El cielu por asaltu

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jueves, julio 12, 2007

Informe de Juan González a la UJCE sobre el Octubre asturiano

Informe del camarada Juan González al Comité Central de la Unión de Juventudes Comunistas de España sobre los sucesos revolucionarios de Octubre de 1934 en Asturias.


Estimados camaradas, salud: Antes de entrar de lleno en el informe, sobre los sucesos revolucionarios desarrollados últimamente en Asturias, quiero hacer algunas consideraciones, que expliquen, si éstas llegasen a existir, las diferencias de criterio con otros camaradas, sobre la cuestión objeto de este informe. Es mi criterio el que este informe abarque no sólo el hecho insurreccional, sino también que se refiera éste a nuestra línea a seguir en aquella región principalmente en lo que se refiere a nuestras relaciones con los jóvenes socialistas: pero sobre esta última cuestión tengo que sortear algunas dificultades que se explican fácilmente. He vivido intensamente la insurrección asturiana dedicando todas mis actividades a la organización de la insurrección armada, descuidando la cosa política que yo creí bien orientada y atendida por nuestro partido. Durante todo el período insurreccional he estado en todo momento en las barricadas, al lado de los trabajadores, tratando de cumplimentar, explicándolas a los trabajadores, aquellas famosas directivas de Marx y Lenin sobre la insurrección armada cuyo valor ha aumentado por las experiencias de los movimientos revolucionarios en el mundo entero. Y esto que se refiere particularmente a mí, puede referirse también a los demás miembros responsables de la Unión de Juventudes en Asturias. Es decir ha sido nuestra única actividad. Sin previo acuerdo los miembros de la juventud han ido a las barricadas a trabajar en el sentido ya indicado: mientras entregábamos a los responsables del partido el trabajo político que lamentablemente no han sabido realizar —(como se verá a través de mi informe)—. ¡Magnífico papel el jugado por nuestra organización en la insurrección armada y magníficos los resultados obtenidos, que han obligado a los jefes socialistas a aceptar el impulsar la insurrección hasta sus últimas consecuencias! No tan satisfactorio el resultado del trabajo del Partido en el aspecto político, que nos hubiera permitido conquistar la hegemonía del movimiento obrero en Asturias.

El prestar todo nuestro calor a la insurrección armada hizo que pasasen desapercibidos para mí ciertos detalles que serían muy necesarios para juzgar justamente nuestro papel en la insurrección hasta en sus últimos detalles. De gran número de cosas me he enterado después fugitivo por los montes, en conversaciones con otros camaradas y más tarde en ésta, cada compañero que llega me proporciona algún dato que me sirve para ir conociendo con exactitud lo ocurrido en toda la región, durante y después de la insurrección. Por otra parte, siempre que he podido he hablado con obreros de otras tendencias especialmente jóvenes socialistas, y así orientarme en una forma directa de cuál es el verdadero estado actual de la masa obrera en general en Asturias; sobre todo por su importancia he prestado especial atención a los mineros que son decisivos en aquella región. Se encontrarán lagunas en mi informe, pero éstas son impuestas por las anómalas circunstancias en que he recogido los informes necesarios para esta labor. En este informe me referiré solamente a aquello sobre lo cual creo haberme formado un juicio decisivo y fijo y dejaré en suspenso detalles sobre los cuales no puedo opinar por ser incompletos los datos que poseo y temer incurrir en apreciaciones falsas que pudiesen perjudicar a nuestra organización, si ésta no se sitúa con justeza frente a los acontecimientos revolucionarios de la región Asturiana.

Y hecho ésta, para mí necesario paréntesis, paso a mi informe.

La situación de las Juventudes y el Partido en cuanto a organización eran deficientísima. Había células de empresa en número bastante elevado, pero la mayoría de éstas no funcionaban como tales y toda su labor se realizaba en torno a los domicilios sociales. Las organizaciones sindicales de la C.G.T.U. seguían organizadas con arreglo al viejo patrón socialdemócrata. El Sindicato Único de mineros el más importante de la región a pesar del acuerdo de un congreso todavía no había llegado a estructurarse en los lugares de trabajo. En este mismo Sindicato existían secciones juveniles, que contaban muy poco tiempo de vida y que por lo tanto podemos considerar que estaban en su nacimiento y que no realizaban ninguna labor.

Es cierto que lentamente se iban bolchevizando en este aspecto tanto nuestras organizaciones sindicales como políticas. Las células ¬¬¬¬¬–algunas– empezaban a realizar algún trabajo como tales; editábanse periódicos en varias empresas, etc., pero distaban mucho de funcionar perfectamente. Por añadidura no existía un órgano tan necesario para la insurrección como las M.A.O.C. Es decir en el aspecto de organización el balance no resulta nada satisfactorio para nosotros. Por otra parte, nuestra organización no realizaba un buen trabajo de reclutamiento, especialmente entre los jóvenes socialistas, por no creer en la radicalización de éstos y considerar falsamente, que toda su posición era pura demagogia. Los propios acontecimientos nos vinieron a sacar de este error, con ocasión de la concentración gilrroblista en Covadonga. Los jóvenes socialistas se lanzaron decididos a la lucha para impedir su celebración y ésto nos hizo ver claro el verdadero estado de los jóvenes socialistas. Querían la revolución y buscaban el camino que les había de conducir al derrumbamiento del capitalismo, pero estaban faltos de teoría revolucionaria, sin la cual no hay revolución posible y era toda nuestra labor la que día tras día debía ir señalando a los jóvenes socialistas el verdadero camino a seguir. Inmediatamente se llamó la atención de todos nuestros militantes en este sentido y en algunas partes se llegó a la formación de comités de frente único. En estas condiciones se produce el acuerdo de ingresar en las Alianzas Obreras y en Asturias nos dispusimos a cumplimentar dicho acuerdo. Para ello hubo necesidad de crear las alianzas puesto que éstas no existían –existía sólo un comité de alianza en Oviedo– y en las conversaciones para ello sostenidas con los socialistas llegó el día de la insurrección. Días antes el C.R. de Juventudes como consecuencia de algunas confidencias había ordenado a todos los radios la rápida formación de las M.A.O.C. y que se situasen convenientemente de una forma local ante la eventualidad del movimiento revolucionario que preparaban los socialistas. Se dieron directrices para el caso de que estallase aquél; y se puede afirmar que a esto se debe el brillante papel desempeñado por nuestros militantes en la dirección de la lucha armada. Al estallar el movimiento nos encontramos con que sólo en algunas partes teníamos representación en los Comités Revolucionarios. La dirección por lo tanto era francamente socialista y poseían además el armamento disponible; la inmensa mayoría de nuestros camaradas estaban desarmados y el resto mal armado que casi equivale a lo primero.

La característica de los líderes socialistas de España entera, en el último movimiento han sido las continuas vacilaciones muy en consonancia con todo su pasado reformista. Querían la revolución porque la reacción amenazaba con desbaratar todas sus organizaciones y desplazarles de sus posiciones y por otra parte temían a la masa en la calle. Y en estas condiciones su único papel ha sido el de freno; trataron por todos sus medios, que fuese la pequeña burguesía la vanguardia del movimiento revolucionario, confiando y poniendo todas sus esperanzas en la insurrección de la Generalidad Catalana y en las conspiraciones de determinados oficiales del ejército que estaban comprometidos. Y el fracaso del movimiento se explica, ya que la pequeña burguesía, históricamente ya no puede jugar ningún papel, y al proletariado auténtica vanguardia revolucionaria se le alejó de la lucha, haciéndole permanecer en actitud pasiva. Pero esto da una idea bastante clara de la debilidad del PC y JC en España y nos obliga a pensar seriamente en ello, si de verdad queremos ser los que conduzcamos a los obreros españoles a la conquista del poder político y al derrumbamiento total del capitalismo.

Los líderes socialistas de Asturias tenían el mismo concepto del movimiento que los del resto de España. Las cosas se desarrollaron de diferente forma hasta tomar los caracteres de una auténtica insurrección proletaria, precisamente por nuestra labor en la calle donde en todo momento fuimos los verdaderos dirigentes del movimiento. De no ser por esta circunstancia la insurrección en Asturias no habría pasado de ser lo que fue en otras partes: en Madrid por ejemplo. Hay multitud de detalles que dan idea clara de que los líderes socialistas no pensaron jamás en impulsar el movimiento hasta el extremo a que éste llegó y que a lo que aspiraban era solamente a una movilización general de carácter, sino pacífico algo que se le pareciese mucho. Para no hacer muy prolijo este informe voy a limitarme a referir el siguiente dato que resulta muy elocuente para explicar las anteriores aseveraciones.

Los socialistas habían llevado una gran campaña de propaganda “revolucionaria”. Tanto por medio de su órgano de prensa “Avance” como en todos sus actos hablaban de “revolución”; claro está que siempre se referían a la revolución en abstracto sin dar nunca directrices para el caso.

Esta campaña trajo como consecuencia el que los obreros de Asturias especialmente los mineros procurase por los medios a su alcance en facilitarse un arma. Y así fue como se efectuó el armamento de los mineros asturianos. Este autoarmamento impidió por completo a los jefes socialistas encuadrar el movimiento dentro de los límites por ellos deseados y facilitó nuestra labor enormemente. En las cuencas mineras no existían más armas que escopetas, pistolas y rifles adquiridos individualmente como queda indicado anteriormente. Los fusiles del famoso alijo se hallaban en Oviedo y no fueron entregados a los obreros hasta después que éramos dueños de toda la cuenca de Mieres y Langreo y estábamos ya a las puertas de Oviedo. Esto obligó a los jefes socialistas a entregar las armas. Las masas dirigidas e impulsadas por nosotros en la calle, desbordaron por completo a dichos jefes y se colocaron en verdadera posición revolucionaria.

De lo anterior se deduce claramente que de no haber estado armados los obreros, los jefes socialistas hubiesen jugado el mismo papel que en el resto de España, no entregando las armas. Lo demuestra claramente el hecho de que en el único sitio donde había armas ocultas —Oviedo— éstos se resistieron a entregarlas hasta que los acontecimientos en la cuenca minera y el empuje arrollador de las masas les obligó a ello.

En todo momento los jefes socialistas trataron de frenar a las masas, dando órdenes de beligerancia con el cuartel, con la catedral “por ser un monumento de inestimable valor artístico”, etc. Es decir, el espíritu pequeño burgués de esta gente se manifestó continuamente, y en todo momento demostraron estar asustados de las proporciones que tomaba el movimiento hasta el punto que a la primera dificultad algo seria –desembarque del tercio y regulares y avance de López Ochoa– desertaron de sus puestos, abandonaron los comités y dejaron a los obreros luchando en la calle. Esto sucedía el día 12; nosotros procedimos inmediatamente a reorganizar los Comités, que quedaron integrados, casi en general por jóvenes socialistas y comunistas y que prosiguieron el movimiento hasta el día 18, en que la circunstancias y la falta completa de munición, obligó a recomendar la retirada, ocultando las armas y procurando que el movimiento obrero no sufriese grandes quebrantos por desmoralización de los trabajadores. Para ello se explicaba en la misma hoja en que se recomendaba la vuelta a la normalidad –normalidad burguesa– se decía a los obreros con toda claridad el porqué de esta orden, y se les exhortaba a continuar firmemente dispuestos a luchar por todos los medios contra el capitalismo español como lo habían venido haciendo hasta ahora. Con ello se evitó que el movimiento terminase de una forma catastrófica y éste se liquidó de forma organizada.

Si el día 12 no hubiese habido quien recogiese la dirección del movimiento, los resultados hubiesen sido catastróficos y el problema que hoy preocupa seriamente al gobierno y a la burguesía española por no encontrar las armas ocultas por aquellos obreros, no existirían puesto que los obreros abandonados y sin dirección no hubiesen tomado tal medida. Hoy a pesar de la sangrienta represión que sufren aquellos heroicos trabajadores, Asturias sigue siendo un fuerte baluarte de la revolución española.

Hasta aquí, me he referido exclusivamente a la labor de los líderes socialistas, que como se ve no es más que una confirmación de nuestras predicciones. Veamos ahora cuál ha sido el papel desempeñado por los militantes más responsables del P.C. Anteriormente ya dejo señalado que eran muy pocos los Comités Revolucionarios en los que teníamos representación, pero éstos eran los más importantes de la región, Sama, Oviedo, Mieres, Trubia, Grado, Gijón y algún otro. El Comité de Oviedo hasta el día 12 fue en la práctica el que hacía de Comité provincial revolucionario y en él había cuatro compañeros. Había pues posibilidades de realizar buena labor. Desgraciadamente nuestros camaradas en los comités salvo excepciones han participado en todas las vacilaciones y errores de los jefes socialistas, especialmente los camaradas Vega, Simón y Lafuente miembros integrantes del C.R. y del Comité de Oviedo, que en todo momento dieron la sensación de marchar a remolque de los jefes socialistas. Interesa hacer constar que durante todo el período de insurrección no se celebró ninguna reunión, ni de miembros responsables, lo que hubiese sido posible ya que casi todos se encontraban en Oviedo. Por otra parte el trabajo en los comités no se ha realizado como “fracción comunista” sino de forma puramente personal; de aquí podemos afirmar que no ha existido Partido Comunista, sino camaradas de menor o mayor voluntad que trabajaban sin control de ningún género. Acusamos a los líderes socialistas de haber abandonado a los obreros en plena lucha y esta misma acusación la tenemos que lanzar contra algunos militantes del P.C. que también huyeron sin decir ni una palabra a nadie, mientras los obreros seguían luchando en la calle y sin preocuparse para nada de la organización de la retirada y recogida de armas. Señalemos a Simón Díaz y Jesús Fernández detenidos más tarde en Portugal a quienes les fueron ocupadas 51 mil y pico pts. Lafuente y Vega que al proseguirse el movimiento bajo la nueva dirección regresaron, pero sin jugar ya ningún papel en la insurrección, todos los compañeros que integraron el Comité de Grado siguieron en su huida a los socialistas, algunos regresaron más tarde y se reintegraron al Comité de aquella localidad. En Sama los camaradas huyeron también en los primeros momentos y regresaron después. En Gijón también abandonaron. De otros comités no tengo informes. El mismo día quedaron reorganizados todos los comités dándosenos representación en todos ellos. A pesar de nuestro deficiente trabajo nuestra influencia iba en aumento, como consecuencia de nuestra labor en la calle.

Cuando se tomó el acuerdo de ingresar en las “alianzas” se hizo bajo la perspectiva de llegar a la democratización de éstas, convirtiéndolas en auténticos órganos de poder proletario. Soy de los que creo que en Asturias no hubo posibilidad de crear “soviets” entre otras cosas por la no existencia de Comités de Mina, fábrica, etc. y por la mentalidad socialista con la que forzosamente había que chocar, pero también creo que sí se pudo llegar a una máxima perfección en los Comités en el aspecto de la democratización de los mismos, sólo con que se hubiese cumplido la línea marcada por nuestro Partido para el ingreso en las “alianzas”.

Resulta difícil averiguar exactamente la posición de nuestros camaradas en los comités, puesto que como ya señalo, con anterioridad, no había control de ningún género pero de todos los datos que poseo ninguno indica que nuestros compañeros hubiesen luchado por una más perfecta organización de los comités revolucionarios.

En Turón, el trabajo del Comité Revolucionario se dividió en diferentes secretarías a quienes dieron el nombre de Comisariados. Al frente de cada Comisariado se hallaba un miembro responsable a quien ayudaba en su labor un determinado número de compañeros quien componían la comisión correspondiente del ramo a que estaba entregada su labor. Este es a mi juicio el Comité mejor organizado de Asturias y de más amplia composición pues lo componían 18 individuos. Todos los demás Comités pecaron de muy restringidos de haberse organizado a espaldas de las masas. Este mismo defecto lo tenían los comités organizados después del día 12 pero hay un avance en cuanto se refiere a la dirección regional que desde ese día está ampliada con un miembro por cada Comité local. Por lo tanto ya se ha conseguido una dirección regional, amplia en el sentido de su composición numérica y más democrática puesto que en ella estaban representados todos los comités de la región.

Nuestro partido ha dejado de luchar, como debía de haber hecho por la organización de los órganos de poder proletario de importancia decisiva en toda insurrección armada. Esto solo ya constituye una grave falta para el partido que se diga revolucionario, pero agreguemos a esto los errores que voy a enumerar y se verá que nuestros camaradas, miembros responsables del P. ponían toda su esperanza en la espontaneidad de las masas. Durante catorce días hemos sido dueños de las imprentas y sin embargo éstas estuvieron paradas cuando tan necesario hubiese sido el editar un boletín o periódico diario en el que al lado de las noticias sobre el avance de la insurrección se publicasen artículos sobre organización, se planteasen y popularizasen las ventajas del poder proletario, con la máxima difusión de un programa mínimo de reivindicaciones que se tenían de haber puesto inmediatamente en práctica, etc.

Las imprentas se utilizaron solamente en la edición de algunas noticias falsas y en publicar algunos bandos contra el pillaje, organización del Ejército rojo y abastecimiento pero nada más. Un periodista burgués –Chaves Nogales– decía que no hubo ni principios de una nueva organización estatal proletaria. Prescindiendo de la mala fe del aludido periodista, nosotros con más razón podemos hacer la misma afirmación.

En Asturias existe un proletariado industrial numeroso pero existe también una cantidad superior de campesinos, que aunque pequeños propietarios casi todos no por eso desconocen la miseria y que están sometidos a explotación sin límites por intermediaros, cargas fiscales, rentas, etc. A estos campesinos que han sido los que dieron el triunfo electoral a Gil Robles el 19 de Nov[iem]bre había que hablarles en el único lenguaje comprensible para ellos; con medidas prácticas, aboliendo rentas y cargas fiscales, editando hojas especiales para ellos. En fin, demostrarles prácticamente las ventajas del nuevo régimen y ganarles para la revolución. Nada se hizo a este respecto, y me temo que los campesinos de Asturias no conserven muy grato recuerdo de los quince días de insurrección proletaria dada su mentalidad y el que no hayan visto más que perjuicios para ellos. La única ventaja que tenemos es la canallesca manera con que fueron tratados por las fuerzas del gobierno y que ha producido una justa reacción.

Al lado de esto pongamos que si el día 12 se hubiese hablado con claridad a los miembros responsables de las distintas localidades se hubiese podido realizar la retirada mejor lograda en todo el mundo y se hubiesen ocultado las armas de tal forma que sería imposible a las fuerzas de gobierno el encontrarlas. Se organizó ésta precipitadamente y confío en sus resultados positivos.

Se comprende fácilmente el estado en que ha quedado el movimiento obrero en aquella provincia. Momentáneamente éste ha quedado quebrantadísimo en el aspecto de organización pero la moral de los obreros permanece inalterable. Es necesario que nuestra organización se preocupe seriamente del trabajo en aquella región enviando uno a varios camaradas que ayuden aquellos compañeros a reconstruir el movimiento obrero.

Los jóvenes socialistas se han afirmado en su posición revolucionaria y es necesario que se lleve una intensa campaña de esclarecimiento de nuestra concepción revolucionaria, pero de ninguna forma debe dejarse de denunciar todas las causas todas las causas que han influido en el fracaso del movimiento. Deben reorganizarse las Milicias en común con los jóvenes socialistas, para lo cual no se han de encontrar dificultades. Como tampoco se han de encontrar para llegar a la Unidad Sindical especialmente entre los mineros.

Esta es la impresión recogida directamente de los obreros de otras tendencias.

El problema de la insurrección sigue a la orden del día. Asturias ha dejar el mismo papel que en el último movimiento, si se les ayuda en el trabajo de reorganización. Para ello es indispensable que nuestra organización preste toda su atención en la ayuda a aquellos obreros y orientar nuestro trabajo hacia los campesinos, que hasta ahora nada se hizo sobre el particular.

27-12-34. Juan González



FUENTE: Archivo Histórico del PCE (Madrid), Sección Documentos, F. VII (109).



Publicado en: Los comunistas en Asturias (1920-1982), VVAA (Coordinador: Francisco Erice). Editorial Trea, Xixón, 1996.
Digitalización: El cielu por asaltu.

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