El cielu por asaltu

Recuperar la dignidá, recuperar la llucha. Documentos pa la hestoria del movimientu obreru y la clase obrera n'Asturies.

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miércoles, abril 16, 2008

Mariano Rodríguez "El Fusiláu"

Las tres vidas de Mariano «El Fusiláu» Rodríguez, enterrado ayer, sobrevivió al paredón y a una condena a muerte

Mariano Rodríguez Fueyo -fallecido el pasado domingo, a los 90 años de edad y conocido por el sobrenombre de El Fusiláu- consiguió burlar a la muerte por primera vez en 1936, en plena guerra civil. Tras una escaramuza con tropas nacionales, fue apresado y ajusticiado junto a cuatro compañeros en una casa de Soto de Luiña. Los milicianos que le acompañaban fallecieron, pero Rodríguez consiguió salvarse, protegido bajo los cadáveres de sus compañeros, tras recibir siete balas en las piernas y en la cadera.

Inmóvil durante unos minutos que se hicieron eternos, comenzó a liberarse de sus ataduras cuando dejó de oír voces a su alrededor. «Tuve mucha suerte; cuando empezaron a dispararnos estaba convencido de que no saldría vivo de aquella casa», rememoraba Rodríguez en noviembre del pasado año, en un reportaje en el que relataba sus vivencias a este diario. Tras pasar cinco meses reponiéndose de sus heridas, Rodríguez volvió a la lucha. Al desmoronarse el frente asturiano -que había servido como marinero del destructor «Almirante Antequera»- decidió entregarse a la autoridad militar. Fue sentenciado a muerte por rebelión, aunque finalmente le conmutaron la pena.

De vuelta a Langreo, trabajó como operario de Duro Felguera. Ayer fue enterrado en Pando, tras una vida plena que la guerra no pudo arrebatarle.

M. Á. G.


Publicado en: La Nueva España, 8 de mayo de 2007.
Fuente: Todos los nombres.

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Mariano «el fusiláu», superviviente del paredón

El langreano recibió siete disparos tras ser ajusticiado junto a otros cuatro milicianos, pero salvó la vida al quedar protegido bajo los cadáveres de sus compañeros

Si hubieran nacido unas décadas más tarde, la juventud de Mariano Rodríguez y Marino Fernández habría sido algo más apacible. Sin haber cumplido los 20 años, a estos dos langreanos les tocó lidiar con trincheras, fusiles y bombas de mano. En 1936, la guerra estaba al lado de casa y no había manera de sortearla. Fernández pudo librar la contienda civil sin salir herido, pero Mariano Rodríguez, conocido con el sobrenombre de «el fusiláu», no lo tuvo tan fácil. Este ex trabajador de Duro Felguera fue ajusticiado junto a otros cuatro milicianos en Soto de Luiña. La fortuna quiso que cayera bajo los cadáveres de sus compañeros y que los siete disparos que recibió se alojasen en sus piernas y en su cadera. «Tuve mucha suerte», resume sin alterarse.

«Tuve mucha suerte. Cuando empezaron a dispararnos estaba convencido de que no saldría vivo de aquella casa». El protagonista de tan estremecedor relato -un jubilado casi nonagenario natural de La Felguera- se llama Mariano Rodríguez Fueyo. Sin embargo, para sus amistades y para los habitantes de Soto de Luiña, en Cudillero, siempre será «el fusiláu». Rodríguez salvó la vida por puro azar, tras ser ajusticiado junto a otros cuatro milicianos por tropas nacionales, en agosto de 1936. Protegido bajo los cadáveres de sus compañeros y con siete balas en el cuerpo, este langreano permaneció inmóvil hasta que sus captores, creyéndole muerto, abandonaron el lugar de la ejecución. «No hay que darle vueltas. Fue cuestión de suerte», insiste «el fusiláu».

A Mariano Rodríguez, el levantamiento militar de julio le había sorprendido en su casa de La Felguera. Sólo cinco meses antes, se había alistado en la Marina para servir en el «Almirante Antequera». La estancia a bordo del destructor no se prolongó demasiado. «Dos o tres días antes del golpe, nos dieron permiso a los marineros asturianos. Imagino que los mandos ya estaban al corriente de lo que iba a pasar y querían librarse de nosotros», rememora.

Con 19 años recién cumplidos, este langreano no tuvo dudas sobre lo que debía hacer. «Me puse al lado de la República, que era la bandera que había jurado defender», explica. Rodríguez, marinero en tierra, se recicló como miliciano y fue destinado al frente occidental, para frenar el avance de las columnas gallegas que trataban de levantar el cerco a Oviedo.

Había pasado poco más de un mes y las escaramuzas de hostigamiento por parte de los dos bandos se sucedían sin pausa. En uno de esos enfrentamientos, Rodríguez y otros cuatro milicianos fueron acorralados en una casa por una treintena de soldados nacionales, que les forzaron a rendirse.

Rendición

Desde la casa, les condujeron a un chigre de aldea en San Cosme, cerca de Soto de Luiña. Era mediodía de un 31 de agosto de 1936. «Los cinco estábamos en círculo, unidos con cuerdas a la altura de los codos; también nos maniataron. Al principio, no pensé ni remotamente que nos fueran a ejecutar porque en nuestro bando también se habían hecho prisioneros y nunca les pasó nada», relata Mariano Rodríguez. La situación cambió súbitamente con la llegada de un oficial, que decretó un apresurado fusilamiento ante la presión del contraataque republicano. A partir de ahí, los recuerdos se tornan acelerados y confusos. Una orden seca, algunos gritos y una lluvia de disparos materializaron aquella ejecución improvisada.

Rodríguez recibió siete tiros. Dos de fusil y cinco de pistola, según atestiguan la propia víctima y las huellas de las heridas que, setenta años después, aún recorren sus piernas y su cadera. «Caí bajo mis compañeros y sólo me dieron del tronco para abajo, la parte que había quedado desprotegida. Los otros cuatro milicianos fusilados conmigo murieron; yo estaba convencido de que tampoco saldría vivo de allí».

Con siete balas en el cuerpo, desangrándose y casi sin poder respirar bajo el peso de sus compañeros, Rodríguez mantuvo la suficiente presencia de ánimo para quedarse inmóvil y hacerse el muerto. Poco después, los soldados nacionales se fueron, convencidos de que no había quedado nadie con vida. El miliciano langreano permaneció quieto un tiempo después de haber dejado de escuchar voces. A continuación, empezó a hacer esfuerzos para librarse de sus ataduras.

Combates intensos

Tras soltarse, Rodríguez aún tuvo que permanecer casi diez horas en la casa, exhausto, debido a la gran cantidad de sangre perdida: «Aquella casa era de ésas con la puerta partida y sólo había quedado abierta la parte de abajo. Desde allí veía los combates que se estaban librando fuera, así que no me decidía a salir». Los vecinos tampoco se atrevían a socorrerle. Bien entrada la noche, Rodríguez pudo abandonar su cautiverio y ganar las líneas republicanas gracias a la ayuda de los milicianos, que habían reconquistado el pueblo.

Después de pasar cinco meses hospitalizado reponiéndose de sus heridas, Rodríguez fue reclutado por Higinio Carrocera (también convaleciente) para ser enlace de su brigada. Ocupó ese puesto hasta que se desmoronó el frente asturiano, en octubre de 1937.

Miguel Á. Gutiérrez


Publicado en: La Nueva España, 19 de noviembre de 2006.
Fuente: Todos los nombres.

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La Federación Regional de Campesinos de Asturias

El 17 de enero de 1937, en asamblea celebrada en el cine «Roxy» de Gijón, se constituía la Federación Regional de Campesinos de la CNT . Aunque tarde, el sindicato anarquista se organizaba en el campo asturiano y, por el decir de su prensa, con unos resultados en la afiliación que rebasaban con creces los cálculos más optimistas.

En total, al acto de constitución de la Federación concurrieron treinta sindicatos que agrupaban a más de 2.000 afiliados. Como órgano rector se eligió una Junta Directiva de ocho miembros, de la que era presidente Antonio Raigada; vicepresidente, Teodoro Sánchez, y tesorero, Jenaro Sala; los cinco vocales restantes los designarían las diferentes secciones de la Federación del Concejo de Gijón.

La asamblea aprobó el reglamento de la Federación y los puntos básicos de su alternativa para el campo asturiano. Esta incluía «la colectivización y cooperativización de la economía agrícola y ganadera» y la creación de un Consejo Regional Cooperativo Agrario «articulado con arreglo a normas puramente revolucionarias» con la misión de atender los diferentes problemas relacionados con la producción agrícola y con la asistencia técnica al campesino. Podría organizar granjas colectivas con las tierras y ganadería incautadas a los propietarios fascistas, con la riqueza comunal o de los ayuntamientos, con aquellos terrenos abandonados pero susceptibles de ser explotados y con los que aportasen los campesinos interesados en integrarse en el sistema cooperativo. Elaboraría, en fin, los planes técnicos necesarios y distribuiría abonos y semillas entre los campesinos. Todo ello con los fondos proporcionados por las rentas de las fincas rústicas incautadas, en ese momento percibidas por el Frente Popular a través de la Consejería de Agricultura. Su composición sería paritaria (dos representantes por cada uno de los sindicatos mayoritarios, UGT y CNT), con la presidencia encomendada a un delegado del Consejo Provincial del Frente Popular (1).

El acto y sus resultados inmediatos fueron acogidos con entusiasmo por los dirigentes cenetistas y con la esperanza de hacer de la Federación a corto plazo el sindicato representativo del sector más radical y consciente del campesinado asturiano. «Parece que entre ellos (los campesinos) va ganado cuerpo la idea de que las dificultades y problemas que plantea la revolución en marcha han de ser vencidos fácilmente si los sindicatos agrícolas han de estar regidos conforme alas normas federalistas de la CNT y al verdadero espíritu revolucionario -escribirá CNT en las vísperas de la asamblea constitutiva de la Federación- .Así, vemos que a estos actos de propaganda del ideal libertario concurren las masas campesinas con inusitada animación y reciben con visible agrado y provecho sus enseñanzas. Por otra parte, el auge que de día en día va adquiriendo la organización campesina afecta a las doctrinas confederales, es un exponente rotundo y definitivo de la bondad insuperable de nuestros principios ideológicos» (2).

En días sucesivos la prensa dará cuenta de las incorporaciones que se iban produciendo a la Federación de Campesinos, a veces como en el caso de los de Tudela de Veguín (143 afiliados en total) tras darse de baja en la Federación de Trabajadores de la Tierra. Sin embargo, a tenor de los datos publicados a raíz del Pleno Extraordinario de la CNT de marzo de 1937 y de la escasa vida de la página semanal que el periódico dedicaba al campo, cabe deducir el fracaso del proceso de afiliación y, en consecuencia, de los intentos anarquistas de ganarse la confianza del campesinado, máxime si pensamos en la influencia que conservaba la Federación de Trabajadores de la Tierra, poco mermada en el curso de la guerra (3).

Juan Carlos García Miranda

NOTAS:

(1) La referencia de la asamblea constitutiva de la Federación la da CNT del 18 de enero de 1937, pág. 2. La constitución del Consejo Regional Cooperativo Agrario fue propuesto a la asamblea por los sindicatos de San Martín de Anes, La Secada y Lieres.

(2) Artículo publicado por CNT en la página dedicada al campo, el 14 de enero de 1937 («La confederación en el campo»).

(3) Por lo menos había secciones de la Federación en los siguientes pueblos y villas: Torán (Cangas de Onís); Nieda (Cangas de Onís), Pervera (Carreño); Castiello (Gijón), Cotorraso (Langreo); Galguera (Llanes); Bañugues (Luanco); Infiesto (Comarcal); La Felguera, Tiraña (Laviana); Jove, Perlora, Bañuges, Lugo de Llanera, Labra, Lada (Langreo), Sariego, Lamuño (Siero), Marcenado (Siero), Villar (Siero), Lieres, San Andrés (Turón); Cuenya (Nava), Colunga, Viobes-Paraes (Nava), Cabueñes (Gijón), Cenera (Mieres), Vera del Camino (Turón), Mestas de Con (Cangas de Onís), Sotiello (Gijón), Soto de Cangas, Tudela de Veguin, Cenero (Pinzales), Moreda, Ribadesella, Noreña, Turón, Siero (Comarcal), Lugones, Nava, Casielles, Vega (Gijón), Roces (Gijón), Mieres. Véase CNT de 21 y 28 de enero de 1937, pág. 7; de 4,11, 18 y 25 de febrero de 1937, también pág. 7.


Publicado en: Historia general de Asturias, tomo X: La Guerra Civil (2ª parte); VVAA. Editor Silverio Cañada. Gijón, 1978.
Fuente: Ateneo Virtual.

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Huelga general en el valle del Nalón por los 232 despidos de DF

Los cinco municipios del valle del Nalón, en Asturias, se sumaron ayer de forma casi total a la huelga general convocada por CC OO y UGT contra el despido de 232 trabajadores de dos filiales del grupo Duro Felguera, en Langreo.Es la sexta huelga general en los últimos 28 meses de la comarca, sometida a distintos procesos de reconversión industrial. El paro de ayer afectó a unas 100.000 personas. Por la tarde discurrió por las calles de Oviedo una manifestación de unas 10.000 personas contra dichos despidos y contra la crisis del sector metalúrgico.

Los trabajadores de Duro Felguera en Gijón trabajaron con normalidad. Los despidos, que afectan a la mitad de la plantilla de Felguera Construcciones Mecánicas y Felguera Melt, obedecen, según la empresa, a la imposibilidad de reflotar ambas filiales sin un recorte de plantilla. En junio, las pérdidas del grupo -23 sociedades- fueron de 1.856 millones de pesetas. Un 73% del total corresponde a estas dos filiales y a otra asturiana, Felguera Calderería.

Javier Cuartas


Publicado en: El País, 14 de octubre de 1993.
Fuente: El País.

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Trabajo rechaza el recurso contra los 232 despidos de DF

Los 232 despidos en las empresas Felguera Melt y Felguera Construcciones Mecánicas, filiales del Grupo Duro Felguera, son firmes desde ayer al haber rechazado la Dirección General de Trabajo el recurso de reposición planteado por los comités de empresa contra la resolución que autorizó los expedientes de extinción de empleo para la mitad de la plantilla de ambas empresas. Los trabajadores podrán recurrir esta decisión ante el Tribunal Superior de Justicia de Asturias.Los trabajadores de Felguera Melt y Felguera Construcciones Mecánicas, que han venido protagonizando desde agosto pasado disturbios y acciones contundentes de protesta, han manifestado que este nuevo fallo de Trabajo les coloca "ante el abismo" y han anunciado el reinicio de las movilizaciones. "El conflicto será muy duro, muy largo y muy costoso para todos", advirtieron. Los sindicatos UGT y CC OO han convocado para este mes una huelga general en la comarca minera de Langreo.

Duro Felguera justifica los despidos por las cuantiosas pérdidas de sus dos filiales en Langreo, a causa de las cuales el grupo, formado por 23 sociedades, arrojó en el pasado ejercicio un resultado negativo de 1.533 millones de pesetas.

Javier Cuartas


Publicado en: El País, 2 de octubre de 1993.
Fuente: El País.

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sábado, abril 05, 2008

Felipe Matarranz, «El Lobo», una vida en la guerrilla

Este asturiano de 92 años, autor de tres libros, cuenta sus peripecias en la guerra y en la clandestinidad desde la residencia donde descansa.

Nosotros, los guerrilleros, somos los soldados de la República que nunca entregamos el fusil. Luchamos en la milicia, luchamos en la cárcel, en el monte, siempre...

Habla así Felipe Matarranz porque a sus espaldas carga con 92 años de vida pasada por la milicia de las Juventudes Socialistas Unificadas, por el Ejército del Norte -donde por aclamación fue ascendido a capitán-, en la clandestinidad, en la dirección política de la VI Brigada guerrillera del Norte, la que actuó en la linde entre Asturias y Cantabria... Felipe Matarranz ahora ve pasar la vida en la residencia de ancianos de Colombres. Allí ha escrito tres libros sobre su paso por la vida, sobre la lucha antifranquista. El último es el de sus memorias: «¡Camaradas, viva la República!» (Asamblea 1023, 2005).

-Yo escribo para que no se olviden de nosotros, del Ejército republicano, porque parece que nunca hubo ningún Ejército que defendiera la República. A los guerrilleros nos llamaron bandoleros, comunistas, nos llamaron maquis... Nadie reivindica nuestros servicios, ni la ley ésa que están discmiendo. Todo queda en palabras bonitas. ¿Quién luchó contra los alzados, contra los alemanes, los portugueses, los italianos, las cabilas marroquíes, sino nosotros? -se lamenta.

A Felipe Matarranz le decían en la clandestinidad «José Lobo» y desde su retiro en Ribadedeva continúa con el mismo ánimo la lucha del animal estepario. Ahora el contrincante es otro: sólo la memoria. Hubo una serie de personas que no se rindieron, ni siquiera cuando la represión franquista fue más sanguinaria.

Compromiso político

Nació Felipe Matarranz el 2 de septiembre de 1915 en el pueblo de La Franca, en el concejo de Ribadedeva. Al poco la familia se trasladó a Torrelavega, en Cantabria, donde el padre de Matarranz se convirtió «en el segundo agricultor fuerte» de la villa, recuerda su hijo. «Tuvo en su momento hasta 20.000 plantas de pimientos». Cuando, al terminar la guerra, intentó regresar a sus propiedades «Lobo» cuenta que «le apuntaron con una pistola y tuvo que regresar a La Franca y allí volvió a la miseria».

El compromiso político de Matarranz lo subrayó la Revolución de Asturias, donde, «quitando una acción en un poste eléctrico cerca de Torrelavega», según explica, Matarranz no tuvo ningún papel importante. Se afilió a los 14 años a las Juventudes Comunistas, que poco después se unificaron con las Socialistas. De esta unión surgieron las JSU, que dirigía entonces Santiago Carrillo. Quedaban lejos, todavía, los años más convulsos de la historia contemporánea española, los del golpe de Estado y los de la guerra civil.

-Todavía hay quien dice que luchamos anarquistas por un lado, comunistas por el otro... Lo que hicimos fue defender la República y el Gobierno salido de las urnas del 16 de febrero de 1936 -sostiene todavía Felipe Matarranz, que habla con serenidad del paso del tiempo, que contempla la vida en una sala de espera del asilo tras cuyos tabiques se escucha el rezo del rosario, como una letanía.

Felipe Matarranz, antes que guerrillero, fue miliciano, y antes de todo aquello se dedicaba a la ebanistería. Matarranz, «El Lobo», trabajaba como carpintero cuando estalló la rebelión militar de Canarias y África... La madera y la formación en la Escuela de Artes y Oficios de su población de acogida hicieron que en los años más turbios pudiera dar la atención requerida a su familia.

El levantamiento

Cuando el 17 de julio de 1936 el general Franco se levantó contra la República Felipe Matarranz vivía todavía en Torrelavega, era militante de las JSU. A su decir, «sabía qué estaba ocurriendo en el país, sabía que algo se estaba fraguando». Lo que hizo entonces fue acudir con algunos compañeros de la organización al edificio consistorial de Torrelavega. «El alcalde de entonces se llamaba Pedro Lorenzo y era republicano y nos dijo: "Yo estoy aquí por vosotros"».

Iban a pedir armas, pero no hubo nada. Se tuvieron que apañar con las escopetas de caza que requisaron entonces. «El día 19 ya habíamos formado la milicia local», recuerda. La guerra era una realidad en la segunda ciudad de Cantabria.

La ley de la memoria

Hablar de la memoria y legislar los recuerdos parecen dos contrasentidos continuados. En la actualidad el PSOE e IU han conseguido llegar a un acuerdo para la aprobación de una de las leyes más significativas de estos últimos años. Su nombre oficial -de momento- es «Proyecto de ley por la que se reconocen y amplían los derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron violencia durante la guerra civil o la dictadura», decir, la ley sobre la memoria histórica. A pesar de este acuerdo, la ley de memoria histórica dista mucho de poder ser aprobada porque precisa el apoyo de otras fuerzas del Congreso: CiU, ERC... y eso se aleja todavía de la actualidad.

Historiadores, como Enrique Moradiellos, consideran un contrasentido hablar de memoria y de historia en el mismo sintagma nominal. Moradiellos cree que la primera es sólo una herramienta para hacer la segunda, es decir, que la historia se hace con la memoria, pero que la memoria no siempre tiene por que ser historia.

El objetivo principal de esta futura ley, sin embargo, es que las víctimas de la dictadura vean reconocidos sus derechos perdidos. De momento, lo que se ha conseguido es llegar a un acuerdo: los juicios en los años de Franco han sido declarados ilegítimos.

La guerra

La primera acción en la que participó la unidad de Matarranz fue la defensa del puerto de El Escudo.

-No teníamos más que escopetas de caza y, a veces, ni eso... algunas eran de aire comprimido. Los enemigos -llama enemigos a los falangistas, a los soldados nacionales- llevaban fusiles y pistolas. No teníamos ningún conocimiento sobre la guerra -concluye.

El inicio de la batalla fue el de la lucha desordenada. Solo con la ambición de mantener un estado de las cosas, salido de las urnas no se consigue ganar la guerra. Pero entonces, en los primeros días, desde el bando republicano pocos trataron de poner orden en el desconcierto de las milicias, del reparto de las armas, de la lucha contra los sublevados.

Torrelavega quedó, como Asturias, del lado del Gobierno de Manuel Azaña. En septiembre de 1936 los milicianos se organizaron en batallones del Ejército republicano.

-Yo quedé en el 110 de Los Tornos como cabo tirador.

La peripecia bélica fue larga y geográficamente muy amplia. Matarranz defendió distintos puntos del Frente Norte de las provincias de Asturias, Cantabria y el País Vasco.

-Nos movíamos por todo el frente -recuerda.

Uno de los episodios más señalados de aquellos años fue cuando cayó herido, se desangró y, le echaron «a la pila de los muertos».

Todo esto sucedio en Las Cabañas de Noceco. Fue herido en la ingle, perdió el conocimiento y casi toda la sangre... Fue Francisco Guerra, el medico del batallón, quien se dio cuenta de que vivía.

-Me recuperé en el convento de la Bien Aparecida -bromea.

La clandestinidad

Felipe Matarranz no subió al monte, no se armó contra la represión. En un principio fue un enlace que andando el tiempo se transfomaría en el director político de la VI Brigada guerrillera del Norte.

El escritor Alejandro M. Gallo, que acaba de publicar «Caballeros de la muerte» (Laria, 2006), una novela sobre la guerrilla, el paso del tiempo, las relaciones con la historia, explica que la guerrilla asturiana, por su desconcierto, se fue organizando día a día.

-Yo escapé de Santander y quería llegar a La Franca, que era mi pueblo. Me cogieron en Torrelavega, me detuvieron, me juzgaron y me condenaron a muerte. Pero no me mataron. Luego, al poco, me volvieron a juzgar y otra vez me volvieron a condenar a muerte.

Felipe Matarranz, al final de la contienda, unas semanas antes de la caída del Frente Norte, logro cruzar las líneas. Llanes cra la frontera, en Posada.

Pasé las líneas por la noche, pero no me di cuenta. Escuché algo así como «estos hijos de puta...» y me dije: estoy con los míos.

La cárcel fue el momento de la organización. Pasó Felipe Matarranz por Torrelavega, Santander, Alcalá de Henares... En prisión fue donde supo de los que defendían La Franca. Vivió Matarranz en la clandestinidad.

-Era carpintero. Trabajé incluso en la restauración de un santo.

Matarranz era uno de los contactos de los «fugaos» con el mundo, nadie sospechaba de él. Fue nombrado responsable político dee los guerrilleros que se movían a uno y otro lado del Deva.

En 1948 una traición devino en redada. Los guerrilleros de Matarranz cayeron en manos de la Guardia Civil. «Lobo» fue apresado de nuevo. Pero su lealtad no murió. Todos los días recuerda que su lucha fue por el restablecimiento del estado de las cosas que habían surgido de las urnas de febrero de 1936.

-Por eso escribo, para que la gente no se olvide -concluye.

Saúl Fernández


Publicado en: La Nueva España, 8 de julio de 2007.
Fuente: Fundación Juan Muñiz Zapico.

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Los 5 de Celorio

http://video.google.com/videoplay?docid=-4373416586881979875&hl=es

Documental sobre la exhumación de los 5 cadáveres de republicanos fusilados en Turanzas el 24 de noviembre de 1937, realizada por el FMOA (Foro por la Memoria del Oriente de Asturias) y la Federación Estatal de Foros por la Memoria en abril de 2006.

Fuente: Google vídeo.

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