornadas de lucha promovidas por CCOO y convocadas a fecha fija, en lugar de surgir, como pudo ocurrir en ocasiones anteriores, a partir de la extensión de un conflicto. Las jornadas suponen un éxito considerable y dan lugar a un importante reforzamiento de lo que era CCOO en Gijón. Este resurgimiento y el funcionamiento en coordinadoras abiertas propician una pluralización de CCOO que rompe con la situación preexistente y da cabida a personas ajenas al PCE(8).

El tercer componente básico de la CI de CCOO está integrado por un núcleo de disidentes del PCE que mantienen posiciones críticas respecto a su partido y cada vez más próximas a las de la CI hasta su definitiva convergencia. El origen de las discrepancias de este sector de militantes del PCE se sitúa principalmente en la actitud hacia la Unión Soviética, en el abandono de lo que se consideran principios básicos del marxismo-leninismo y en la situación interna del partido. Todavía en la clandestinidad, un grupo de militantes comienza a reunirse, planteando críticas en este sentido. Como consecuencia se producen varias expulsiones (Mario Huerta, Artemio García), mientras en el caso de Luis Redondo, persona clave en el PCE y en CCOO de Gijón durante la clandestinidad y con un indudable prestigio dentro del movimiento obrero, el partido trabaja activamente para impedir que ocupe ningún cargo de responsabilidad. Esta especie de veto tácito se pone de manifiesto en la Asamblea de Roces, en la que debían de ser elegidos los delegados a enviar a la Asamblea General de CCOO celebrada en Barcelona en julio de 1976. Luis Redondo no figura entre los candidatos propuestos en la lista oficial y su presencia será impuesta por la asamblea(9).

Las tensiones internas dentro del PC asturiano estallarán finalmente en marzo de 1978 durante el transcurso de la III Conferencia Regional celebrada en Perlora, donde se desencadena una grave crisis cuyas repercusiones desbordarán el marco del partido y tendrán una importancia decisiva en el curso que han de seguir los acontecimientos en el seno de CCOO. Las diferencias, centradas en los temas de la democracia interna y la cuestión del abandono del leninismo, se superponen a rivalidades personales dentro del CC del PCA que han conducido a un notable deterioro de la relación humana y, en la primera jornada, más de un centenar de delegados abandonan la conferencia, en desacuerdo con la actuación del sector oficial, «carrillista», encabezado por Horacio Fernández Inguanzo y por Gerardo Iglesias, que resulta elegido secretario general(10).

Entre los disidentes, que mayoritariamente abandonarán el partido o serán expulsados, se encuentran importantes figuras del comunismo asturiano: Tini Areces, J. R. Herrero Merediz, J. Troteaga, D. Palacio, L. Redondo... Los núcleos principales de la disidencia se encuentran en Oviedo y Gijón y, en menor medida, en el Nalón y Grado. En general, el sector oficial contó con el respaldo de la base obrera del partido, mientras el grueso de los críticos está compuesto por intelectuales, profesionales y capas intermedias. Sin embargo, en Gijón la mayoría de los delegados que abandonan Perlora y rompen con la disciplina del PCA está formada por cuadros obreros. Junto al componente intelectual representado por personas como V. A. Areces (profesor), Herrero Merediz (abogado) o C. Dago (sociólogo) se produce la salida de un grupo importante de militantes procedentes del movimiento obrero de los que L. Redondo es, sin duda, la figura principal pero entre los que se encuentran personas como Santos Torollo, Rosillo, Mier, Jesús Aceves «Segoviano», J. Ramón Fernández «el Roxu» y otros. Estos elementos procedentes del PCE, que en la práctica venían sosteniendo posiciones cercanas a las de la CI, confluyen definitivamente con ésta, conformando un sector crítico más amplio que hará posible que la CI se convierta en mayoritaria dentro de CCOO de Gijón. A raíz de la crisis de Perlora queda, por tanto, definitivamente configurado y notablemente reforzado el conjunto de fuerzas que integran la CI, mientras que las posiciones del PCA en el seno de CCOO de Gijón se ven debilitadas tanto por activa (el grupo, no tan numeroso como significativo, que pasa a integrarse en la CI) como por pasiva (aquellos cuadros que simplemente abandonaban la militancia). La consecuencia será la pérdida por el PCA del control de los órganos de dirección de la Unión Comarcal(11).


NOTAS:

(1) Sobre las diversas tendencias dentro de CCOO durante la dictadura: José Antonio Díaz, Luchas internas en Comisiones Obreras. Barcelona 1964-1970. Ed. Bruguera, Barcelona, 1977. Jerónimo Hernández, «Aproximación a la historia de las Comisiones Obreras y de las tendencias forjadas en su seno», Cuadernos de Ruedo Ibérico, nº 39/40, octubre 1972 – enero 1973, págs. 57-79. Javier Domínguez, La lucha obrera durante el franquismo en sus documentos clandestinos (1939-1975), Ed. Desclée de Brouwer, Bilbao, 1987, págs. 63-67 y 89-90. Pedro Ibarra Guell, El movimiento obrero en Vizcaya. 1967-1977), Universidad del País Vasco, 1987, págs. 285-314.
(2) Julián Ariza, La Confederación Sindical de Comisiones Obreras, ED. Avance, Madrid, 1977, pág. 62.
(3) Gaceta Sindical, Órgano de la C. S. de CCOO, nº 11, abril, 1981, pág.47.
(4) R. Fishman, Op. cit., págs. 87-88.
(5) R. Fishman, Op. cit., pág. 96.
(6) La información relativa a la presencia de los partidos de la izquierda revolucionaria en Gijón procede fundamentalmente de conversaciones con Juan Manuel Martínez Morala. 19-VII-88 y 22-IV-89.
(7) Conversaciones con J. M. M. Morala, 22-IV-89 y José Pérez Miranda «Pichi», 28-VII-89, y documentación sobre la actividad del Grupo Asturias facilitada por éste.
(8) Sobre CCOO en Gijón en los años 70 y su evolución interna, conversaciones con Francisco Javier Suárez, 4-IV-89, Francisco Prado Alberdi, 20-IV-89: Luis Redondo, 3-V-89 y J. M. M. Morala, 29-IV-89.
(9) Conversaciones con L. Redondo, 3-V-89 y J. M. M. Morala, 29-IV-89.
(10) Sobre la «crisis de Perlora»: Pedro Vega y Peru Erroteta, Los herejes del PCE, Ed. Planeta, Barcelona, 1982, págs. 177-179. «La crisis del Partido Comunista en Asturias: documentos», El Basilisco, nº 6., enero-abril, 1979, págs. 27-72. PCA, III Conferencia Regional de Asturias del PCE, 1978, 40 págs. La Nueva España, 25 y 26-III-78; La Voz de Asturias, 26-III-78 y en general cualquier diario regional entre el 15-III y el 10-IV-78.
(11) Sobre las repercusiones en CCOO de la «crisis de Perlora», conversaciones con L. Redondo, 3-V-89, F. Prado Alberdi, 21-IV-89; J. M. M. Morala, 29-IV-89 y José Mª Carballido, 17-IV-89.


Publicado por extractos en: PÁSal@.
Fuente: CSI (Sección Sindical de la Universidad de Oviedo).

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La Corriente Sindical de Izquierda, un sindicalismo de movilización

El estudio monográfico de un fenómeno localizado y minoritario como la Corriente Sindical de Izquierda -un sindicato radical afincado casi exclusivamente en Gijón- representa al mismo tiempo una contribución al conocimiento de las bases sociales del radicalismo en el movimiento obrero y de sus alternativas estratégicas y organizativas. Puesto que radicalismo y moderación constituyen a su vez dos caras de una misma moneda, una organización de estas características se erige además en contrafigura de las grandes centrales, permitiendo una mejor comprensión de las mismas al poner de manifiesto, desde una perspectiva inusual, tanto lo que éstas son cuanto lo que no son.

En el caso de la CSI, cuya gestación y lo esencial de su configuración se producen como corriente crítica en el seno de un gran sindicato (CCOO), el exámen de las circunstancias que rodean este proceso y de los términos en que se plantea un debate en el que se produce la confrontación de modelos contrapuestos permite arrojar cierta luz sobre un aspecto sustancial de la actual realidad sociopolítica española: la configuración adquirida por el movimiento sindical.

Por otra parte, la CSI ha venido desarrollando su actividad durante más de una década en un contexto como el gijonés, caracterizado por la gravedad de una crisis industrial que ha generado una intensa conflictividad social en la que la Corriente ha alcanzado un protagonismo que supera ampliamente lo que cabría esperar en función de su tamaño, erigiéndose en un actor destacado de la vida local, hasta el punto de que podría afirmarse que su presencia constituye un rasgo distintivo que ha marcado con su impronta el movimiento obrero gijonés de los años 80.


Rubén Vega García

LA CORRIENTE SINDICAL DE IZQUIERDA, UN SINDICALISMO DE MOVILIZACIÓN

Ediciones de la Torre. Gijón, 1991.


ÍNDICE


- Glosario de siglas empleadas
- Prólogo de José M. Agüera Sirgo
- Prefacio

1. LOS MARCOS DE REFERENCIA
1.1 La lucha sindical
1.2 Los sindicatos frente a la crisis económica
1.3 El sindicalismo en la transición económica

2. LA CORRIENTE DE IZQUIERDA DE CCOO
2.1 Los orígenes de la Corriente de Izquierda de CCOO
2.2 El período de formación de la Corriente de Izquierda
2.3 La huelga del Metal de 1979
2.4 La Candidatura Gijonesa por un Ayuntamiento Popular
2.5 La lucha sindical en Duro-Felguera. La huelga de Censa
2.6 La escalada de sanciones: I. La suspensión de la sección sindical de CCOO de Duro-Felguera
2.7 La escalada de sanciones: II. La expulsión de Morala
2.8 La escalada de sanciones: III. La disolución de la sección sindical de Duro-Felguera
2.9 La consumación de la ruptura: El cese de la dirección comarcal de Gijón

3. LA CORRIENTE SINDICAL DE IZQUIERDA
3.1 El nacimiento de la Corriente Sindical de Izquierda
3.2 Las relaciones CSI-CCOO
3.3 Las movilizaciones contra la crisis
3.4 El modelo sindical de la CSI

4. UNA HIPÓTESIS SOBRE EL FENÓMENO DE LA CSI Y SU ARRAIGO ENTRE LA CLASE OBRERA GIJONESA

- Cronología

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miércoles, julio 25, 2007

Peticiones de ingreso en el Partido Comunista

Luis Flórez y González, identificado con las teorías y la táctica del partido Comunista, solicita el ingreso en el mismo.

Por temperamento, por educación y por convicción luego estuve siempre entre los hombres de izquierda, ya que a los 15 años de edad (año 1901) actué en el partido Federal. Por mi ingreso en la Academia de Artillería dejé de actuar en política, pero mis convicciones eran tan conocidas que siendo teniente en el año 17 el Coronel Ruano no quiso que estuviese de guardia como único oficial y me puso un compañero al lado.

De mi actuación en los últimos tiempos de la monarquía, en que volví a la política activa como uno de los fundadores del partido R. Socialista, puedo afirmar que cuando se disolvió el Cuerpo de Artillería fui de los no readmitidos, he sido condenado a prisión y a destierro y he actuado constantemente como hombre de izquierdas.

Ayudante de Azaña cuando era Ministro de la Guerra intenté llevar las reformas lo más a la izquierda posible.

A consecuencia de todo lo anterior y de que durante los sucesos de Octubre del 34 no salió ni un solo tiro del Parque Divisionario de Artillería que yo mandaba, fui destituido de él y enviado a Cádiz con aviso de que se me vigilase, lo que así se hizo.

Si estuviésemos en Madrid podría ser avalado por muchos excelentes comunistas. En Asturias es más difícil para mí encontrar quien me conozca de antiguo.


Gijón 10 de diciembre de 1936

Luis Flórez



Luz Fernández Berbiela de Flórez convencida de que las doctrinas y la táctica del partido Comunista son las mejores y las que más se adaptan a mi ideología solicito el ingreso en él.

Durante los últimos años de la Monarquía trabajé para el advenimiento de la República como agente de enlace entre las provincias de Valladolid, Segovia y Madrid.

A causa de estas actividades se hizo un registro en mi casa buscando mi correspondencia; pero resultó infructuoso, pues yo había llevado todos los documentos fuera de mi domicilio.

Militante en el Partido R. Socialista y después en I. Republicana, resultado de la fusión de aquél con Unión Republicana y O.R.G.A. hice siempre cuanto pude para que triunfase su ala izquierda.

Durante los períodos electorales de los años 31, 33 y 36 actué en mítines de propaganda y conferencias, en unión de compañeras de los Partidos Marxistas, en Madrid, en sus alrededores y en algunas provincias.


Gijón 10 de diciembre de 1936

Luz F. Berbiela de Flórez



FUENTE: Archivo Histórico Nacional, Sección Guerra Civil (Salamanca), Político-Social (Gijón), f. 88/12.


Publicado en: Los comunistas en Asturias (1920-1982), VVAA (Coordinador: Francisco Erice). Editorial Trea, Xixón, 1996.
Digitalización: El cielu por asaltu.

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domingo, julio 22, 2007

La primavera en que la clase obrera comenzó a levantarse

Hacia los años cincuenta y sesenta el régimen franquista comienza a sufrir cambios importantes en su estructura. La lucha de poder entre la Falange y los tecnócratas ligados al Opus Dei da como resultado un fortalecimiento de estos últimos que toman las riendas económicas. La necesidad de superación de la autarquía del capitalismo español para adaptarse al contexto internacional de la época le obligó, por una parte, a iniciar un proceso de apertura de relaciones con la Comunidad Económica Europea. A su vez, internamente se aplicó el Plan de Estabilización y medidas de racionalización (como el congelamiento de los salarios). El Régimen necesitaba salir de su aislamiento y minimizar de alguna forma la oposición internacional. Pero a su vez creaba las condiciones para su caída.

Las luchas obreras se habían recuperado produciéndose protestas aisladas sobre todo entre los mineros. Destacaban las huelgas de los años 1957-58 donde los trabajadores comenzaban a formular demandas salariales debido al fuerte impacto de la carestía de la vida sobre unos salarios que no alcanzaban. Hay que añadir la existencia del Sindicato Vertical que firmaba los convenios a espaldas de los trabajadores, y las mejoras conseguidas en los convenios del sector siderúrgico que rompieron el equilibrio entre diferentes sectores.

A principio de los sesenta existía entre la clase obrera española un sentimiento de furia hacia el régimen y sus instituciones que se venía acumulando durante décadas. La represión de los conflictos de la etapa anterior estaba grabada a fuego en la conciencia de los obreros y sus familias. En las cuencas mineras de Asturias esta situación se multiplicaba por mil. Franco había encabezado la represión salvaje contra los obreros revolucionarios en Octubre del 34 (“…recuerdo que cuando yo era comandante en Oviedo, fui a casi todas las cuencas para mantener el orden…”).

Se había acumulado tanto material inflamable en los cimientos de la sociedad que bastó una chispa para encender el fuego y que éste se extendiera por toda la geografía del estado.

En la primavera de 1962 estalla en el Pozo Nicolasa un pequeño conflicto sobre los cambios de horario que da como resultado sanciones a siete picadores. “A partir de ese momento, la solidaridad se convierte en el principal motor de la respuesta obrera, conduciendo a la huelga primero a los compañeros del propio pozo y de otros próximos para alcanzar seguidamente al conjunto de la empresa (incluida su factoría siderúrgica)…hasta afectar a toda la Cuenca del Caudal y saltar seguidamente a la del Nalón, La Camocha…así como el grueso de la industria gijonesa. Más de 40.000 mineros, varios miles de siderúrgicos y unos 15.000 trabajadores gijoneses de diversos sectores acaban tomando parte en los paros…que adquieren el carácter de una huelga general. La onda expansiva no se detiene, sin embargo, en Asturias, afectando a la práctica totalidad de las cuencas mineras del resto de España, a la industria vizcaína y guipuzcoana y a numerosas empresas más dispersas en otras 25 provincias” (Acerca de la trascendencia de un conflicto obrero. Rubén Vega García. “Las huelgas de 1962 en Asturias”).

Vuelven a resurgir con más fuerza las comisiones obreras que habían nacido como un germen en las luchas anteriores. Estas comisiones fueron creadas por un grupo reducido de mineros con diferentes ideologías en La Camocha en 1957. Poco a poco se convirtieron en organismos de clase flexibles y adaptables para la lucha clandestina que obligaba la situación. Correctamente desde el PCE se planteó participar activamente dentro de las comisiones, fortalecerlas y combinarlas con la lucha clandestina dentro del Sindicato Vertical. Así cuando llegamos a la huelga de abril en el 62, los obreros ligados al PCE se transforman en la dirección de la lucha, formulando las consignas para fortalecer el movimiento y extenderlo de una forma organizada. “¡ASTURIAS, SÍ!” se convirtió en grito de combate de la clase obrera española. Y los mineros asturianos en vanguardia del movimiento.

Los paros se fueron encadenando a lo largo de las semanas. Bastaba con que algún minero con autoridad parara a la entrada de la mina, un par de miradas a su alrededor y rápidamente el resto iniciaba la huelga. Muchas veces se colocaba maíz en la entrada de los pozos para avisar de la huelga e impedir la entrada de esquiroles (se les llamaba “gallinas”). Cuando se iniciaron las detenciones masivas de mineros, sus mujeres salieron a la calle desafiando a la Guardia Civil pidiendo solidaridad con los compañeros encarcelados que sumaban cientos esparcidos por varias provincias. Pronto este movimiento afectó a otras capas de la población. La “insurrección firmada” fue la respuesta de los pensadores, intelectuales, artistas y escritores por la falta de libertades del régimen.

Desde la prensa se atacaba a los huelguistas como delincuentes. “La última huelga asturiana carecía de las más elementales bases dialécticas. Era puro gamberrismo subversivo”. (La crisis del carbón en Asturias. ABC. 14-9-1962)

Para el régimen fue una dura prueba de fuego para la que no estaba preparado. Primero aplicó instintivamente la represión rutinaria y luego la represión más salvaje, incluidas las torturas. Pero dado el cambio de ambiente entre los trabajadores esto sólo conseguía ganar más adeptos a la causa obrera y extender el conflicto. Cualquier demanda de los obreros se convertía rápidamente en una demanda política ya que las huelgas estaban prohibidas. No es casualidad que incluso las mismas bases de la Iglesia (gran gendarme ideológico del franquismo y que llamaba al diálogo) se rompieran en líneas de clase con una participación alta de los miembros de las JOC en los conflictos.

Los sectores más inteligentes del Estado percibieron claramente este cambio profundo en las relaciones entre las clases y la necesidad de un cambio de estrategia. “La huelga es, mal que nos pese, una institución internacional y una conquista de los trabajadores. Desconocer esta realidad de su existencia es tan inútil como prohibir por decreto la aparición del sarampión. La única manera de controlar la huelga es la creación de condiciones sociales que la priven de argumentos, su legalización, en última instancia, encuadrándola en un marco de garantías y condiciones jurídicas…”. Así analizaba la situación Francisco Labadíe Otermín: un ex-gobernador civil, consejero del Movimiento y parte de la vieja guardia de la Falange.

Cuando se producen fuertes y profundos movimientos por debajo, hasta el régimen más fuerte se resquebraja. Las fisuras en el franquismo dividían a la clase dominante en un dilema: seguir con la represión o negociar con los huelguistas. En este contexto cualquier salida fortalecía inevitablemente al movimiento obrero que ya no tenía miedo de enfrentarse al monstruo y cada día que pasaba aumentaba la confianza en sus propias fuerzas. El hecho de que Franco enviara por primera vez a un representante del gobierno para negociar con los huelguistas representados en las comisiones obreras marca un punto de inflexión histórico. Por una parte dejaba al desnudo la debilidad del régimen y por otro el total desconocimiento del Sindicato Vertical como interlocutor de los trabajadores aumentando la autoridad de las comisiones obreras, y por consiguiente la influencia del PCE en amplias masas de la población.

Finalmente el régimen da concesiones importantes para frenar la huelga (que se extendió hasta el mes de mayo) como la prima salarial y modifica las leyes para incluir la negociación en los conflictos laborales. Que la prima salarial afecte a los trabajadores y empleados por igual es el detonante para nuevas huelgas en los meses de agosto y septiembre. Los empleados en su mayoría se habían posicionado con la patronal. Existía un profundo odio de clase desde los trabajadores a estos técnicos e ingenieros que los trataban despectivamente, los denunciaban y ahora se beneficiaban de su lucha. Estas huelgas se encontraron aisladas en parte porque el movimiento ya había llegado a su punto álgido y además porque gran parte de los mineros dirigentes estaban presos o deportados a otras zonas (no volvieron hasta pasado un año). En ese momento desde la dirección del PCE se lanzan las premisas necesarias para la nueva situación: “La creación de comisiones obreras unitarias de la Oposición sindical y el reforzamiento de las ya existentes, es una de las tareas más decisivas y urgentes. Estas comisiones deberán elaborar reivindicaciones en cada mina y empresa, organizando y dirigiendo la lucha por su consecución, y estableciendo entre ellas una coordinación de tipo local y provincial” (“A los trabajadores asturianos”. Comité Provincial del PCE).

La historia demostró una vez más que la clase obrera era capaz de dirigir la lucha anti-franquista con sus propios métodos. De un solo golpe contundente se abrieron las puertas de par en par preparando en los próximos años lo que sería el auge de la lucha de clases más importante que se viviría desde la Guerra Civil. La “Huelgona del 62” desencadenó las condiciones que llevaron a la caída de la dictadura fascista. Tuvo una repercusión a nivel estatal y también internacionalmente produciendo manifestaciones de masas en solidaridad con los trabajadores asturianos.

Para la nueva generación todos estos acontecimientos suenan a distancia. Los tiempos han cambiado. Gracias a la lucha infatigable de los trabajadores, mujeres y jóvenes contra el fascismo se consiguieron los derechos democráticos. Pero no se rompió con el sistema que sustentó al franquismo: el capitalismo. Es imprescindible estudiar y comprender lo que pasó en esa época no sólo desde el punto de vista histórico sino también sacar las conclusiones necesarias para la lucha actual contra un sistema opresor que, ahora bajo una cobertura “democrática”, nos impone bajos salarios, precariedad, viviendas inaccesibles, recorte de derechos, represión, futuro incierto, etc.

Bajo el capitalismo siempre existe la amenaza de perder nuevamente los derechos ganados por la lucha. Debemos participar activamente en la defensa de los derechos que se conquistaron en el pasado. Esto pasa por luchar día a día para mejorar nuestras condiciones de vida, organizándonos y preparando una lucha futura aún mayor: la revolución socialista.

Gijón. 29 de mayo de 2007.

Sergio García (Corriente Sindical de Izquierdas)

miércoles, julio 18, 2007

"Adelante" nº4, portavoz de la JCA (1971)

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domingo, julio 15, 2007

Entrevista a Rafael Rodríguez Valdés

El Fielatu faló con Rafael Rodriguez Valdés, l'autor de "LLingua Asturiana y Movimientu Obreru 1899-1937" primer estudiu d'esta temática y cartafueyu espublizáu pol Atenéu Obreru nos sos Cuadernos d'Hestoria.

Rafael Rodríguez Valdés (Uviéu, 1978) cursa quintu d’Historia na Universidá d’Uviéu y vien d’asoleyar “Llingua Asturiana y Movimientu Obreru. 1899-1937” na colección Folletos del Ateneo (Cuadernos de Historia) del Atenéu Obreru de Xixón lo que ye’l primer estudiu sobro la materia. El cuadernu que namái val cuatro euros merez dafechu la pena. Rafael Rodríguez, vecín del barriu uvieín de La Carisa tien yá della produición histórica en forma de comunicaciones a Congresos como “Unes notes sobre dellos autores y testos republicanos en llingua asturiana” nel I Congreso El Republicanismo en España y “Llingua Asturiana y movimiento obreru” nes XXIII Xornaes Internacionales d’Estudiu entamaes pola Academia de la Llingua Asturiana.


-¿Comu surde esti trabayu d’investigación?
Esti trabayu foi una propuesta que-y fixi al profesor Rubén Vega que yera’l d’impartime l’asinatura “Historia del Sindicalismo y el Movimiento Obrero”. Pa sorpresa de mio el profesor aceutó esti tema pal trabayu de clas y el resultáu, amás de la másima calificación na asinatura, foi que Rubén Vega unvió’l testu al Ateneu Obreru de Xixón que decidió la so espublización.

-¿Cuala ye la sitiuación xeneral de la llingua asturiana nel tramu oxetu d’estudiu (1899-1937)?
Respeuto al contestu xeneral llingüísticu correspuéndese colo qu’en sociollingüistica se conoz como diglosia sostenible.Una situación diglósica carauterízase pola desigualdá esistente nos usos de los idiomes. Nel nuestru casu el castellán funciona comu llingua “A” mentes que l’asturianu funciona comu llingua “B”. Ello implica que l’asturianu ta fuera de lo que podríemos denomar nivel institucional (escuela, presencia nos medios, ya eso), hai una marxinación estructural de los asturianofalantes.

-Esto ye lo mesmo que pasa agora ¿non?
Lo qu’estrema esti contestu diglósicu del que va dase bien nel Franquismu bien anguaño ye qu’a nivel priváu o informal l’asturianu tien un puxu (incluso podría dicise un valir) que va facer que seya l’idioma vehicular en situaciones non oficiales. Por exemplu anguaño hai un cambéu fondu de los usos llingüísticos. De mano fasta 1937 primeros años cuarenta hai una gran masa asturianofalante y fasta los primeros años venti los índices d’analfabetismu en castellán, son muncho altos. Anguañu produzse una rápida perda de falantes, día ente día y la influyencia de los medios de comunicación como la televisión, quiciabes la primer ferramienta de castellanización (quiciás más que la escuela, anque ye verdá qu’agora la formación educativa de la mocedá enanchóse, dura más). Otru cambéu ye que na dómina qu’estudio la xente nes sos converses emplega l’asturinau dalgo que ta perdiéndose, ye más en determinaos contestos los castellanofalantes veriánse obligaos a emplegar ciertu tipu d’asturianu.

-Ente 1899 y 1937 alcuéntreste dellos mitos alredor la llingua, ún, el perconocíu de venceyar l’idioma desclusivamente al campesináu ¿D’au vien?
Pel momentu y talo que pue lleese nel cuadernu, davezu los que rellacionen de mou sistemáticu Llingua Asturiana y campesináu suelen ser elementos castellano falantes que faín parte de la burguesía. El casu ye que tamién fui a recoyer dalgún testimoñu dientru’l movimientu obreru, por mor de la influyencia d’esos otros elementos. A la d’analizar esto hai que tener sentíu común, cuidao qu’estudios filolóxicos fechos nos años 50 del s.XX (pero tamién de los 70) amuesen l’asturianidá llingüística d’obreros mineros, siderúrxicos, ya eso). Pa detrás, nun pue cayenos embaxo lo perverso d’esi panteamientu en cuantes que neses mesmes dómines los más de los falantes de cualesquier idioma facíen parte del campesináu. Anque hai que siguir afondando nello ta claro qu’hai intereses de clase tres d’esti mitu.

-¿Qu’intereses son esos?
Hai que reparar que los más de los falantes d’asturianu yeren obreros, campesinos, pescaores,... y que mui pocos burgueses emplegaben l’asturianu. Ensin dulda nenguna el castellán funcionaba como autenticu marcador de clase y a ello hai qu’amestar la potencialidá de los idiomes pa ufrir cohexón a un grupu social. Ello desplica que se quixere rellacionar l’asturianu con un pasáu qu’habia que dexar p’atrás y torgar l’usu del asturianu con un aquel de conciencia de clas. Lo paradóxico ye que na minería, paradigma de la curtia industrialización asturiana, el rexistru profesional mineru va emplegar l’asturianu como idioma vehicular.

-¿Atopasti otros mitos más?
Si, ún d’ellos sedría’l de la supuesta incapacidá del idioma asturianu pa tratar delles cuestiones. Primero de nada hai que dexar claro que cualesquier idioma pue ser ferramienta de comunicación de cualquier tema y qu’en tou casu la incapacidá sedría del falante non de la llingua (y de tar nesi casu al falante siempres habría tiempu d’enseña-y). Como na otra entruga, ta claro qu’ello respuende a una cuestión de clase. El burgués vende lo que fai o lo que tien comu lo cimero y entós l’otro nun val, ye considerao inferior reproduciéndose de la mesma l’esquema clasista nel que s’estructura la sociedá.

-¿Cómo ye qu’hasta agora nengún hestoriador investigara´l papel de la Llingua Asturiana nes rellaciones sociales?
Convien non xeneralizar y había que mirar casu ente casu. D’uno, toi seguru que dellos hestoriadores nun traten esta cuestión porque empleguen una metodoloxía historiográfica na que nun entren esti tipu de cuestiones, la suerte que tenemos ye que son tendencies hestoriográfiques que tan dando les bocaes. D’otro hai dellos hestoriadores a los que-yos ciega la so idoloxía mesmo que la militancia política, cuando nun sentíu españolista cuando nun sentíu clasista, y de cuando en vez puen aparecer entemecíes entrambes cuestiones. Depués ye verdá que dalgún otru hestoriador oficial trata de mou sumariu cuestiones llingüistiques pero nunca nun son l’oxetu d’estudiu y p’acabar y n’honor a la verdá hai una parte (onde s’alcuentren persones de campos ideolóxicos muncho distintos) que si ta sollerte a estos temes.

-¿Ye la llingua asturiana la llingua de la clase obrera?
Pue dicise que la llingua asturiana ye una de les llingues de de la clas obrera asturiana. De fechu pue caltenese ensin problema dalu que los más de los obreros teníen l’asturianu comu primer llingua y amás d’esto que munchos d’ellos la calteníen comu vehículu de comunicación avezáu. Ehí ta l’amuesa sociollingüística fecha por Francisco Llera Ramo, espublizada pol Principáu d’Asturies en 1991, onde les tables de los encuestaos pue vese que los que fain parte de les clases populares y foron nacíos en 1910,1920 o 1930 teníen l’asturianu como primer llingua y comu idioma vehicular.

-¿Crees que cuando dende sectores de la izquierda desvinculen l’asturianu de la clas obrera ye pa tapecer la so pasividá na defensa de los drechos llingüisticos de les clases populares?
No que fai a esos sectores de la izquierda había qu’estremar de mano ente clas obrera y movimientu obreru, nun se pue facer una identificación mecánica. De cualesquier de les maneres ta claro que dirixentes comu Santiago Carrillo intentaron a lo fato ñegar lo evidente con esi envís que dices, pero otros nun llegaron a plantegase talo lo que fixeron foi asumir un discursu ideolóxicu costruyíu enriba mitos y prexuicios que nun tienen rigurosidá científica nenguna.

-¿Que presencia tien la llingua na prensa obrera?
Pa retrucar con una seguranza dafechu ye necesario llevar alantre un estudiu sistemáticu de les fontes escrites esistentes. Sicasí alcontré testos: poesíes vindicatives, diálogos políticos con una fin adoctrinadora, testos nos qu’hai presencia curtia,… Nun hai que s’engañar, la verdá ye que’l corpus testual ye pequeñu. L’idioma emplegáu pol movimientu obreru ye’l castellán sobremanera.

-Y na propaganda político ¿Camuda la situación?
La cuestión ye que na propaganda, onde tamién s’alcuentra la prensa obrera ,claro, esisten dos planos que son los que viemos nel contestu sociollingüísticu. Ello ye qu’hai un planu oficial, l’escritu (que sedríe’l de la prensa) y otru que sedría l’oral y la llucha obrera de tolos díes nel tayu, nel chigre, nel centru obreru… y nesti últimu sedría onde l’asturianu tendría más puxu. Ún pue ver llibros y discursos fechos en castellán polos “grandes” llíderes y al empar ver comu otros dirixentes empleguen l’asturianu (un exemplu de recién sedríen los documentales fechos sobro la Revolución d’Ochobre).D’aende que camude en parte en cuantes que parte de la propaganda fáise namás a un nivel oral que dexa pasu a más presencia de la llingua asturiana. D’otramiente hai un tipu de propaganda “menor” casu de panfletos y octavilles onde apaecen entremecíos asturianu y castellanu, agora mesmo recuerdu un panfletu de les Juventudes Libertarias, de los años 30 del s.XX entituláu “Matar o morrer”.

-Que te dicen estos términos: Teatru obreru, Belarmino Tomás, Esperanto y Pachín de Melás.

Teatru Obreru: No que los investigadores entienden comu teatru obreru nun suel tar presente la llingua asturiana, de fechu, dientru l’Estáu español namás s’alcuentra teatru obreru fechu nun idioma autóctonu en Catalunya. Por embargu dientru les actividaes feches nos centros obreros hebio teatru n’asturianu del qu’al xulgar d’autores comu Adolfo Camilo Diaz tamien tienen una llectura social.

Belarmino Tomás: Belarmo como yera conocíu, mesmo que dirixentes comu l’anarcosindicalista José María Martinez, yera asturfalante. Ello ye asina, anque esto nun quier dicir que nun toviera interiorizaos prexuicios llingüisticos. El ser falante nun implica defender la normalización del asturianu.

Esperanto: Dellos autores defenden que sirvió pa fuxir de la cuestión llingüística, inda ye ceu p’afitar esto n’Asturies onde foi, anque de mou minoritariu, idioma de dalgún sector del movimientu obreru.

Pachín de Melás: Obreru asturfalante de Cimavilla que daría en ser ún de los escritores más populares d’Asturies. Tuvo relación coles agrupaciones socialistes y anarquistes de Xixón. Demientres 14 años participó n’eventos lliterarios de les sociedaes de resistencia con poesíes vindicatives n’asturianu, el cachu d’una d’elles recuéyese nel cuaderno (y ta espublizada nel llibru “Xera Esparcida” de l’Academia de la Llingua Asturiana).

-¿A nivel internacional qu’asocede nel movimientu obreru?
A nivel internacional hai dos grandes influyencies: de uno, la revolución xacobina francesa de 1789 y d’otro la revolución bolxevique de 1917. En llugares comu Francia y Alemaña pue falase d’una tendencia a la uniformidá, a desdexar el restu de llingües que se falen nesos estaos. Los bolxeviques magar caltengan el Rusu como llingua privilexada van permitir l’usu d’otros idiomes y tienen un plantiamientu xeneral que ye’l de que cada pueblu tien que recibir educación nel so idioma.
Ente les posiciones que voi alcontrando destaqué dos: una sedría la que da un papel previlexáu a la llingua del estáu pero que defende l’usu de los idiomes autóctonos con un envís d’utilidá, ello ye pa facer avanzar les sos posiciones neses zones. Depués taríen los que dicen defender un idioma únicu a nivel internacional pero que na práutica namás trabayaben col idioma oficial. Sicasí, ye verdá qu’esiste una tercer posición que diz defender la llibertá idiomática pero nun desendolca midies concretes. Dientru’l cuadernu trato los casos bretón, vascu y catalán nos que se pue ver lo dicho. Sacántenes un casu, que ye’l de los comunistes bretones que nos años 30 non solo nun siguen a Stalín sinon que van faer una identificación ente llingua bretona y llingua proletaria.
N’Asturies puen vese delles d’estes postures y a ello se-y dedica un capítulu nel cuadernu.

-Y n’Asturies ¿crees que se pue mantener qu'el rexonalismu y l’internacionalismu son los causantes del abandonu del idioma?
Lo que ta claro ye que l’asturianu nun dio en ser la llingua del movimientu obreru y a la d’esplicar esto nun ye de recibu que s’esplique por un solu motivu cuando’l rexonalismu cuando l’internacionalismu. L’estudiu que toi desenrollando va tener en cuenta les condiciones estructurales qu’esisten no económico, no político, no social... D’otra banda los que defenden que’l rexonalismu foi el pilancu cimeru tendríen que poner datos enriba la mesa y tocantenes los que dicen lo mesmo del internacionalismu tendríen qu’estremar lo que ye un plantiamientu internacionalista no teórico y la praxis que ye mui discutible en dirixentes y militantes obreros que lleguen a proponer que pa iguar la crisis asturiana de los años 20 s’espulse a los trabayadores non asturianos o que nun seyan solidarios cola llucha de los mineros ingleses nesos mesmos años. Ye una cuestión mui complexa que nun se va entender si nun atendemos a toles pieces en xuegu.

-Un tema revesosu ye’l de la integración llingüística de los inmigrantes ¿llegó a dase?
Hai que facer por nun estrapolar lo que pasó n’Avilés nel Franquismu o nes dómines que yo analizo en dalgún pueblu de les cuenques, al conxuntu d’Asturies. Los datos que conozo que son delles tables onde apaez l’orixe xeográficu de mineros dícenmos que fasta la Primer Guerra Mundial los más de los mineros yeren “indígenas”(esta ye la espresión qu’emplega’l teóricu anarquista Ricardo Mella nun artículu de 1912). Cola Primer Guerra Mundial aporta muncha xente pero namás en dos, tres llugares en númberu suficiente como pa tornar la tortiella no llingüístico. Sía como quier nun ha cayer en sucu baxeru lo curtio de la escolarización lo qu’implica que nun contestu como’l de les Cuenques Mineres (o comu la Fábrica de Trubia) los fíos d’esos inmigrantes intégrense llingüísticamente. Tovía güei podemos alcontrar casos de rapazos que falen asturianu con acentu portugues, andaluz,...Y a trenta años de la formación de Conceyu Bable nun hai qu’escaecer que’l primer sociu n’Avilés yera fíu d’un trabayaor cordobés. Sía que non, más que dellos defendan determinada responsabilidá de la población inmigrante, si quixera dexar claro que ye una cuestión cola qu’hai que tener procuru abondo y nun faer por estrapolar esperiencies personales al restu la población, bien de veces la desasturianización llingüística produzse porque los asturfalantes abandonen el so idioma.

-Amás d’esti trabayu estudies otres cuestiones ¿non?
La intención de mio ye facer un estudiu global sobre discursos culturales nel movimientu obreru. Amás tamién miro pa otros temes, como una serie que toi faciendo sobre les postures nel republicanismo alredor del estatuto d’autonomia p’Asturies na II República.

A.M.F. (marzu 2005)


Fonte: El Fielatu.

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jueves, julio 12, 2007

Informe de Juan González a la UJCE sobre el Octubre asturiano

Informe del camarada Juan González al Comité Central de la Unión de Juventudes Comunistas de España sobre los sucesos revolucionarios de Octubre de 1934 en Asturias.


Estimados camaradas, salud: Antes de entrar de lleno en el informe, sobre los sucesos revolucionarios desarrollados últimamente en Asturias, quiero hacer algunas consideraciones, que expliquen, si éstas llegasen a existir, las diferencias de criterio con otros camaradas, sobre la cuestión objeto de este informe. Es mi criterio el que este informe abarque no sólo el hecho insurreccional, sino también que se refiera éste a nuestra línea a seguir en aquella región principalmente en lo que se refiere a nuestras relaciones con los jóvenes socialistas: pero sobre esta última cuestión tengo que sortear algunas dificultades que se explican fácilmente. He vivido intensamente la insurrección asturiana dedicando todas mis actividades a la organización de la insurrección armada, descuidando la cosa política que yo creí bien orientada y atendida por nuestro partido. Durante todo el período insurreccional he estado en todo momento en las barricadas, al lado de los trabajadores, tratando de cumplimentar, explicándolas a los trabajadores, aquellas famosas directivas de Marx y Lenin sobre la insurrección armada cuyo valor ha aumentado por las experiencias de los movimientos revolucionarios en el mundo entero. Y esto que se refiere particularmente a mí, puede referirse también a los demás miembros responsables de la Unión de Juventudes en Asturias. Es decir ha sido nuestra única actividad. Sin previo acuerdo los miembros de la juventud han ido a las barricadas a trabajar en el sentido ya indicado: mientras entregábamos a los responsables del partido el trabajo político que lamentablemente no han sabido realizar —(como se verá a través de mi informe)—. ¡Magnífico papel el jugado por nuestra organización en la insurrección armada y magníficos los resultados obtenidos, que han obligado a los jefes socialistas a aceptar el impulsar la insurrección hasta sus últimas consecuencias! No tan satisfactorio el resultado del trabajo del Partido en el aspecto político, que nos hubiera permitido conquistar la hegemonía del movimiento obrero en Asturias.

El prestar todo nuestro calor a la insurrección armada hizo que pasasen desapercibidos para mí ciertos detalles que serían muy necesarios para juzgar justamente nuestro papel en la insurrección hasta en sus últimos detalles. De gran número de cosas me he enterado después fugitivo por los montes, en conversaciones con otros camaradas y más tarde en ésta, cada compañero que llega me proporciona algún dato que me sirve para ir conociendo con exactitud lo ocurrido en toda la región, durante y después de la insurrección. Por otra parte, siempre que he podido he hablado con obreros de otras tendencias especialmente jóvenes socialistas, y así orientarme en una forma directa de cuál es el verdadero estado actual de la masa obrera en general en Asturias; sobre todo por su importancia he prestado especial atención a los mineros que son decisivos en aquella región. Se encontrarán lagunas en mi informe, pero éstas son impuestas por las anómalas circunstancias en que he recogido los informes necesarios para esta labor. En este informe me referiré solamente a aquello sobre lo cual creo haberme formado un juicio decisivo y fijo y dejaré en suspenso detalles sobre los cuales no puedo opinar por ser incompletos los datos que poseo y temer incurrir en apreciaciones falsas que pudiesen perjudicar a nuestra organización, si ésta no se sitúa con justeza frente a los acontecimientos revolucionarios de la región Asturiana.

Y hecho ésta, para mí necesario paréntesis, paso a mi informe.

La situación de las Juventudes y el Partido en cuanto a organización eran deficientísima. Había células de empresa en número bastante elevado, pero la mayoría de éstas no funcionaban como tales y toda su labor se realizaba en torno a los domicilios sociales. Las organizaciones sindicales de la C.G.T.U. seguían organizadas con arreglo al viejo patrón socialdemócrata. El Sindicato Único de mineros el más importante de la región a pesar del acuerdo de un congreso todavía no había llegado a estructurarse en los lugares de trabajo. En este mismo Sindicato existían secciones juveniles, que contaban muy poco tiempo de vida y que por lo tanto podemos considerar que estaban en su nacimiento y que no realizaban ninguna labor.

Es cierto que lentamente se iban bolchevizando en este aspecto tanto nuestras organizaciones sindicales como políticas. Las células ¬¬¬¬¬–algunas– empezaban a realizar algún trabajo como tales; editábanse periódicos en varias empresas, etc., pero distaban mucho de funcionar perfectamente. Por añadidura no existía un órgano tan necesario para la insurrección como las M.A.O.C. Es decir en el aspecto de organización el balance no resulta nada satisfactorio para nosotros. Por otra parte, nuestra organización no realizaba un buen trabajo de reclutamiento, especialmente entre los jóvenes socialistas, por no creer en la radicalización de éstos y considerar falsamente, que toda su posición era pura demagogia. Los propios acontecimientos nos vinieron a sacar de este error, con ocasión de la concentración gilrroblista en Covadonga. Los jóvenes socialistas se lanzaron decididos a la lucha para impedir su celebración y ésto nos hizo ver claro el verdadero estado de los jóvenes socialistas. Querían la revolución y buscaban el camino que les había de conducir al derrumbamiento del capitalismo, pero estaban faltos de teoría revolucionaria, sin la cual no hay revolución posible y era toda nuestra labor la que día tras día debía ir señalando a los jóvenes socialistas el verdadero camino a seguir. Inmediatamente se llamó la atención de todos nuestros militantes en este sentido y en algunas partes se llegó a la formación de comités de frente único. En estas condiciones se produce el acuerdo de ingresar en las Alianzas Obreras y en Asturias nos dispusimos a cumplimentar dicho acuerdo. Para ello hubo necesidad de crear las alianzas puesto que éstas no existían –existía sólo un comité de alianza en Oviedo– y en las conversaciones para ello sostenidas con los socialistas llegó el día de la insurrección. Días antes el C.R. de Juventudes como consecuencia de algunas confidencias había ordenado a todos los radios la rápida formación de las M.A.O.C. y que se situasen convenientemente de una forma local ante la eventualidad del movimiento revolucionario que preparaban los socialistas. Se dieron directrices para el caso de que estallase aquél; y se puede afirmar que a esto se debe el brillante papel desempeñado por nuestros militantes en la dirección de la lucha armada. Al estallar el movimiento nos encontramos con que sólo en algunas partes teníamos representación en los Comités Revolucionarios. La dirección por lo tanto era francamente socialista y poseían además el armamento disponible; la inmensa mayoría de nuestros camaradas estaban desarmados y el resto mal armado que casi equivale a lo primero.

La característica de los líderes socialistas de España entera, en el último movimiento han sido las continuas vacilaciones muy en consonancia con todo su pasado reformista. Querían la revolución porque la reacción amenazaba con desbaratar todas sus organizaciones y desplazarles de sus posiciones y por otra parte temían a la masa en la calle. Y en estas condiciones su único papel ha sido el de freno; trataron por todos sus medios, que fuese la pequeña burguesía la vanguardia del movimiento revolucionario, confiando y poniendo todas sus esperanzas en la insurrección de la Generalidad Catalana y en las conspiraciones de determinados oficiales del ejército que estaban comprometidos. Y el fracaso del movimiento se explica, ya que la pequeña burguesía, históricamente ya no puede jugar ningún papel, y al proletariado auténtica vanguardia revolucionaria se le alejó de la lucha, haciéndole permanecer en actitud pasiva. Pero esto da una idea bastante clara de la debilidad del PC y JC en España y nos obliga a pensar seriamente en ello, si de verdad queremos ser los que conduzcamos a los obreros españoles a la conquista del poder político y al derrumbamiento total del capitalismo.

Los líderes socialistas de Asturias tenían el mismo concepto del movimiento que los del resto de España. Las cosas se desarrollaron de diferente forma hasta tomar los caracteres de una auténtica insurrección proletaria, precisamente por nuestra labor en la calle donde en todo momento fuimos los verdaderos dirigentes del movimiento. De no ser por esta circunstancia la insurrección en Asturias no habría pasado de ser lo que fue en otras partes: en Madrid por ejemplo. Hay multitud de detalles que dan idea clara de que los líderes socialistas no pensaron jamás en impulsar el movimiento hasta el extremo a que éste llegó y que a lo que aspiraban era solamente a una movilización general de carácter, sino pacífico algo que se le pareciese mucho. Para no hacer muy prolijo este informe voy a limitarme a referir el siguiente dato que resulta muy elocuente para explicar las anteriores aseveraciones.

Los socialistas habían llevado una gran campaña de propaganda “revolucionaria”. Tanto por medio de su órgano de prensa “Avance” como en todos sus actos hablaban de “revolución”; claro está que siempre se referían a la revolución en abstracto sin dar nunca directrices para el caso.

Esta campaña trajo como consecuencia el que los obreros de Asturias especialmente los mineros procurase por los medios a su alcance en facilitarse un arma. Y así fue como se efectuó el armamento de los mineros asturianos. Este autoarmamento impidió por completo a los jefes socialistas encuadrar el movimiento dentro de los límites por ellos deseados y facilitó nuestra labor enormemente. En las cuencas mineras no existían más armas que escopetas, pistolas y rifles adquiridos individualmente como queda indicado anteriormente. Los fusiles del famoso alijo se hallaban en Oviedo y no fueron entregados a los obreros hasta después que éramos dueños de toda la cuenca de Mieres y Langreo y estábamos ya a las puertas de Oviedo. Esto obligó a los jefes socialistas a entregar las armas. Las masas dirigidas e impulsadas por nosotros en la calle, desbordaron por completo a dichos jefes y se colocaron en verdadera posición revolucionaria.

De lo anterior se deduce claramente que de no haber estado armados los obreros, los jefes socialistas hubiesen jugado el mismo papel que en el resto de España, no entregando las armas. Lo demuestra claramente el hecho de que en el único sitio donde había armas ocultas —Oviedo— éstos se resistieron a entregarlas hasta que los acontecimientos en la cuenca minera y el empuje arrollador de las masas les obligó a ello.

En todo momento los jefes socialistas trataron de frenar a las masas, dando órdenes de beligerancia con el cuartel, con la catedral “por ser un monumento de inestimable valor artístico”, etc. Es decir, el espíritu pequeño burgués de esta gente se manifestó continuamente, y en todo momento demostraron estar asustados de las proporciones que tomaba el movimiento hasta el punto que a la primera dificultad algo seria –desembarque del tercio y regulares y avance de López Ochoa– desertaron de sus puestos, abandonaron los comités y dejaron a los obreros luchando en la calle. Esto sucedía el día 12; nosotros procedimos inmediatamente a reorganizar los Comités, que quedaron integrados, casi en general por jóvenes socialistas y comunistas y que prosiguieron el movimiento hasta el día 18, en que la circunstancias y la falta completa de munición, obligó a recomendar la retirada, ocultando las armas y procurando que el movimiento obrero no sufriese grandes quebrantos por desmoralización de los trabajadores. Para ello se explicaba en la misma hoja en que se recomendaba la vuelta a la normalidad –normalidad burguesa– se decía a los obreros con toda claridad el porqué de esta orden, y se les exhortaba a continuar firmemente dispuestos a luchar por todos los medios contra el capitalismo español como lo habían venido haciendo hasta ahora. Con ello se evitó que el movimiento terminase de una forma catastrófica y éste se liquidó de forma organizada.

Si el día 12 no hubiese habido quien recogiese la dirección del movimiento, los resultados hubiesen sido catastróficos y el problema que hoy preocupa seriamente al gobierno y a la burguesía española por no encontrar las armas ocultas por aquellos obreros, no existirían puesto que los obreros abandonados y sin dirección no hubiesen tomado tal medida. Hoy a pesar de la sangrienta represión que sufren aquellos heroicos trabajadores, Asturias sigue siendo un fuerte baluarte de la revolución española.

Hasta aquí, me he referido exclusivamente a la labor de los líderes socialistas, que como se ve no es más que una confirmación de nuestras predicciones. Veamos ahora cuál ha sido el papel desempeñado por los militantes más responsables del P.C. Anteriormente ya dejo señalado que eran muy pocos los Comités Revolucionarios en los que teníamos representación, pero éstos eran los más importantes de la región, Sama, Oviedo, Mieres, Trubia, Grado, Gijón y algún otro. El Comité de Oviedo hasta el día 12 fue en la práctica el que hacía de Comité provincial revolucionario y en él había cuatro compañeros. Había pues posibilidades de realizar buena labor. Desgraciadamente nuestros camaradas en los comités salvo excepciones han participado en todas las vacilaciones y errores de los jefes socialistas, especialmente los camaradas Vega, Simón y Lafuente miembros integrantes del C.R. y del Comité de Oviedo, que en todo momento dieron la sensación de marchar a remolque de los jefes socialistas. Interesa hacer constar que durante todo el período de insurrección no se celebró ninguna reunión, ni de miembros responsables, lo que hubiese sido posible ya que casi todos se encontraban en Oviedo. Por otra parte el trabajo en los comités no se ha realizado como “fracción comunista” sino de forma puramente personal; de aquí podemos afirmar que no ha existido Partido Comunista, sino camaradas de menor o mayor voluntad que trabajaban sin control de ningún género. Acusamos a los líderes socialistas de haber abandonado a los obreros en plena lucha y esta misma acusación la tenemos que lanzar contra algunos militantes del P.C. que también huyeron sin decir ni una palabra a nadie, mientras los obreros seguían luchando en la calle y sin preocuparse para nada de la organización de la retirada y recogida de armas. Señalemos a Simón Díaz y Jesús Fernández detenidos más tarde en Portugal a quienes les fueron ocupadas 51 mil y pico pts. Lafuente y Vega que al proseguirse el movimiento bajo la nueva dirección regresaron, pero sin jugar ya ningún papel en la insurrección, todos los compañeros que integraron el Comité de Grado siguieron en su huida a los socialistas, algunos regresaron más tarde y se reintegraron al Comité de aquella localidad. En Sama los camaradas huyeron también en los primeros momentos y regresaron después. En Gijón también abandonaron. De otros comités no tengo informes. El mismo día quedaron reorganizados todos los comités dándosenos representación en todos ellos. A pesar de nuestro deficiente trabajo nuestra influencia iba en aumento, como consecuencia de nuestra labor en la calle.

Cuando se tomó el acuerdo de ingresar en las “alianzas” se hizo bajo la perspectiva de llegar a la democratización de éstas, convirtiéndolas en auténticos órganos de poder proletario. Soy de los que creo que en Asturias no hubo posibilidad de crear “soviets” entre otras cosas por la no existencia de Comités de Mina, fábrica, etc. y por la mentalidad socialista con la que forzosamente había que chocar, pero también creo que sí se pudo llegar a una máxima perfección en los Comités en el aspecto de la democratización de los mismos, sólo con que se hubiese cumplido la línea marcada por nuestro Partido para el ingreso en las “alianzas”.

Resulta difícil averiguar exactamente la posición de nuestros camaradas en los comités, puesto que como ya señalo, con anterioridad, no había control de ningún género pero de todos los datos que poseo ninguno indica que nuestros compañeros hubiesen luchado por una más perfecta organización de los comités revolucionarios.

En Turón, el trabajo del Comité Revolucionario se dividió en diferentes secretarías a quienes dieron el nombre de Comisariados. Al frente de cada Comisariado se hallaba un miembro responsable a quien ayudaba en su labor un determinado número de compañeros quien componían la comisión correspondiente del ramo a que estaba entregada su labor. Este es a mi juicio el Comité mejor organizado de Asturias y de más amplia composición pues lo componían 18 individuos. Todos los demás Comités pecaron de muy restringidos de haberse organizado a espaldas de las masas. Este mismo defecto lo tenían los comités organizados después del día 12 pero hay un avance en cuanto se refiere a la dirección regional que desde ese día está ampliada con un miembro por cada Comité local. Por lo tanto ya se ha conseguido una dirección regional, amplia en el sentido de su composición numérica y más democrática puesto que en ella estaban representados todos los comités de la región.

Nuestro partido ha dejado de luchar, como debía de haber hecho por la organización de los órganos de poder proletario de importancia decisiva en toda insurrección armada. Esto solo ya constituye una grave falta para el partido que se diga revolucionario, pero agreguemos a esto los errores que voy a enumerar y se verá que nuestros camaradas, miembros responsables del P. ponían toda su esperanza en la espontaneidad de las masas. Durante catorce días hemos sido dueños de las imprentas y sin embargo éstas estuvieron paradas cuando tan necesario hubiese sido el editar un boletín o periódico diario en el que al lado de las noticias sobre el avance de la insurrección se publicasen artículos sobre organización, se planteasen y popularizasen las ventajas del poder proletario, con la máxima difusión de un programa mínimo de reivindicaciones que se tenían de haber puesto inmediatamente en práctica, etc.

Las imprentas se utilizaron solamente en la edición de algunas noticias falsas y en publicar algunos bandos contra el pillaje, organización del Ejército rojo y abastecimiento pero nada más. Un periodista burgués –Chaves Nogales– decía que no hubo ni principios de una nueva organización estatal proletaria. Prescindiendo de la mala fe del aludido periodista, nosotros con más razón podemos hacer la misma afirmación.

En Asturias existe un proletariado industrial numeroso pero existe también una cantidad superior de campesinos, que aunque pequeños propietarios casi todos no por eso desconocen la miseria y que están sometidos a explotación sin límites por intermediaros, cargas fiscales, rentas, etc. A estos campesinos que han sido los que dieron el triunfo electoral a Gil Robles el 19 de Nov[iem]bre había que hablarles en el único lenguaje comprensible para ellos; con medidas prácticas, aboliendo rentas y cargas fiscales, editando hojas especiales para ellos. En fin, demostrarles prácticamente las ventajas del nuevo régimen y ganarles para la revolución. Nada se hizo a este respecto, y me temo que los campesinos de Asturias no conserven muy grato recuerdo de los quince días de insurrección proletaria dada su mentalidad y el que no hayan visto más que perjuicios para ellos. La única ventaja que tenemos es la canallesca manera con que fueron tratados por las fuerzas del gobierno y que ha producido una justa reacción.

Al lado de esto pongamos que si el día 12 se hubiese hablado con claridad a los miembros responsables de las distintas localidades se hubiese podido realizar la retirada mejor lograda en todo el mundo y se hubiesen ocultado las armas de tal forma que sería imposible a las fuerzas de gobierno el encontrarlas. Se organizó ésta precipitadamente y confío en sus resultados positivos.

Se comprende fácilmente el estado en que ha quedado el movimiento obrero en aquella provincia. Momentáneamente éste ha quedado quebrantadísimo en el aspecto de organización pero la moral de los obreros permanece inalterable. Es necesario que nuestra organización se preocupe seriamente del trabajo en aquella región enviando uno a varios camaradas que ayuden aquellos compañeros a reconstruir el movimiento obrero.

Los jóvenes socialistas se han afirmado en su posición revolucionaria y es necesario que se lleve una intensa campaña de esclarecimiento de nuestra concepción revolucionaria, pero de ninguna forma debe dejarse de denunciar todas las causas todas las causas que han influido en el fracaso del movimiento. Deben reorganizarse las Milicias en común con los jóvenes socialistas, para lo cual no se han de encontrar dificultades. Como tampoco se han de encontrar para llegar a la Unidad Sindical especialmente entre los mineros.

Esta es la impresión recogida directamente de los obreros de otras tendencias.

El problema de la insurrección sigue a la orden del día. Asturias ha dejar el mismo papel que en el último movimiento, si se les ayuda en el trabajo de reorganización. Para ello es indispensable que nuestra organización preste toda su atención en la ayuda a aquellos obreros y orientar nuestro trabajo hacia los campesinos, que hasta ahora nada se hizo sobre el particular.

27-12-34. Juan González



FUENTE: Archivo Histórico del PCE (Madrid), Sección Documentos, F. VII (109).



Publicado en: Los comunistas en Asturias (1920-1982), VVAA (Coordinador: Francisco Erice). Editorial Trea, Xixón, 1996.
Digitalización: El cielu por asaltu.

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lunes, julio 09, 2007

Avelino Fernández Cabricano

Fallece Avelino F. Cabricano, portavoz de Combatientes por la República

Avelino Fernández Cabricano, secretario y portavoz de la Asociación de Militantes y Combatientes por la República, falleció el pasado viernes en La Felguera, donde residía, a los 91años de edad y recibió ayer sepultura en el cementerio de Barros. Fernández Cabricano destacó en la región por su defensa de la memoria histórica y por haber tramitado las pensiones para más de 600 viudas de militares que habían sido fieles a la República.

El langreano fue teniente de la Segunda Sección de Estado Mayor del XIV Cuerpo del Ejército y tras ser capturado fue trasladado al campo de concentración de Camposancos en Galicia, donde estuvo a punto de ser fusilado en varias ocasiones, hasta que finalmente fue confiado a un batallón disciplinario en Miranda del Ebro.

Pese a su avanzada edad, Fernández Cabricano participó el pasado mes de noviembre en una de las charlas que organiza el Club LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas, donde tuvo oportunidad de relatar sus experiencias durante la guerra civil. El ex combatiente recordó a 68 jóvenes republicanos del distrito de Barros que murieron a lo largo de la guerra, tanto en el campo de batalla como por culpa de las represalias que siguieron al conflicto.

L.C.T.


Publicado en: La Nueva España, 31 de julio de 2006.
Fuente: Todos los nombres.

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Asturias, la última revolución obrera

Documental de Xuan Cándano (2004) para TVE.



Fuente: Rebeldemule.

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miércoles, julio 04, 2007

"Adelante", portavoz de la JCA (agosto 1970)








Fuente: Biblioteca Virtdual de Prensa Histórica.

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domingo, julio 01, 2007

Belarmino Tomás, un home de circunstancies

Otru añu más, pasó yá l’aniversariu de la revolución de 1934. Otru añu más, delles fuercies de la esquierda asturiana entamaron discretos actos commemorativos d’aquellos acontecimientos, que van dende la señaldá épico-festiva al homenax más o menos formal, pasando pela campaña reivindicativa que ve na llucha presente el meyor tributu a la llucha pasada.

Da que pensar que les esquierdes asturianes nun fueren -nun fuéremos- quién a convertir l’aniversariu del 34 nun acontecimientu de celebración non yá conxunta pero sí converxente, como ocurre con otres esquierdes europees con acontecimientos siñalaos, como la revolución espartaquista pa l’alemana o la lliberación del facismu pa la italiana, por poner dos casos. La revolución asturiana ye asina poliédrica, tanto na conmemoración como nel enfoque del so análisis y protagonistes. El calter de vanguardia compartida del procesu revolucionariu fai incluso revesoso pone-y una cara única como símbolu del mesmu: ¿Ramón González Peña, el socialista encargáu de dirixir el procesu que coló en metanes del mesmu? ¿Aida Lafuente, la mártir comunista? ¿José María Martínez, el cenetista que fexo posible la unidá proletaria? ¿O Belarmino Tomás, el cabezaleru del tercer Comité revolucionariu al que-y tocó xestionar la derrota? D’unos años p’acá, ye Tomás la figura más reivindicada por sectores non vinculaos directamente a la so tradición política, esto ye, la socialista.

¿Pero quién yera Belarmino Tomás? La so biografía nun se reduz evidentemente a los acontecimientos d’ochobre, sinón que ye mui representativa de la de miles de cuadros del movimientu obreru asturianu, que fexeron de la so vida una dedicación absoluta a la causa de la so clase. Nacíu en Llavandera (Xixón) en 1892 nuna familia obrera qu’años depués coló pa la Cuenca del Nalón, Belarmino Tomás entamaría la so actividá política nes files socialistes a piques de cumplir los catorce años. Con dieciséis sería ayalagueru del primer sindicatu mineru qu’hubo n’Asturies, El Despertar del Minero, y con dieciocho, ún de los miembros fundadores del SOMA, na famosa asamblea de Vegaotos (Mieres) en 1910. En 1911 yá ye ún de los motores del primer conflictu entamáu pol nuevu sindicatu, y en 1917 participa na fuelga xeneral revolucionaria d’agostu d’esi mesmu añu, una de les paradoxes de la política española y asturiana: un partíu socialdemócrata entamado una fuelga revolucionaria en comuña con anarquistes, republicanos y reformistes de centru-esquierda. Esa situación, la del socialdemócrata metíu a revolucionariu pola fuercia de les circunstancies, va anticipar el procesu de 1934. Un reformismu el del PSOE y el SOMA que, depués de too, saca resultaos: n’acabando la I Guerra Mundial, los mineros asturianos son los primeros del mundu n’algamar la xornada de siete hores, gracies, ente otros, a un Belarmino Tomás convertíu en presidente del sindicatu en 1919.

Pero en política non siempre hai llinies rectes, y ente los sindicalistes avezaos a negociar menos. En 1923 el PSOE y la UGT dan un ximielgón a la derecha aceptando collaborar cola dictadura de Primo de Rivera, dictadura que reprime a anarquistes y comunistes. Cuando éstos acaben formando un nuevu sindicatu, el SUMA, qu’amenaza la hexemonía del SOMA, vuelve’l xiru a la esquierda, y en 1930 el PSOE y con él Belarmino Tomás vuelven a enfilar pel camín de la fuelga revolucionaria.

En 1931 llega la II República, y Tomás ye Presidente de la Federación Nacional de Mineros de la UGT. Averáu al sector centrista del PSOE lideráu por Indalecio Prieto, sofita la participación gubernamental de los socialistes colos republicanos, col resultáu yá conocíu de defraudar a la esquierda, por dir mui despacio nes tresformaciones, y d’espantar a la derecha, por intentar eses mesmes tresformaciones.

Otra vuelta’l xiru a la esquierda de la mano de Prieto, apuntáu al movimientu d’ochobre non pa facer una revolución sinón pa dar un güelpe d’estáu qu’obligue a los radicales a salir del gobiernu y volver a la collaboración republicano-socialista achuquinada pola derrota electoral del ’33. Pero n’Asturies non, n’Asturies la cosa va en serio: l’Alianza Obrera esistía de verdá, y representaba a toles tendencies del proletariáu organizáu; había armes porque había una planificación consciente de la insurrección, y había, perriba de too, una clase obrera organizada y que, de garrar los fierros, quería garralos por daqué más qu’un cambéu ministerial.

Y llegó la revolución, y los dirixentes reformistes de la FSA y de la UGT dirixéronla, y con un heroismu y una entrega digna d’almiración. Belarmino Tomás, presidente del Comité Revolucionariu de Llangréu, pasa a presidir l’asturianu’l día 13, cuando la revolución ta derrotada en tol Estáu menos n’Asturies y la constatación de la derrota contrasta cola voluntá de resistencia del proletariáu n’armes. Y asina, como cabezaleru d’una revolución derrotada pero tovía en pie, Belarmino Tomás va negociar de tu a tu la rendición al xeneral López Ochoa, aforrando asina un sufrimientu inútil a los partidarios de la causa. Depués, a aguantar la represión, pa volver en 1936 col Frente Popular: Tomás sal diputáu por Asturies nuna candidatura victoriosa que quier retomar la política reformista del primer bieniu republicanu, pero con una gran presión dende la base obrera pa radicalizar el procesu y una conspiración entamada pola derecha pa torgalu.

En xunetu de 1936 entama la guerra civil, y Belarmino Tomás pasa a ser el Gobernador Civil d’Asturies puestu pol gobiernu central, y en calidá de talu dirixe la resistencia al golpe facista. Lo que nel aniciu ye’l Comité Provincial del Frente popular acaba siendo un gobiernu autónomu, el Conseyu Interprovincial d’Asturies y Llión, y n’agostu de 1937, col frente norte medio desfechu pola ofensiva franquista, esi Conseyu Interprovincial, fartu d’obedecer a un gobiernu central que nun cree qu’entienda la dinámica bélica asturiana, decide proclamase soberanu. Nueva paradoxa: el reformista metíu a revolucionariu pola fuercia de les circunstancies acaba siendo un centralista metíu a soberanista pola mesma razón. Lo que nun algamó en tola guerra nin el nacionalismu vascu nin el catalán, la soberanía dafechu, algamóla Asturies por nun entendese col gobiernu central.

Depués de cayer Asturies, a Madrid, y n’abril de 1939 vemos a Belarmino Tomás apoyando’l güelpe d’Estáu del coronel Casado, onde parte del PSOE y la CNT collaboren n’achuquinar un gobiernu presidíu por un socialista, Negrín, y con ello les poques posibilidaes de resistencia que quedaben. L’espíritu unitariu de l’Alianza Obrera, el Frente Popular y el Conseyu Interprovincial queden atrás y agora queda’l rencor hacia los comunistes y los propios socialistes que siguen fieles a Negrín.

Los caberos años de Belarmino Tomás nel esiliu mexicanu nun son ermos d’actividá política. En México, amás de ganase la vida vendiendo alpargates, como yá ye persabío, Tomás participa na reconstrucción del PSOE y la UGT d’obediencia prietista, y conviértese nun propagandista a sueldu de l’AFL-CIO, la central sindical norteamericana, que percuerre América Llatina denunciando la infiltración comunista nel movimientu obreru. Respecto a España, la mesma llinia: unidá de tolos antifranquistes, menos el PCE, p’algamar el sofitu de Gran Bretaña y USA a la restauración de la República, suañu esti que la realpolitik de la guerra fría y la política esterior de les potencies lliberales fexeron imposible. Y asina muerre, en 1950, un home qu’exemplificó na so biografía les contradicciones y los xiros de la nuestra esquierda, un home que, queriendo ser fiel a la so clase, representó tanto la dignidá como l’oportunismu del socialismu asturianu.

Faustino Zapico Álvarez


Publicáu en: Les Noticies, 28 d'ochobre de 2006.
Fonte: Izquierda Asturiana.

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3 semanas de huelga de limpiezas


Publicado en: La Unión del Pueblo, 20 de octubre de 1977.

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