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martes, julio 27, 2010

Sobre CC OO, unidad sindical y autonomía de los trabajadores en las cuencas mineras de Asturias

Sobre CC OO, unidad sindical y autonomía de los trabajadores en las cuencas mineras de Asturias

Las reflexiones que ofrecemos a continuación son el resultado de la experiencia y la discusión de un grupo de trabajadores independientes que participamos en CC. OO., en Asturias, y cuya posición política, escasamente elaborada a nivel del conjunto, tiende a la búsqueda de nuevas formas de organización ante lo que consideramos el fracaso histórico de los partidos políticos, y más concretamente de la forma leninista de organización.

Partimos del hecho de que, tanto las formaciones sociales del bloque impropiamente llamado socialista (bajo influencia soviética o china) como la práctica política de los partidos comunistas occidentales (hegemónicos o no, prosoviéticos, trotskistas, maoistas…) han resultado vías muertas desde la perspectiva de la liberación de la humanidad, de la liquidación de la explotación del hombre por el hombre, de la lucha por la eliminación de la mercancía y el salario, como formas fetichizadas de la misma. Las unas, porque lo más que han alcanzado es una organización más racional de la explotación, y los otros porque reproducen en su organización jerarquizada el horizonte ideológico dominante de una u otra forma.

Entendemos que la crisis de organización, subsiguiente al triunfo del leninismo-estalinismo como forma universal de organizarse tras la traición socialdemócrata, va acompañada de una crisis teórica y política que ha sumido al movimiento obrero occidental en un oscuro callejón sin salida, al menos sin salida hacia delante. Como consecuencia de que la dinámica histórica obliga a avanzar o, de lo contrario, a retroceder —no hay puntos muertos—, nos encontramos con que, por un lado, las sociedades «socialistas» han entrado en un proceso oscurantista, en lo científico, y represivo en la vida cotidiana, que las convierte en caminos cerrados, desde el punto de vista de la liberación de la humanidad, sólo atentos a reproducirse en tanto que organismos sociales jerarquizados y al servicio de la nueva minoría dominante (¿nueva clase en el sentido marxista?).
Lo mismo les sucede a los partidos comunistas occidentales que, a fuerza de adaptarse al amparo de la táctica más o menos inmediata y según los intereses del partido como tal, han ido retrocediendo hasta presentar como un gran invento eso que llaman «eurocomunismo», cuando no hace falta conocer muy a fondo la historia del movimiento obrero internacional para saber que «eso» no es más que la reencarnación de los puntos de vista políticos de Edward Bernstein, rechazados en los Congresos de 1898 y 1903 del S.P.D. (Partido Socialdemócrata alemán).

Todo lo que surge a la izquierda de estas posiciones, al no poner en cuestión los fundamentos últimos del tipo de organización leninista y al refugiarse en los clásicos como respuesta a la «traición revisionista», se anquilosa en un sectarismo y un seguidismo delirantes y estériles.

Estos planteamientos así enunciados nos han conducido a buscar la salida a esta situación a partir de las organizaciones de masas, que es lo mismo que decir a partir de la lucha diaria de los trabajadores, sabiendo, quizá más como intuición que otra cosa, que la hora de las minorías dirigentes, de las vanguardias esclarecidas exteriores a los movimientos y diferenciadas de ellos, ha pasado, y que LA EMANCIPACIÓN DE LOS TRABAJADORES SÓLO PUEDE SER OBRA DE LOS TRABAJADORES MISMOS.

¿POR QUÉ ESTAMOS EN CC. OO.?

Una vez que, sin ninguna estructura orgánica, decidimos ponernos a trabajar unidos, analizamos la situación y llegamos a la conclusión de que la organización de masas que más respondía a lo que nosotros entendíamos que podía y debía ser una vía de autoliberación obrera eran precisamente las CC. OO. Nos apoyábamos para ello en que esta forma de organizarse era una creación genuina, al menos en Asturias, de la clase obrera en su desigual lucha contra la dictadura franquista (en tanto que forma de dominio político de la clase dominante). En que si bien aquella comisión de La Camocha o aquellas otras de Riquela, Pozo María Luisa, etc., que ya nacieron en los años 50, eran movimientos espontáneos de autodefensa que morían con el problema que las vio nacer, luego fueron adquiriendo más globalidad y generalización hasta convertirse en formidables instrumentos de lucha coordinada en las huelgas de nuestra región entre 1962-65.

También valorábamos que al tratar de convertir aquellas formas embrionarias de lucha —que desaparecían con el reflujo de la misma— en organismos más permanentes, supuso, por un lado, su burocratización, y por otro, hacerlas instrumentos de la política del partido hegemónico en su seno.

Pero todo ello no era obstáculo para que en 1974 nosotros nos decidiésemos a trabajar en el seno de las Comisiones Obreras porque veíamos que el campo de acción era enorme para poner en práctica lo que nosotros considerábamos un auténtico movimiento autónomo de los trabajadores. Creíamos entonces que la gran fuerza y arraigo que las Comisiones Obreras tenían entre los trabajadores asturianos, que las convertía en la más fuerte organización de oposición al franquismo y de defensa de los intereses obreros, las hacían —a pesar de estar dominadas por un partido en sus organismos de coordinación por arriba— el instrumento idóneo para la autoorganización obrera, a condición de desarrollar su potencia en la base y de preservar sus características, que eran:

1) Movimiento sociopolítico de carácter asambleario. Es decir, movimiento que descansa básicamente en las asambleas de fábrica, que son los órganos decisorios y dirigentes de la lucha.

2) Delegados de la asamblea elegidos por la misma y revocables en todo momento. Es decir, delegados que responden a la petición de cuentas de la asamblea.

3) No distinción entre afiliados y no afiliados. Planteamiento coherente con la consideración de la asamblea de TODOS LOS TRABAJADORES como órgano decisorio máximo.

4) Movimiento más amplio que el meramente reivindicativo, que supera los planteamientos económicos y entra en la consideración de la lucha política y la asume.

5) Con todas estas características, el movimiento adquiere una enorme flexibilidad que le permite abordar las tareas cruciales:

a) La unidad sindical, que podría desarrollarse a partir del movimiento asambleario, y que era el único medio para superar, en la práctica, a las centrales sindicales y sus burocracias.
b) La del enlace con los movimientos de todo tipo: ciudadanos, culturales, de la enseñanza…, que es el único camino para globalizar la lucha.

Esta forma de entender el movimiento de Comisiones Obreras que sus dirigentes decían aceptar, al menos sobre el papel, va cediendo ante la tendencia a configurarlas como un sindicato más entre otros, que se presenta como un hecho consumado al inicio del otoño de 1976, a iniciativa de su Secretariado General. Para nosotros la fuerza de las Comisiones Obreras provenía de su carácter de MOVIMIENTO ABIERTO. Al convertirlas en una Central Sindical más (caso P.C.E., M.C.) o en un sindicato, por muy unitario que se llame (P.T.E., O.R.T.), se cae inevitablemente en una corriente sindical, que pugna con las otras, que desarrolla su burocracia…

Eso era claro, y así se hizo saber, cuando se renunció a elegir en asambleas abiertas a los delegados a la asamblea de Barcelona, celebrada en la primavera pasada. Cuando se cedió a esto como consecuencia de la oposición de U.G.T. y U.S.O., se inició la transformación definitiva, al menos en Asturias, que lleva a las Comisiones Obreras a convertirse en la correa de transmisión de la política de un partido (el que resulte hegemónico en cada momento).

Por eso, cuando en el verano de 1976 se procedió a la operación antes aludida de transformar CC. OO. en una central más, operación realizada desde arriba y sin consultar, nos opusimos a ello con todas nuestras fuerzas, como lo prueba el documento que entregamos como anexo.

Estas posiciones, que desmarcaban tanto de la «cacicada burocrática», como de la idea vanguardista y desesperada de los sindicatos unitarios, quedaban reflejadas y confirmadas por los procesos que se daban en la práctica, y que pasamos a examinar a continuación, tomando como base el caso de HUNOSA.

LA HUELGA DE 1976 EN HUNOSA

La esencia de lo que eran las Comisiones Obreras, en tanto que creación genuina de los trabajadores, quedó plasmada durante la huelga de enero y febrero del año pasado, en la que los mineros la pusieron en práctica de forma absolutamente natural. Dirigieron y controlaron la misma a partir de las asambleas de cada pozo, en las que eligieron una comisión de quince compañeros que actuaban como delegados de la asamblea y que constituían con los delegados de los otros pozos una asamblea de delegados que coordinaba la lucha de las cuencas del Nalón y del Caudal. La mesa de esa asamblea de delegados estaba compuesta por un delegado de cada pozo, por lo que al coincidir que eran quince se la llamó la Comisión de los Quince. Esta forma autónoma de organizarse convirtió a la huelga en la más activa y decidida de los últimos años, tanto desde el punto de vista de la movilización como de los resultados. Hay que resaltar que en esas comisiones había compañeros de CC. OO. y de U.G.T., además de independientes sindicales, lo que demuestra que el proceso asambleario, además de salvaguardar la autonomía, permite superar a las centrales sindicales, en tanto que tales, y avanzar hacia la unidad obrera.

Todas las tentativas para hacer a los mineros, que estaban muy fuertes, retroceder y abandonar la huelga, que las hubo, vinieran de donde vinieren, fueron inútiles. Por el contrario, la movilización se extendió a las mujeres, que se constituyeron en Asamblea Permanente de Mujeres de Mineros en Huelga, y desarrollaron múltiples acciones de apoyo (escritos, marchas, manifestaciones, encierro en el arzobispado…). Con la particularidad de que de esa asamblea de mujeres ha nacido en la cuenca del Nalón un movimiento ciudadano con 13 asociaciones de vecinos en trámite que es un fruto, en parte, de la potencia y organización de aquella huelga.

Aquella huelga se saldó con un éxito grande, ya que de las cuatro reivindicaciones que estaban en su base:

- readmisión de todos los despedidos de la minería,
- descongelación salarial para poder negociar el convenio en condiciones reales,
- actualización de pensiones,
- reconocimiento de la Comisión de los Quince,

se consiguieron las fundamentales (readmisión de los despedidos desde 1962, negociación del convenio y reconocimiento de la Comisión de los Quince, que, en aquellos momentos, suponía la marginación del Sindicato Vertical).

Era una prueba de que este camino constituía la única vía para avanzar hacia la autonomía de los trabajadores y la unidad sindical. También fue una demostración de que las burocracias sindicales y los partidos que hay detrás de ellas ponen sus intereses por delante de los de la clase obrera, ya que al acabar la huelga hicieron todo lo posible por desmontar y poner sordina a la citada Comisión de los Quince y todo lo que representaba, en lugar de potenciarla como instrumento que era del movimiento asambleario.

LA DISCUSIÓN DEL CONVENIO-1977

Pero lo que ha sido un movimiento de base no desaparece así como así y menos entre un proletariado avezado, con una enorme intuición y conciencia de clase.

Cuando la Confederación Sindical de Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores se pusieron de acuerdo para discutir conjuntamente el convenio y trataron de llevar esta idea a los pozos, los mineros dijeron que no, que a sus delegados los elegían ellos en asambleas.

Se celebraron votaciones en todos los pozos (en las que votó entre el 70 y el 80 por 100 de los mineros) y salieron 164 delegados de base en la cuenca del Nalón que, imitando la forma de funcionamiento empleado en la huelga anterior, se convirtieron en asamblea de delegados. Allí había que elegir la comisión que debía negociar directamente el convenio. Aquí es donde aparece de nuevo el intento de manipulación, pues la U.G.T. pone como condición el que debe formarse una comisión paritaria entre la Confederación Sindical de CC. OO. y U.G.T. (101 de los delegados son de CC. OO., 43 de U.G.T. y 20 sindicalistas independientes) y no someter el nombramiento de esa comisión a la asamblea de delegados, suplantando el proceso autónomo de representación. En primera instancia los delegados se negaron a esa componenda y los 43 miembros de la U.G.T. se retiraron de la asamblea de delegados.

Sin embargo, aún no hay una conciencia clara de lo que representa todo esto, y la negociación entre dirigentes y la política de no enfrentamiento que practica el Secretariado de Comisiones Obreras, debido a sus posiciones políticas (influencia en él del P.C.E.), terminó por la aceptación de un número mínimo de miembros de la U.G.T. desproporcionado a su fuerza. Sólo el pozo «Carrio» (cuenca del Nalón) rechazó esta forma de funcionar y, por tanto, la firma del convenio. Ello se deriva de la falsa conciencia de la unidad que aún se tiene. Porque el verdadero sentido unitario consistía en respetar el proceso asambleario sin introducir intereses extraños a él.

No obstante, también ha servido para mostrar que la única vía que permite desbordar esos intereses exteriores al movimiento es hacer descansar todo el proceso sindical en el movimiento asambleario, y que la única posibilidad de superar el pluralismo sindical y sus secuelas (Francia e Italia), así como el burocratismo reformista y ramplón, ajeno a los intereses de clase (Inglaterra, Alemania), consiste en potenciar la autonomía de todos los movimientos de base que, como el de los delegados de pozo en la minería, supone un avance evidente en la vía de la autoorganización obrera.

Va a costar trabajo. Es un camino largo y difícil. Nos encontraremos con retrocesos, con aparentes avances de las burocracias sindicales y políticas…, pero no por ello debemos desesperar. Esa es la única fuerza real que tiene la clase trabajadora para encontrar en camino de su liberación.

Marzo de 1977

ANEXO QUE SE CITA

Carta abierta de militantes y simpatizantes de CC. OO. de Asturias

¿Por qué no nos afiliamos al sindicato que se propone desde el Secretariado Nacional de Comisiones Obreras?

El Estado español está viviendo una compleja situación política, en la que está en juego lo que han de ser y hasta dónde van a llegar la democracia y las libertades.

Esta situación ha sido creada por las más amplias movilizaciones de masas que, en las condiciones más difíciles, supieron crear los instrumentos adecuados de lucha contra la dictadura franquista. Uno de los más formidables es indudablemente CC.OO., las cuales se vieron a sí mismas, y fueron para el proletariado y las masas populares el instrumento y la fórmula para, desde las asambleas de los trabajadores, desarrollar las bases organizativas de la Gran Central Unitaria de Trabajadores.

Pero en la lucha por la libertad no están sólo los intereses de la clase obrera. Aparece, por un lado, la burguesía, para quien esa Gran Central Sindical Unitaria es un enemigo mortal que hay que impedir a toda costa que pueda ser creado. Por eso toda la prensa burguesa insiste en que la libertad sindical sólo se alcanza en la pluralidad de sindicatos que, sin embargo, es ajena al único movimiento obrero y a los únicos intereses de clase de la clase obrera.

Por otro lado, las fuerzas vacilantes que, reclamándose de la clase obrera, dudan entre el reformismo y la ruptura, y que son las vías de penetración de la ideología y de la práctica burguesas en el movimiento obrero, tratan de afirmar también la pluralidad sindical.

Sólo la tradicional visión de CC. OO., de arrancar de las asambleas de fábrica con la más amplia participación de todos los trabajadores y con los delegados salidos de ellas hacia el Congreso Sindical Constituyente pueden impedir que esas maniobras prosperen.

Por ello, la decisión de convertir a CC. OO. en un sindicato a través de la afiliación que se propone, entendemos que supone el abandono de las posiciones hasta aquí mantenidas y que representa:

1º) Crear un sindicato clásico.
2º) Consagrar la pluralidad sindical.

Por eso consideramos tal decisión como un grave error histórico y nos oponemos a ello, en nombre de lo que ha sido hasta ahora CC. OO., como creación genuina del movimiento obrero.

De nada vale decir que es un sindicato de nuevo tipo y que tendrán los mismos derechos los afiliados y los no afiliados, ¿para qué entonces la afiliación? No hay ninguna característica ya que garantice un sindicato de «nuevo tipo»; sólo las afirmaciones que se hacen en el proyecto. Pero de frases estamos ya hartos y no nos merecen ninguna garantía, cuando desde los últimos meses el Secretariado Nacional (no las comisiones ni las asambleas), único director en esta orquesta de ejecutantes, viene sistemática y conscientemente diciendo una cosa y haciendo otra.

Es hora de afirmar ya que CC. OO. es un instrumento para realizar las decisiones del Secretariado Nacional (que en última instancia responden a los intereses de los grupos políticos en él presentes, según la correlación de fuerzas existentes, en lugar de ser a la inversa, como se viene proclamando (en una de las ponencias de la Asamblea Regional de Asturias, sin ir más lejos).

¿Qué queda ahora realmente de lo que se proclamaba hasta ayer, de las características fundamentales de CC. OO., como movimiento sociopolítico, asambleario, etc.? NADA. Empiezan a materializarse las características del sindicalismo clásico de corte europeo: liberados, burocratismo, reparto de puestos, decisiones desde arriba sin contar con la base, movilizaciones y jornadas de lucha «decretadas» desde arriba, etc.

Todo esto en lo que respecta al funcionamiento de lo que hasta ahora se llamaba «PARTE ORGANIZADA DE CC. OO.». Pero, ¿en qué se ha tenido en cuenta a la gran masa de trabajadores para tomar esta decisión? ¿Cuántas asambleas de fábrica se han reunido para discutir este trascendental problema para el futuro de la clase obrera? NINGUNA, ésa es la respuesta más clara, que nos demuestra que las palabras y los hechos, han marchado totalmente disociados en lo que respecta al funcionamiento de CC. OO.

Nosotros reivindicamos las posiciones clásicas de CC. OO., incluso según los propios planteamientos y declaraciones de hace sólo unos meses de los actuales dirigentes, que ahora proponen la afiliación. Y eso porque estas características SON LA ÚNICA GARANTÍA DE UN PROCESO REAL HACIA LA UNIDAD SINDICAL, que no sólo es IMPRESCINDIBLE, sino que creemos que, partiendo de ahí, es aún posible.

La única manera de lograr esta meta es, sin duda, hacerse firmes en la idea y en la práctica de que los trabajadores participan y sienten como suyos los organismos de lucha y reivindicación cuando participan en su construcción a partir de las fábricas. Y eso es lo que debe ofrecer CC. OO.

Un sindicato de clase, unitario, democrático e independiente, e incluso sociopolítico en el sentido del proyecto de afiliación, también lo son la U.G.T. y la U.S.O., no nos engañemos. Pero lo que no son la U.S.O. ni la U.G.T. es un movimiento abierto que pueda recoger las aspiraciones de UNIDAD de la clase obrera, a través de la elección de delegados en la ASAMBLEA abierta de trabajadores. Por eso ambas centrales se opusieron con uñas y dientes a que se eligieran en asamblea los delegados a la asamblea de Barcelona; por eso han venido pidiendo insistentemente que CC. OO. hiciese lo que ahora hace. Lo que revela claramente que la táctica de CC. OO., tal y como venía definida por sus características reiteradamente proclamadas, constituía el verdadero peligro para la burguesía de que en este país se pudiera ir próximamente hacia la GRAN CENTRAL SINDICAL UNITARIA DE TRABAJADORES.

Repetimos que este proceso aún es posible y que si llevamos a todas las asambleas de fábrica esta discusión ganaremos la batalla, aunque ésta sea muy dura. En la medida en que toda la clase obrera se pueda pronunciar, taller por taller, fábrica por fábrica, lograremos con toda seguridad la elección de delegados que puedan iniciar los preparativos del Congreso Sindical Constituyente de la Gran Central Sindical Unitaria de Trabajadores de todo el Estado español. Además estaremos poniendo en evidencia las posiciones antiunitarias de quienes se nieguen a la decisión soberana de la asamblea de todos los trabajadores. Esa es nuestra fuera y su debilidad.

En esta misma dirección nos identificamos con lo sustancial de las posiciones mantenidas en la carta abierta de Royo e Ibarrola, miembros del Secretariado Nacional. Creemos como ellos que esta decisión constituye un grave error histórico.

Por todo lo anteriormente dicho, y como miembros de Comisiones Obreras, PEDIMOS:

1º) Que se abra el más amplio debate, libre y democrático, en el que participen todos los trabajadores más o menos ligados a CC. OO., y todos los que estén interesados en el futuro sindical.
2º) Que este asunto lo decidan asambleas masivas a nivel de empresa, local, regional y estatal, y no coordinadoras más o menos restringidas.

Por nuestra parte propugnamos:

1º) No afiliación, pero siguiendo en CC. OO.
2º) Potenciación de las asambleas de todos los trabajadores, en las que se vayan configurando organismos autónomos de dirección de la clase obrera organizada, donde se nombren los representantes.

ASTURIAS, octubre 1976.

Rosa de Asturias


Publicado en: Negaciones, nº3 (mayo 1977), pp. 27-38.
Digitalización: El cielu por asaltu.

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