El cielu por asaltu

Recuperar la dignidá, recuperar la llucha. Documentos pa la hestoria del movimientu obreru y la clase obrera n'Asturies.

Nombre:

jueves, mayo 29, 2008

Las diferencias con el PCE. La polémica FSOA-FUSOA

LAS DIFERENCIAS CON EL PCE. LA POLÉMICA FSOA-FUSOA

Según afirma RÚA sus relaciones iniciales con los militantes del PCE incluyeron la invitación formal en los primeros años de su estancia en Gijón, para que se responsabilizara de su dirección en Asturias...

(…) cuando yo vengo a España, vengo sin ningún prejuicio en contra del Partido Comunista... tan sin ningún prejuicio que, aunque yo no era comunista, los primeros hombres que yo conozco aquí y que se declaran a sí mismos comunistas o haber tenido simpatía por el Partido Comunista son Pin Torre y Ramiro Díaz, los primeros con los que yo trato recién llegado de Alemania. Ellos defienden esa postura, yo mantengo una postura comprensiva sin suscribirla, hasta tal punto que aquel periodista santanderino, Eduardo Rincón, que viene aquí de Madrid en nombre del Partido Comunista me propone la dirección del Partido Comunista en aquellos años y cuando yo le digo que yo no milito en el Partido Comunista, él dice que no importa, que es lo mismo...

Luego se fraguó un distanciamiento progresivo y, a partir de mediados de los sesenta, un enfrentamiento rotundo. Entre los colaboradores en las actividades de la academia de Cura Sama figuraban miembros del PCE, pero RÚA reitera una y otra vez, en su valoración de aquella confluencia, que el PCE convirtió tanto la Academia como Gesto en cantera de afiliación, lo que corroboran varios testimonios y historiadores que se han ocupado de estos hechos como R.VEGA GARCÍA y L.A. GARCÍA LOBATO. (128)

Por otra parte, RÚA sostiene que en el año 1965 tuvo lugar una huelga en la minería para la que un sacerdote de Mieres requirió su colaboración y él, a su vez la propuso a algunas organizaciones (entre ellas el PCE) la redacción de un manifiesto para el fortalecimiento de la huelga. Una vez redactado el manifiesto, el PCE no colaboró en su difusión y RÚA valora así aquella situación:

La huelga se viene abajo. No me dieron ninguna explicación. Más tarde me entero por miembros calificados del PC que se pensaba en el Partido que la clase obrera del momento estaba en posiciones más avanzadas que el mismo partido y que, el concepto vanguardista de Partido, del que partían, no podía admitir esta situación. Aquella, para mi novedad, la consideré un escándalo ideológico. La participación de USO y PC (Comisiones) en las elecciones sindicales del año 66 fue otro duro golpe moral para mí, ya que entendía que esto era ofrecer balones de oxígeno a la CNS. La postura de UGT y CNT respecto a esto me parecía a mí la correcta. (129)

Es a partir de estos antecedentes (junto a otros) es cuando a Rúa se le plantea...

La necesidad de contar con un grupo al margen de todos los existentes se hace entonces para mí perentoria. Fue a partir de ahí, cuando el 66-67 se escriben los principios, el 68 se difunden y el 69 aparece CRAS que nace como organización puente. Trata de ser lugar de encuentro de posiciones diferentes que silencia o pone en sordina las características diferenciales.

Las divergencias entre Rúa y el PCE constituyen una parte importante del germen de CRAS. A este respecto creemos que no se deben olvidar, para enjuiciar en toda su complejidad aquella divergencia, las experiencias personales de Rúa con militantes del PCE en los campos de concentración (aludidos en la primera parte de este trabajo), el antecedente del comunismo heterodoxo de su padre (POUM) y su coincidencia en Alemania con la revolución húngara de 1956. Creemos que todo ello conformó en Rúa la convicción de que la lucha por la transformación social debía ir acompañada, un tanto a lo Orwell, de la prevención de cualquier tipo de dictadura.

Aceptar la organización del PCE hubiera supuesto para Rúa el sometimiento, mientras que la libertad se hallaba en la heterodoxia y la disidencia, aunque ello comportara la maldición, tal como nos ha valorado un admirador suyo de aquellos años:

En Rúa y el resto había un (espíritu) anti-PCE, no anticomunista, sino anti-organización, porque sabían que si triunfaba (el PCE) los arrojaría al infierno, cosa en la que tenían toda la razón del mundo. En ellos obraba el miedo a ser absorbidos o excluidos: porque, o te entregues a las directrices de la organización política, o... ¡fuera! (130)

Y esta otra valoración:

Rúa era visceralmente anti-PCE (aunque el PCE de Gijón por aquella época era muy sectario). Las razones vendrían de atrás e incluso llegaba a negar solidaridad cuando se producía represión contra gente del PCE. (131)

Según otro testimonio, cuando el PCE requería solidaridad con los presos las discrepancias surgían porque el núcleo de en torno a Rúa creía que la petición debía ser de manera genérica y no en base a personalidades y añade que quienes se hicieron con el control de GESTO frente al PCE en diciembre de 1967, se mantuvieron allí varios años y constituyeron la base (en parte) sobre la que Rúa iba a constituir CRAS. (132) Una vez constituido el grupo, las divergencias y enfrentamientos se incrementaron.

En la revista Comunas aparecieron incesantes valoraciones negativas a la “política errónea del PCE”. Unas veladas, otras de forma muy directa. Con motivo del 1° de mayo de 1969, en Gijón tuvieron lugar dos manifestaciones: una en la calle Corrida (convocada por el PCE) y otra convocada por CRAS en el Muro de San Lorenzo-Capua… El PCE se lo recriminó a CRAS a través de su publicación provincial y CRAS respondió afirmando que “no por convocar primero tenía la exclusividad”, que la unidad debía discutirse y que, además, el lugar de la manifestación del PCE era una trampa peligrosa para los manifestantes. (133) Probablemente en aquella ocasión se trataba sobre todo de un alarde de presencia por parte del incipiente grupo con apenas unos meses de actuación.

Desde Comunas se atacó la política de “Pacto por la Libertad”, la aceptación por el PCE de una república democrático-burguesa y se rechazaba el papel supuestamente revolucionario que se atribuía a la pequeña burguesía. Por el contrario, CRAS defendía que la única clase verdaderamente revolucionaria era el proletariado y la clase obrera no podía aceptar ninguna alianza que no fuera dirigida por ella misma. (134)

Si se consuma esta unión en estos términos llegaremos al socialismo o Comunismo de los Consejos. Si la clase obrera se deja engañar (...) llegaremos al Capitalismo de Estado con cualquier nombre con el que se le quiera bautizar y la clase obrera no saldrá de su opresión. (135)

En oposición a la estrategia del PCE (subordinarlo todo al objetivo de la democracia), oponía la de identificar el enemigo del proletariado, allí donde se hallara, y combatirlo. No se trataba de hacer una “revolución para el proletariado” sino “desde el proletariado”. (136)

En Comunas se criticaba al revisionismo, no en sí mismo, sino en cuanto que constituía la teoría del reformismo (“pretendida transformación progresiva de la sociedad por los cauces de la legalidad burguesa capitalista”) y, en otro orden de cosas, se acusaba igualmente al PCE de apoyar un Estado apto para el ingreso en el Mercado Común. (137)

Igualmente se denostaba la táctica de la “Huelga General” propugnada por el PCE, en oposición a las propuestas luxemburguistas (las seguidas por CRAS): una huelga surgida de, por y para la revolución sin admitir distinciones entre si es una lucha económica o política y admitiendo el espontaneísmo. Sobre los planteamientos que, sobre la “Huelga General”, había hecho Carrillo en 1967 se decía en Comunas:

Sólo en la mente de un burgués desconocedor de la lucha obrera cabe el pensar, de acuerdo con los cánones ideológicos de su clase, en la posibilidad de una “huelga general” entendida como “una gran demostración cívica de la nación española entera contra el fascismo de los ultras”. (138)

CRAS, propugnaba, según se ha expuesto, como formas de organización obrera las asambleas y los Comités de Empresa (revocables) y se oponía a la táctica del PCE de participar en las elecciones de los sindicatos oficiales. Desde Comunas y mediante una octavilla CRAS hizo reiterados llamamientos a los trabajadores para que no participaran en la Central Nacional de Sindicatos. Los argumentos insistían en que la participación en las elecciones les interesaba tanto a los tecnócratas del OPUS para otorgarse credibilidad ante la OIT como a los falangistas para dar una imagen de validez al aparato sindical. CRAS, por el contrario advertía del riesgo que suponía la legalidad que atraía luego la represión sobre los líderes obreros, que aquella legalidad que se pretendía aprovechar era una legalidad franquista y que no había coincidencia entre intereses de la clase explotadora y la explotada y que ésta, tenía que conservar su autonomía frente a aquélla. (139) Las maniobras de quienes se creían los “elegidos para dirigir el proletariado” constituían para CRAS la causa de la falta de unidad de la clase obrera en aquel momento. (140) Esta postura de CRAS coincidía con la del aludido movimiento de “Plataformas” (y los “Círculos de formación de Cuadros Comunistas”) que se desarrolló fundamentalmente en Cataluña a partir de núcleos procedentes del disuelto FOC en 1969. (141) Una muestra de las posturas ante las elecciones sindicales de 1971 podría ser ésta:

(...) en las elecciones sindicales próximas la ORT (los “cristianos” según el PCE) ha lanzado consignas de abstención y boicot contrariamente al “Vota al mejor” del PCE y de Bandera Roja. Las mismas posiciones de la ORT respecto a la “farsa” (¡elecciones libres con el artículo 18 suspendido!) han sido tomadas por los grupos de izquierda comunista en general, por el PSOE, por las PLATAFORMAS OBRERAS de Cataluña, Valencia y Zaragoza (corriente constituida a parir de la escisión del MC, llamada ¿Qué Hacer? y de los CÍRCULOS) y por los militantes nacionalistas de Euskadi al igual que por los núcleos anarquistas no colaboracionistas (sic). (142)

No obstante, en septiembre de 1970, con motivo de una huelga en La Camocha, se registró una significativa acción unitaria. CRAS participó con CNT, CCOO, PCE, UGT y USO en el lanzamiento de una octavilla dirigida a la clase obrera de Gijón. (143) Pero a principios de octubre siguiente son sólo UGT, CNT, CRAS y USO las que lanzan otra en la cuenca minera convocando una huelga a partir del día 8 de aquel mes. En la hoja se denunciaban los motivos: ausencia de libertad para discutir los problemas, precios de los destajos, ausencia de mejoras en la Seguridad Social, sanciones por las huelgas anteriores, solidaridad con la que en ese momento seguía en La Camocha y otros casos de represión en el resto del Estado. El llamamiento terminaba a favor de una República Popular y con la exigencia de las libertades de reunión, huelga y asociación. El lanzamiento supuso, a su vez, la detención de algunos militantes de USO en Barredos-Laviana. (144)

La actividad de estos grupos coincide con una difícil situación por la que atravesaron las Comisiones Obreras —también en Asturias— entre 1968 y 1972. FAUSTINO MIGUÉLEZ, al analizar esta crisis, afirma:

Asimismo el golpe infligido a comisiones y el anticomunismo de ciertos grupos políticos contribuirá a agudizar disensiones y controversias entre las comisiones por un lado y la CNT, UGT y CRAS por otro. El nacimiento del Fondo de Solidaridad en 1969, con exclusión de Comisiones Obreras y el PCE si se tiene en cuenta que la solidaridad va dirigida principalmente a la minería y que en tiempos de la Comisión Provincial ha funcionado ya un comité de solidaridad, se comprende sólo en el ámbito de estas controversias.

Estos problemas ideológicos, dentro y entre las organizaciones del movimiento obrero, junto con la desaparición de notorios líderes mineros han podido influir mucho más que el pretendido “retraimiento” en la combatividad minera (...)
(145)

Efectivamente, la constitución de un “Fondo de solidaridad” para ayudar a los obreros en huelga generó un agrio enfrentamiento entre las fuerzas políticas y sindicales. (146) En realidad parece que fue uno de los objetivos primordiales de CRAS, por cuanto en el documento inicial de “organización” el “Fondo” aparece insistentemente como una de las tareas prioritarias. El PCE se abstuvo de participar en el “Fondo” porque, según FAUSTINO MIGUÉLEZ, entendía que el nuevo organismo (y su correspondiente Boletín informativo) debía:

(...) quedar circunscrito a la solidaridad económica, suprimiendo tanto el editorial político como la iniciativa de convertir este organismo de solidaridad en plataforma política. Dos son las razones de tal postura: la primera, que las plataformas políticas han de hacerse a base de los partidos, o de los partidos y organizaciones sindicales, pero al margen de la ayuda a los represaliados que es una cuestión básicamente económica y que tiene que funcionar expeditamente por encima de los problemas políticos; la segunda, que considera inaceptable la propuesta de los demás grupos de decidir el contenido del editorial político en base al principio “una organización un voto”, puesto que opinan que algunas de tas organizaciones presentes tienen escasa representatividad entre los trabajadores corriéndose, por tanto, el peligro de adoptar decisiones y formular valoraciones políticas al margen de la realidad de Asturias” (...) CCOO y el PCE, en consecuencia crearon su propio organismo al efecto: la “Comisión de Solidaridad,” con su correspondiente boletín, en mayo de I970. (147)

UGT, USO, CRAS y CNT expusieron a la opinión pública en una hoja informativa la propuesta, el proceso de discusión, la respuesta negativa de CCOO y del PCE e incluso la aparición de falsas listas. La hoja terminaba haciendo reflexiones sobre lo absurdo de la existencia de dos fondos y haciendo un llamamiento a la unidad. (148)

Comunas, particularmente enjuició así el conflicto:

(...) las COMUNAS REVOLUCIONARIAS, aunque desde su fundación como grupo, y a través de sus grupos de fábrica, siempre se ocupó de canalizar la ayuda de los trabajadores haciéndola llegar a los represaliados y huelguistas o enfermos y presos, entendió que nunca debía sacar un capital político; en consecuencia, no pidió como COMUNAS, ni mucho menos trató de repartir como COMUNAS; ni tampoco trató de desviar la canalización de la ayuda a través de otras organizaciones. Desgraciadamente alguna organización no hace lo mismo, y ello puede crear confusión entre los trabajadores y poner en peligro la solidaridad.

A la vista de esto, y para privar a los compañeros del triste espectáculo de la competencia política en este terreno, las organizaciones clandestinas decidieron la formación de un Comité de Solidaridad de representación paritaria, donde nadie tratará de pisar el terreno de nadie y desde el que se fomentarán y animarán los comités unitarios de pie de tajo en la base trabajadora, con carácter autónomo y coordinado para la potenciación de la solidaridad y promoción del movimiento obrero con base en las Asambleas abiertas.

La casi totalidad de las organizaciones políticas y sindicales clandestinas participan en este trabajo democrático destinado a favorecer y no entorpecer el movimiento unitario de la base, único camino para que el movimiento obrero llegue a tener la consistencia que necesita. Desafortunadamente, alguna organización no ve las cosas así. Sin embargo, la puerta está siempre abierta y el tiempo les demostrará que éste es el único camino
. (149)

En consecuencia, en septiembre de 1969, apareció el primer Boletín del Fondo de Solidaridad Obrera Asturiana firmado por CRAS, USO, UGT y CNT. En 1970, PCE y CCOO, por su parte, constituyeron su propia “Comisión Obrera de Solidaridad”. (150)

Las relaciones de CRAS, consecuentemente, eran mayores con UGT y USO que con CCOO. Tanto por las concepciones que tenían de la lucha sindical (papel de las Asambleas y los Comités de fábrica) como por la política de abstención de participar en el Sindicato vertical que las aproximaba entre sí y las alejaba de CCOO. Pero quizás, su menor incidencia era lo que les llevaba a las alianzas al margen de CCOO. Es desde esta perspectiva desde donde hay que analizar el conflicto del “Fondo” y, desde el recelo de las mencionadas organizaciones por protagonismo del PCE. A su vez, la influencia y primacía de CRAS en el “Comité de Solidaridad” aparece evidente en las octavillas en mayo y agosto de 1971, tanto las formas de organización obrera que se proponían (Comités de empresa), como al enjuiciar las represalias contra los veinte médicos del Hospital Psiquiátrico de Oviedo cuando las valora como un claro ejemplo de la “proletarización de los profesionales”, análisis habitual en Comunas en los casos de colectivos no obreros que se enfrentaban al régimen.

CRAS impulsaba enérgicamente el “Fondo” y a este fin desarrolló contactos para ampliar la captación de fondos:

En Madrid y, a propósito de apoyos para FUSOA contacté con gente diversa: García Calvo, Alfonso Sastre, Eva Forest y Pablo Castellanos... (151)

La lectura del boletín del Comité de Solidaridad de mayo y noviembre de 1971 muestra de una parte la amplitud del esfuerzo recaudador en Asturias, en Francia (CFDT, POUM, Cahiers de Mai...), Bélgica y Alemania y de otra, la pluralidad en la distribución de las ayudas. (152) La existencia de dos organismos con la misma finalidad no era muy presentable por su paralelismo en una acción solidaria y porque se registraban casos de duplicidad de ayudas con la consiguiente pérdida de prestigio de la iniciativa. Esta situación motivó, según Mª Ángeles URQUÍA y EDUARDO PRIETO, que las “Comisiones de Recogida del Exterior” mostraran su contrariedad y extrañeza y ello habría obligado al PCE y CCOO a negociar la entrada en lo que, a partir de aquel momento (1972), pasó a denominarse “Fondo Unitario de Solidaridad Obrera de Asturias” (FUSOA). (153) Sin embargo, RUBÉN VEGA ha matizado que el PCE valoró de forma particular el proceso de fusión:

(...) la participación conjunta de PSOE, UGT, USO, CNT, CRAS, PCE Y CCOO llevará a la dirección del partido a ver en ello, de forma voluntarista, una manifestación de los progresos en la vía del Pacto por la Libertad. (154)

Al final del franquismo CRAS, consecuente con las conflictivas relaciones expuestas, rechazó su ingreso en la “Junta Democrática”, a pesar del interés del PCE por sumar fuerzas políticas a su iniciativa. (155) En cambio, sí se integró en 1974 en el “Comité Coordinador de Solidaridad y Lucha de Asturias” junto con UGT, JJ.SS., ORT, MCE y LCR-ETA(VI) (156). Esta alianza de CRAS venía condicionada por la mayor sintonía con la línea política radical de estas organizaciones que llegaban a defender incluso el derecho de autodeterminación, la disolución de los cuerpos represivos de la dictadura y la exigencia de responsabilidades lo que contrastaba con los planteamientos más moderados, en aquellos mismos meses, de la Junta Democrática. En el documento de constitución se pronunciaban por impulsar la lucha de masas contra la carestía y el paro, la represión y a favor de las libertades y la liberación de los presos políticos. De esta forma, CRAS y las demás organizaciones eludían la sombra del PCE y preservaban diferenciado su espacio político respecto del “Partido” en la oposición a la dictadura.

Etiquetas: