El cielu por asaltu

Recuperar la dignidá, recuperar la llucha. Documentos pa la hestoria del movimientu obreru y la clase obrera n'Asturies.

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sábado, marzo 18, 2006

La huelga de los 100 días



Reseña del libro La huelga de la construcción asturiana en la Transición española, de César Alberto Rosón Ordoñez.

Historia de la lucha social olvidada en la Transición desconocida


Amigo lector: seguro sabe usted que, tras la muerte del dictador Franco, un proceso denominado La Transición Política Española transformó el gobierno dictatorial, impuesto por los vencedores de la guerra civil, en una monarquía democrática. La versión oficial lo convierte en una reforma política ejemplar, fruto de la voluntad y determinación de unos pocos prohombres del momento; destacándose con insistencia el papel representado por el rey Juan Carlos, hasta convertirle en centro rector de toda la operación.

Mas si uno busca algo de verdad en lo ocurrido durante ese periodo de nuestra historia reciente, encuentra que una versión oficial tan interesada carece del más mínimo rigor, pues explica los hechos como si de un cuento oriental se tratara, donde un gran rey, coronado por un tirano genocida de su propio pueblo, despierta una mañana seducido por un revelador sueño democrático y, presto, convoca a los políticos para instaurar la democracia en su reino.

El libro que aquí presentamos, sin pretender erigirse en la verdad alternativa, nos descubre la trama del engaño, permitiéndonos revivir, a través de sus páginas, un episodio crucial para la configuración de la España que hoy padecemos. Centrado en la dura huelga que los trabajadores de la construcción ganaron en Asturias, en la primavera de 1977, de las hojas del libro brota la lucha social que cercaba al régimen postfranquista, y que provocó una rápida intervención de fuerzas políticas, económicas y sociales de distinto signo, tanto nacionales como internacionales, para rescatar al capitalismo español de tal asedio. La lucha socio-laboral recobra su protagonismo olvidado, como una de las claves esenciales de la Transición, por más que el poder pretenda erradicarla de la memoria colectiva de su pueblo. Así reproduce una de sus páginas declaraciones de Fraga Iribarne al diario Le Monde en marzo de 1976, refiriéndose a tal lucha: «Lo que sucedía entonces en la calle, en las fábricas ocupadas, en las iglesias, era algo más que una agitación obrera. Todo el mundo reconoce hoy que se trataba de una acción típicamente revolucionaria.»

Mediante una rigurosa y sistemática labor de investigación, siempre contrastada, el autor, cual genial demiurgo, devuelve la vida al pasado para que auténticas personas, en vez de personajes, reconstruyan su devenir. Son trabajadores, hábiles constructores de otras obras, quienes aquí se convierten en hacedores de la historia, culminando su huelga con la victoria, en un memorable ejercicio de autogestión y acción directa. El autor, como uno más de ellos, se limita en la narración a animar y coordinar relatos, documentos y recuerdos revividos; igual que animaba y coordinaba desde las asambleas y desde los comités la lucha que nos relata. Merced a este ingenioso proceder, el libro se convierte en una máquina del tiempo capaz de volvernos al pasado, e incluso, si nos lo proponemos, de corregir sus errores.

Escribimos, pues, acerca de una historia de abajo, surgida del corazón mismo de un pueblo rebelde, puesto en pie para defender su dignidad. Un relato donde es la propia vida que bulle en las calles la que lo narra, donde son los hechos que ocurren en lugares concretos los que lo cuentan. Un relato que la alegría de la gente unida en la lucha grita, invitándonos a desaparecer, perdidos entre las páginas del libro, para sumarnos y participar de nuevo en sus vibrantes asambleas. Gozamos aquí de una historia libre de la perversión agradecida que impregna los textos oficiales, tan relumbrantes hoy en los lupanares culturales del Poder.

Además de la huelga en cuestión, el año 1977 fue prolijo en acontecimientos históricos cruciales para nuestro porvenir: legalización del PCE y de los sindicatos; primeras elecciones democráticas; Pactos de la Moncloa... Todos resultan bien ensamblados en el libro, con su espacio preciso y su justa importancia. En otro alarde excelente de rigor y análisis histórico, el autor casa a la perfección las piezas de su inventario, interrelacionando con naturalidad lo trascendente y lo anecdótico; lo particular y lo general; lo local y lo nacional e internacional. Ello nos permite, tanto rescatar la memoria histórica de esa época, tan necesaria para avivar el movimiento obrero actual, como entenderla e interpretarla correctamente.

En este sentido, la huelga de la construcción asturiana, entroncada con la corriente autónoma y autogestionaria que caracterizó la lucha contra el capitalismo franquista, es ya un hito importante, aunque modesto, en el movimiento obrero. Quebró en su momento las bases del Pacto Social (entreguismo de la izquierda) que sostiene la transición política pasada y la democracia presente, y puede ser hoy modelo de lucha en nuestro afán por emanciparnos del trabajo, de la opresión política, y de la explotación capitalista.

Autonomía frente a dependencia de partidos políticos; autoorganización contra dirigismo, son signos visibles de la oposición dialéctica entre sindicalismo revolucionario y sindicalismo institucional presente a lo largo de toda la Huelga, y que resume en las páginas del libro, el propio presidente de la patronal asturiana, y diputado, Rubio Sañudo: «[...] queremos negociar con las centrales sindicales más conscientes como son USO, UGT y Comisiones Obreras. Estas centrales defienden el puesto de trabajo y por tanto es posible llegar a un acuerdo con ellas. Son las otras centrales las que propugnan la revolución, o el anarcosindicalismo, las que intentan establecer unos sueldos que las empresas no pueden pagar [...]»

Y al igual que en las grandes obras de ficción, liberados los actores y el propio relato de la tutela del autor, este libro no puede ofrecer conclusiones por sí mismo. A cambio, nos proporciona argumentos y razonamiento para disfrutar ejercitando nuestra propia lógica deductiva. Una de las muchas deducciones posibles nos lleva a una conclusión elemental apenas finalizada su lectura: Mientras un movimiento popular se desarrolla autónomo y autoorganizado genera una fuerza vital incontrolable para el poder establecido, tanto en funciones de gobierno como en la oposición; y esa vitalidad conforma los únicos momentos de la historia en que la humanidad prospera de verdad a través de la libertad y la justicia. Así es en todas las grandes gestas de los pueblos.

Advertimos que el libro presentado «no es una obra concebida como un lujo cultural por los neutrales» (G. Celaya). Nada hay más malintencionado, además de imposible, en una creación personal que pretender la objetividad. Siendo el autor a la vez uno de los huelguistas más comprometidos, parece lógico que «tome partido hasta mancharse». Pero no buscando la obra currículo, fama, ni dinero, será un compromiso solo con la autenticidad del relato; pues el libro es, ni más ni menos, un servicio a la causa genérica del movimiento obrero, un deber moral –en palabras del autor– dictado por su formación y conciencia anarquista que le condena, por ello, a él y a su obra, a erigirse en paladín de la Verdad.

Sirva esta reseña de homenaje al encomiable trabajo histórico que mi entrañable amigo Rosón realizó en torno a una huelga vivida por ambos en primera línea. Un relato que nos brinda un reencuentro enamorado con el pasado reciente de un orgulloso movimiento obrero en plena rebeldía, y aún vivo, al menos en nuestro recuerdo.

José Ramón Palacios


La huelga de la construcción asturiana en la Transición española
, César Alberto Rosón Ordoñez.
Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo. Madrid, 2003. 563 pp. 24 euros.


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