Eco de tinieblas
Europa en 1934
Si bien el fascismo italiano podía parecerles a los militantes de la izquierda española un absceso histórico, un accidente; la repetición del fenómeno en Alemania, representaba la confirmación de una variante en las reglas del juego. La presencia de una alternativa contrarrevolucionaria como el fascismo cuestiona en los hechos, visibles, dramáticos, evidentes, proyectos socialdemócratas, golpismos militares de minoría, acciones a largo plazo. Está sobre la mesa el problema de la supervivencia de la clase trabajadora organizada.
Goering ha sido explícito:
"Nada era más necesario que la intervención contra los seductores, los agitadores y sus mismos jefes. Los campos de concentración fueron creados con tal finalidad. A ellos fueron enviados, en primer lugar, millares de funcionarios de los partidos comunista y socialista."
Desde hace un par de años, los militantes de izquierda en Alemania han sido torturados, fusilados, apaleados hasta la muerte, envenenados y los sobrevivientes encerrados en campos de concentración donde impera un reglamento excepcional:
Artículo 11: "Quien haga o política o comunique informes sobre el campo de concentración, será ahorcado".
A lo largo de 1934 la situación política alemana evolucionará hacia la consolidación del régimen nacionalsocialista.
El 29 de junio de 1934 Hitler desencadenará la “noche de los cuchillos largos”; la purga de su propio aparato, al que destruye sin piedad, eliminando radicalismos absurdos, y terminando así de cerrar la alianza entre el nazismo y el gran capital. Se acaban, con la muerte de Röhm y de los cuadros de las SA, las veleidades de “la segunda revolución”. La instauración del terror tiene el doble objeto de depurar las filas y mandar mensajes a sus aliados bajo la forma de cabezas cortadas.
El dos de agosto del mismo año, al morir Hindenburg, Hitler se convertirá en Canciller de Alemania.
La oposición de izquierda se encuentra destruida, y sus restos condenados a la resistencia en las catacumbas o al exilio.
Ante la terrible evidencia, la Internacional Obrera Socialista (IOS), la Internacional Comunista y la Asociación Internacional de Trabajadores han tenido que corregir sus puntos de vista.
Italia podría haber sido la excepción. Para los que no quisieron creer, Alemania es la dolorosa confirmación.
En febrero de 1933 la IOS inicia el cambio de táctica: "En un llamamiento dirigido a los obreros de todos los países, con fecha de febrero de 1933, la dirección de la Internacional Obrera Socialista declara estar dispuesta a entablar relaciones con la Internacional Comunista, a fin de organizar acciones comunes contra el fascismo. Pone como única condición que cesen los ataques recíprocos. En la conferencia que la misma IOS celebra en agosto de ese año, la “izquierda” –representada en ese momento por Nenni, Grimm, Ziromski, Spaak y otros- adopta una posición similar a la que en esa hora tiene la Komintern: frente al avance fascista la clase obrera no tiene más opción que la lucha directa por el poder. Adler y Blum, representantes del “centro”, se atienen a las posiciones reformistas tradicionales, pero admiten la acción común con los comunistas, bajo la condición más arriba indicada".
Para Alemania es ya muy tarde, en enero de 1934 el Comité Socialista Alemán desde Praga confirma la tesis, pero ya sin una fuerza que la sostenga:
"En la lucha contra la dictadura nacionalsocialista no hay posibilidad de compromiso alguno. No caben en ella el reformismo ni la legalidad".
El PC alemán responderá en agosto, declarándose por que los trabajadores de su tendencia ingresen en los Sindicatos Libres en Alianza con el PSD. Muy tarde ya, los nazis están en el poder, el aparato de la Socialdemocracia y del Partido Comunista destruidos, los Sindicatos Libres desarticulados.
En mayo de 1934 se inicia el viraje de la Internacional Comunista con la publicación en L’Humanité de un artículo de Pravda en que se sugiere que en Francia puede desarrollarse la alianza con los socialistas.
La situación de aislamiento en que va quedando la URSS y la posibilidad de una agresión generada a partir de la Alemania nazi hacen reconsiderar al aparato stalinista su política internacional, y revisar la debacle de los planteamientos ultraizquierdistas de la IC que los han mantenido en guerra, constante contra la socialdemocracia a la que caracterizaban de “último bastión del capitalismo”, “socialfascismo”; y contra el anarcosindicalismo al que calificaban de “anarcofascismo”. La Internacional virará del izquierdismo sectario al derechismo de colaboración y comenzará a formular su teoría de los frentes populares, poniendo a la cola de las “burguesías progresistas” al movimiento obrero.
Pero meses antes de que la IC desarrolle su viraje político, y que se inicie la colaboración con los socialistas, en el mes de febrero, dos acontecimientos políticos, las movilizaciones antifascistas en Francia y la masacre del Socialismo austríaco, se convertirán en experiencias determinantes para la formulación de una línea política dentro de la izquierda española.
Utilizando la descomposición del aparato gubernamental producida por el escándalo Stavinsky (un sonadísimo caso de corrupción en el que se veían comprometidos políticos radicales), y con el pretexto concreto de la destitución del profascista prefecto de París Jean Chiappe, el seis de febrero de 1934 el fascismo se lanzo a la ofensiva. En una manifestación en la Plaza de la Concordia se produjeron 14 muertos y cerca de 1300 heridos.
En la manifestación antigubernamental coincidieron junto a los fascistas los militantes del PC. La consecuencia de este primer choque fue la dimisión del primer ministro y su sustitución por un aparato gubernamental más reaccionario.
El 9 de febrero los comunistas realizan para borrar el mal sabor de boca de su inoportuna, aunque accidental colaboración con el fascismo, una gran manifestación que sale a la calle a pesar de la prohibición gubernamental y choca contra las fuerzas de ejército y policía.
La CGT influida por los socialistas llama a huelga general para el día 12 y ésta es apoyada por los comunistas. A pesar de las actitudes ultrasectarias del PCF y de las posiciones conciliadoras de la socialdemocracia, la confluencia de las bases en torno al antifascismo se produce en las calles. A lo largo de los días 9, 10 y 11 salen manifestaciones y se realizan mítines en todo el país. La huelga general resulta una impresionante demostración de fuerzas de la precaria alianza PC-Socialistas-Sindicalistas, y detiene la movilización fascista y las concesiones del gobierno a la derecha.
Si los acontecimientos franceses inquietan a los partidos obreros europeos lo harán más los sucesos de febrero de 1934 cuando el Partido Socialista Austríaco es desmontado por la represión. En permanente retroceso ante el gobierno reaccionario del canciller Dolfuss, con la presencia de la Alemania nazi al otro lado de la frontera, con un fuerte movimiento fascista en desarrollo, la socialdemocracia había pasado de ser un bastión parlamentario-sindical determinante en la política del país, a ser una fuerza acosada.
Sus acuerdos de defenderse del fascismo con las armas en la mano llegaron tarde. La ofensiva de Dolfuss clausurando el parlamento, limitando los poderes de los municipios en manos de los socialistas y disolviendo los cuerpos paramilitares de las juventudes, hacían prever el choque.
El 30 de enero el ejército disuelve el Partido Socialdemócrata en el Tirol y en algunas poblaciones austríacas. Linz es ocupada.
El 11 de febrero, sin consigna de la dirección central, las escuadras de choque socialistas responden con las armas en la mano al intento de tomar sus locales en Linz.
El levantamiento se extiende a otras regiones, aún con titubeos. La huelga general fracasa a causa de la debilidad en la que se encuentra el movimiento obrero. Las milicias socialistas (el Schutzbund) luchan durante cuatro días en las calles de Viena. El gobierno utiliza la artillería. Los grandes bloques de viviendas socialistas de Viena son destruidos por la metralla. Centenares de socialistas mueren. Los dirigentes que caen en las manos de la policía son ahorcados.
Al finalizar la insurrección defensiva, el socialismo está muerto en Austria.
La presencia de las dictaduras fascistas en Alemania y en Italia; la beligerancia de las formaciones fascistas en Francia y la necesidad de la unidad obrera para enfrentarlas; la masacre del socialismo en Austria a manos de un gobierno reaccionario-católico que abre las puertas al fascismo, constituyen acontecimientos que generan un continuo eco en la sociedad española, un eco de tinieblas lleno de terribles advertencias.
Publicado en: Historia General de Asturias, tomo VII: Octubre 1934 (El ascenso); Paco Ignacio Taibo II. Editor Silverio Cañada, Xixón, 1978.
Digitalización: El cielu por asaltu.
Etiquetas: Ochobre 1934
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