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lunes, julio 05, 2010

Desde Valladolid a C.S.I. y la clase trabajadora de Asturias

Nuestra intención con la publicación de este artículo es la de analizar desde una perspectiva crítica el planteamiento y la línea de acción que se pretende llevar adelante desde C.S.I., en el ámbito de su proyecto de acción antirrepresiva, desvelando con ello su contenido reformista, su cambio de acción sindical con priorización en el ámbito laboral, derivando a otro, que tras la liquidación del sector naval le garantice su subsistencia como sindicato de servicios, en el ámbito de la legalidad del sistema, así como su propuesta de política de alianzas, con algunas de las organizaciones y sindicatos más colaboracionistas con el sistema capitalista y más traidores a los intereses de la clase trabajadora, con las consecuencias claudicantes y contrarrevolucionarias que ello conlleva.

Para ello, hemos considerado necesaria una descripción de la trayectoria de la Corriente Sindical y su participación directa en todo el proceso de reconversión del sector naval en Gijón, pues ello nos hará comprender mejor su deriva hacia el oportunismo reformista actual. Analizaremos su actual proyecto antirrepresivo y ello nos dará las claves de hacia dónde se camina y lo que de consolidarse supondrá de regresión en la lucha de clases y contra el sistema capitalista de explotación.

DE CÓMO CAMINA HACIA EL FRACASO Y DE ESTO HACIA EL REFORMISMO ORGÁNICO, IDEOLÓGICO Y PRÁCTICO

Algo de historia.- Julio del año 2000, en asamblea celebrada en Valladolid y tras la información por dirigentes de C.S.I. de la lucha de Naval Gijón y después de un debate analítico del desarrollo de esta, ya se les anunció lo erróneo de su planteamiento orgánico y reivindicativo. Posteriormente, en noviembre y diciembre de 2004, el Comité de Solidaridad de los Trabajadores, por medio de sendas hojas informativas, vuelve a redundar sobre el tema y a denunciar nuevamente el error de planteamiento que se está aplicando en la defensa obrera del sector naval. No obstante, C.S.I., que entonces era el motor de la lucha, continuó con su línea de actuación sin salida y abocada al fracaso.

Varias eran las claves que en nuestro análisis publicado en noviembre de 2004 se planteaban con la intención de clarificar desde nuestra óptica el necesario cambio de planteamiento reivindicativo y organizativo:

a) Rechazo a los acuerdos que establecían unas cuotas de tonelaje a fabricar. Acción contra el Gobierno y la Comunidad Económica Europea con el fin de lograr establecer nuevas cuotas de producción, las necesarias para garantizar la continuidad del sector. Abandono de la vía reivindicativa y sin salida llevada hasta entonces y que se centraba únicamente en la petición de carga de trabajo. Orientación de la lucha por el rompimiento de los acuerdos productivos con la C.E.E. y su renegociación, al tiempo que por la adaptación de la empresa y técnicas productivas y para integrar en ella otros tipos alternativos de producción.

b) Rechazo de la privatización. Lucha por que todo el sector fuera público y que desde los ámbitos gubernamentales se garantizara el mantenimiento de todos los puestos de trabajo y los salarios de toda la plantilla hasta la solución del proceso de readaptación.

c) Rechazo de que la carga de trabajo viniera por vía de fabricación de elementos militares y de guerra y defender la fabricación para uso civil.

d) Rechazo de la vía sindical de negociación planteada por CC.OO. y U.G.T. y el gobierno autonómico, cuya línea de acción desde un principio fue la de romper las luchas, dividir a los trabajadores y a las empresas del sector entre sí; e ir siempre a remolque de los propios trabajadores, que siempre demostraron capacidad combativa.

Pero ni siquiera C.S.I. en Gijón abrió la única vía de representatividad válida, esto es, la autoorganización de la base con el impulso de asambleas con verdadero poder obrero, para desde ellas y no en las élites sindicales, poder decidir sobre sus intereses de clase, sus métodos de lucha y la creación de sus comisiones representativas, así como la orientación de la lucha contra los organismos oficiales y sus nefastas consecuencias, contra la empresa y contra los sindicatos colaboracionistas.

Nos imaginamos que C.S.I. actuó así guiada por sus intereses sindicales, que llegaron a pesar más en el desarrollo del proceso que los intereses de clase, ya que ellos, como los otros sindicatos, se consideraban a sí mismos como los representantes, dirigentes e interlocutores válidos, suplantando con ello y su errónea y encasillada línea reivindicativa a los trabajadores en esta trascendental tarea y llevándoles así a un fracaso anunciado.

En menos de un mes de publicado nuestro análisis, sindicatos y patronal firmaron los más desastrosos acuerdos que afectarían al sector naval y que implicaban a no muy largo plazo su total liquidación; y para más escarnio, estos acuerdos son aceptados en plan tan claudicante, que la única contrapartida será la creación de una comisión de control, que lo único que podrá hacer, será ir constatando la destrucción de los puestos de trabajo.

En el contenido de nuestra información publicada en diciembre de 2004 estaba implícita la crítica a los acuerdos realizados por los órganos sindicales, patronal y gobierno y la claudicación total por medio de la cual los sindicatos que habían sido los bomberos apaga fuegos y rompedores de las luchas, se convierten en gestores del fracaso total del sector naval, copiando la táctica errónea llevada en Naval Gijón y liderada por C.S.I., que continuaba, a pesar de su fracaso, empecinada en seguir con su única alternativa: petición de carga de trabajo, aún después de haber aceptado la pérdida de gran parte de la plantilla y ser el punto de referencia del método a utilizar para la liquidación de todo el sector.

Hoy.- El largo proceso de reconversión del sector naval ya está llegando a su fin.

Esta reconversión, que en ningún momento fue planteada como impulsora de la fabricación del producto naviero y por tanto nunca contempló la actualización ni modernización de sus técnicas de construcción en plan serio, sino sólo el proceso liquidacionista y la especulación con los terrenos de su actual ubicación, es la consecuencia de la desastrosa negociación que en plan claudicante se realizó con motivo de nuestra entrada en el Mercado Común Europeo y de la táctica equivocada de reivindicar únicamente el aumento de carga de trabajo, sin tener en cuenta las raíces del problema.

Más historia.- Muchas fueron las luchas que los trabajadores del naval han venido realizando desde que comenzó el proceso, muchas y muy duras, sobre todo en Gijón, pero por desgracia, con el planteamiento reivindicativo equivocado elaborado por C.S.I., que siempre contempló el mismo esquema central: la petición de carga de trabajo sin tener en cuenta para nada que el cupo de tonelaje a fabricar estaba ya prefijado y su violación hubiera supuesto sanciones de la C.E.E. que ni el gobierno ni las patronales estaban dispuestos a pagar.

El desarrollo de estas luchas careció de una perspectiva amplia que obligara al gobierno a la renegociación de esos cupos. Por otra parte y paulatinamente, se fueron dejando perder puestos de trabajo, mediante las clásicas fórmulas de finalización de contratos, bajas voluntarias, prejubilaciones, etc., trabajadores que una vez liquidados no eran repuestos, dándose una ostensible reducción de plantilla, cuyo número inicial nadie se planteó reivindicar ni mantener, y todo ello negociado y aceptado como el mal entendido y fatídico “mal menor”, que al final siempre desemboca en un mal mayor.

No obstante, no se puede decir que los trabajadores de Naval no hayan peleado, lo han hecho y mucho, y casi siempre en una línea dura, aún teniendo en cuenta la oposición que a este tipo de combate han planteado en muchas ocasiones las élites de sindicatos claudicantes y colaboracionistas como CC.OO y U.G.T., que a la postre siempre estaban al lado de los planteamientos gubernamentales y patronales y por quienes C.S.I. casi siempre se dejó arrastrar en aras de una pretendida unidad sindical tan falsa como nefasta.

Pero aunque el método combativo haya sido el idóneo, estaba claro que el planteamiento reivindicativo, “unitario” y de organización representativa, lo avocaba al fracaso más rotundo de los trabajadores.

Después de tan dilatada lucha, a finales de 2007 la situación era la siguiente: no sólo el sector está prácticamente liquidado, abandonado y sin ninguna salida ni posibilidad de recuperación, sino que, a raíz de la denuncia realizada a dos dirigentes sindicales de C.S.I., ésta ha minimizado el método de lucha, se han cortado todos los intentos de radicalizar el combate y se han desviado los objetivos abandonando el necesario análisis crítico de todo el proceso:

a) Como algo necesario para que el conjunto de la clase trabajadora aprenda y no vuelva a caer en los mismos errores de planteamiento, que por desgracia hoy se siguen practicando en otros sectores.

b) Como algo que tanto los trabajadores del naval como todo el sector social que desde el comienzo apoyó sus luchas tiene el total derecho a conocer.

¿Y cuál ha sido la variación estratégica en la línea sindical de C.S.I. una vez que ha dado por muerta su capacidad de acción en el sector naval?

La nueva estrategia sindical de C.S.I. se desvía hacia un planteamiento antirrepresivo, que curiosamente no se sabe muy bien si surge por la acción represiva contra sus dirigentes o por la realizada sobre líderes y organizaciones en otras luchas. En todo caso y como veremos en el análisis de su pomposo planteamiento, éste sólo se cuestiona la acción policial y judicial, sin tener en cuenta la represión laboral, como si en estos ámbitos no se considerara verdaderamente represiva la eliminación de cientos de miles de puestos de trabajos, por el mero hecho de ser colectivos y entrar en las negociaciones sindicales, que no sólo los aceptan sino que cobran por ello. Lo que nos queda claro es que después de perdida su mayor influencia en el sector naval dada su total e inminente desaparición, esta nueva línea de acción pretende dar continuidad al sindicato fuera del ámbito laboral, que sólo quedará como una actividad de servicios.

ANÁLISIS DEL PROYECTO ANTIRREPRESIVO PLANTEADO POR C.S.I.

No entraremos en una pormenorización de todo el planteamiento, pues consideramos que en su mayoría son capítulos intrascendentes, como el nombre, la posibilidad de nuevos encuentros, el origen geográfico de la propuesta, la fecha de celebración, etc., lo que sí que entraremos a analizar es el contenido y el carácter político y claudicante que lleva inherente en su filosofía, tanto de organización como de acción.

Una simple ojeada al documento de propuesta deja traslucir que el planteamiento en su conjunto está inyectado de contenidos legalistas, reformistas e incluso contrarrevolucionarios.

Legalistas.- Porque todo el planteamiento y su desarrollo se realiza dentro de un marco legal de actuación y, por tanto, bajo la permisividad y el control de las propias estructuras e instituciones represivas que se pretenden combatir, así como dentro de su marco legal ya en sí represivo.

Esto queda suficientemente claro en el proceso organizativo de las jornadas, para las cuales se propone que serían mediante una convocatoria abierta a colectivos y personas de todo el Estado. Y vuelve a repetir: reunión previa convocada de forma abierta; y en el proceso de intervención y formas de trabajo, donde se proponen mesas redondas, exposición de casos y movilizaciones concretas, talleres, actividades extraescolares, actividades culturales y lúdicas, página web, etc. Este proceso nos llena de asombro, pues:

¿Cómo se pretende realizar una función antirrepresiva dentro de un marco legal represivo, sin que ello sea a su vez represaliado?

Una de dos, o se actúa siempre dentro de esos marcos legales permitidos, totalmente inefectivos o, si se actúa fuera de ellos será una táctica liquidacionista, ya que al ser abierta y estar controlada, sufrirán más fácil y selectivamente la acción represiva del sistema. En definitiva, no se puede luchar contra la represión legalizada dentro de la propia legalidad represiva.

Reformista.- Porque siendo el motivo de la represión uno de los principales pilares en los que se asienta el sistema capitalista, no se plantea como objetivo la lucha frontal por la destrucción de sus instituciones, métodos y medios represivos, como son las llamadas fuerzas y cuerpos de seguridad, sistema judicial, sistema penitenciario, sindicatos colaboracionistas, organizaciones mediáticas, integrismo catolicista, sistema jerárquico represivo-laboral, etc.

Esto se orienta, según su documento, desde una perspectiva de denuncia y para la modificación de la legislación correspondiente. Con ruedas de prensa, listas de correo, página web compartida, etc.

Y nos preguntamos:

¿Cómo se puede pretender realizar una lucha antirrepresiva mediante la denuncia, con la participación en una prensa represiva y vendida totalmente al enemigo, o pidiendo a los propios represores que sean ellos quienes modifiquen sus leyes represivas en las que reside el apoyo a su subsistencia? Esto supondría la liquidación de su sistema y, sinceramente, no son tan tontos como quienes articulan este proyecto, dejando en manos del sistema represor todo el control sobre el proyecto, a través de la acción abierta y legal, las ruedas de prensa, las listas de correo, las páginas web, etc. Sólo faltaría, en el colmo de las contradicciones, que esas modificaciones de la legislación se pretendieran conseguir a través de partidos políticos parlamentarios y mediante interpelaciones y propuestas de ley en el parlamento burgués, lo que supondría ya una integración y aceptación total del sistema represor que se pretende combatir.

En definitiva, que ni uno de sus planteamientos tiene un mínimo de carácter revolucionario, sino sólo reformismo puro y duro, mendigando al mismo sistema que practica la represión.

Contrarrevolucionario.- Pues dado el proceso que se propone, la alternativa se desarrollará dentro del propio sistema y con una formulación que admite todo, desde las organizaciones más radicales que son las más criminalizadas y más represaliados a las organizaciones y sindicatos más colaboracionistas, quienes dentro del propio sistema que ya tienen aceptado y del que depende su existencia realizan también actividades represivas en el ámbito laboral, social y político.

Esto, dentro de un planteamiento que aboga por una unidad de consenso con todos ellos, por lo tanto, expuesto a sus ofensivas en defensa del propio sistema, sus leyes e instituciones entre las que se encuentran las represivas, con las que participan y a las que ayudan en su mantenimiento y perpetuación, en una comunión de intereses mutuos. Esto queda también perfectamente claro y reflejado en el documento de propuesta cuando plantea que las jornadas deben ser de muchas personas y colectivos, por lo que su organización y definición deben ser lo más compartidas posible, afirmando posteriormente que “el desarrollo y definición de esto responderá al ritmo de contenidos posibles a partir del consenso”.

Y sinceramente, no entendemos cómo se puede pretender una acción y organización antirrepresivas en unidad con organizaciones y sindicatos que viven y se mantienen del sistema que realiza la represión, es más, que ellos mismos la ejercen sobre sus propios trabajadores a quienes deberían defender. Y como se pretende que la acción ha de estar significada por el consenso con quienes han demostrado en infinidad de ocasiones y aún ahora ser traidores a su clase.

Con un programa de acción como este, el resultado sólo puede ser uno: hacer contrarrevolución. Pero una política de acción sindical como esta ni es casualidad ni responde a situaciones nuevas ni desconocidas, todo es consecuencia de un proceso que históricamente está demostrado, pero que algunos se empeñan en repetir.

C.S.I., que nace como alternativa a la línea de acción claudicante que con el advenimiento de la democracia burguesa asumen las CC.OO. y la U.G.T., en definitiva no conforma ni adquiere un carácter revolucionario de clase; la única variante es una formulación en los métodos de lucha con carácter más radical, pero en nada varían sus criterios ideológicos, políticos y prácticos, de los de las centrales sindicales más colaboracionistas con el sistema de explotación.

Los líderes de C.S.I., que fundamentalmente proceden de la vía sindical reformista, desengañados de su ineficacia y nula actividad, articulan un método de organización y acción que, tras un breve plazo de subsistencia, sobrepasa al reformismo que nunca abandonaron, para acabar en una línea de acción contrarrevolucionaria y liquidacionista, no sólo como organización para la defensa de los intereses de la clase obrera, sino también para los conceptos ideológicos de emancipación de los trabajadores y su toma de conciencia.

Su experiencia como sindicato obrero es corta e ineficaz, pues su mayor influencia, centrada y circunscrita en la lucha del sector naval, nace con unos planteamientos ideológica y prácticamente equivocados, y muere en este campo sin salir de su equivocación, con resultados tan desastrosos que hasta evitan incluso el análisis del proceso que les ha llevado al fracaso, impidiendo sacar a la luz las enseñanzas que de él pudieran servir para evitar nuevos errores repetitivos.

¿Y el por qué de esta obviedad tan necesaria como imprescindible para el avance de la lucha de clase?

Sólo hay una explicación: liquidando el sector en que la Corriente tenía su influencia laboral, muere también su capacidad organizativa y de acción y, por tanto, necesita en estos momentos adoptar como eje de su continuidad otro objetivo que vincule a los trabajadores en torno a su órgano sindical, de ahí que sus élites dirigentes, que pretenden seguir siéndolo, eviten que su error sea constatado por la base, para que esta piense que el fracaso es de los trabajadores y de su incapacidad para conseguir los objetivos que estos dirigentes proponían, mientras que ellos quedan como mártires sacrificados y represaliados a quienes aún deben seguir, aunque sólo sea por ese sentido de culpabilidad inducido.

Con esta intencionalidad se adopta el nuevo proceso del sindicato, que como queda reflejado en el análisis expuesto, nace también equivocado y abocado al fracaso, como sucedió con el proceso laboral de Naval Gijón.

Pero lo que consideramos más grave de estos planteamientos son la represión individual y colectiva que generan, dada la desprotección en la que actúan, su demostrada ineficacia, el desencanto y confusión ideológica que introducen en las bases obreras y la utilización que de ellos hace el sistema capitalista de explotación y su democracia burguesa.

Comité de Solidaridad de los Trabajadores


Publicado en: Solidaridad de clase, nº6 (primavera de 2009), pp. 8-15.
Digitalización: El cielu por asaltu.

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