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lunes, noviembre 02, 2009

El barrio de Urquijo y el paternalismo de Duro Felguera

El arquitecto Rodríguez Bustelo levantó poblados para alojar a los trabajadores del pozo Fondón, en Langreo

A comienzos del siglo XX la compañía Duro Felguera acometió en Langreo una gran variedad de obras concernientes a infraestructuras, equipamientos y servicios, espacios de uso público como el Parque Dolores F. Duro, además de viviendas para técnicos y obreros. Destaca por su calidad formal, e interesante planteamiento, el proyecto de Rodríguez Bustelo para el Barrio Urquijo en 1916.

La necesidad de vivienda saneada y de escaso coste para alojar al creciente proletariado es una realidad que se palpa durante el cambio del siglo XIX al XX. Esta necesidad, las clases acomodadas, en ocasiones, la perciben por motivos de tipo moral vinculados a la obligatoria convivencia de padres, hermanos, hermanas e incluso abuelos en la misma habitación; pero que otras veces mentes más preclaras vinculan al peligro de estallido social que tan pésimas condiciones de vida pudieran conllevar. Y es que una casa digna y cómoda es un bien preciado que ningún trabajador iba a poner en peligro de buenas a primeras por una huelga o un desacuerdo con el empresario.

Las grandes empresas construyen así poblados para sus trabajadores, asentamientos de nuevo cuño que se pretenden ajenos a los movimientos reivindicativos que pudieran afectar a pueblos más antiguos y cohesionados socialmente. Son las colonias que salpicarán por estas fechas toda la geografía española, con actuaciones más o menos afortunadas, destacando las de Cataluña, pero también las asturianas de Trubia o Bustiello.

Se componen, en general, estos barrios de viviendas en régimen de alquiler, cuyo usufructo está íntimamente ligado al carácter de trabajador del inquilino, quien en caso de despido pierde también su residencia y la de su familia.

La compañía Duro-Felguera, uno de los pilares de la industrialización asturiana junto a Fábrica de Mieres o la Sociedad Hullera Española, se constituye con este nombre en 1904 a partir de la fusión de varias empresas de la zona de Langreo. Sus principales actividades se desarrollaron desde entonces en los campos de la minería hullera y la siderurgia.

Los barrios que acomete Rodríguez Bustelo por encargo de esta empresa entre 1916 y 1918 serán los de Marqués de Urquijo y la Nalona o barrio del Pilar, destinados a viviendas de mineros del pozo Fondón. Igualmente, y también para Duro Felguera, realizará en 1917 el proyecto de cuartel de la Guardia Civil en La Felguera.

El proyecto del barrio Marqués de Urquijo en La Felguera corresponde a 1916 y plantea ubicar la nueva urbanización en el solar de la antigua Fábrica de Vega, cuyas dependencias y casas para trabajadores estaban declaradas en estado de ruina. El emplazamiento estaba delimitado en su entrada principal por la Carretera Carbonera entre Gijón y Langreo, en la parte posterior y lateral derecha por terrenos y vías del Ferrocarril de Langreo, y en el lateral izquierdo lindaba con el río Candín.

Alineadas con la Carretera Carbonera y en la entrada principal se preveía la construcción de las casas destinadas a maestros de taller, con la fachada y entrada principal a una calle particular dentro de los límites del barrio obrero. Esta misma calle, suficientemente amplia para la circulación de peatones y vehículos, sería la destinada a accesos para los hoteles de los ingenieros.

Cada grupo de edificaciones: casas de maestros, casas de obreros y hoteles de ingenieros, disponía de grupos de lavaderos con agua corriente.

Según el anteproyecto, las casas de los maestros podrían ser de una sola planta para una sola familia, o de dos para igual número de inquilinos, dependiendo de las necesidades de la empresa respecto al número de maestros. Cada casa dispondría de un pequeño vestíbulo o terracilla de acceso, a partir de donde se desarrollaría la escalera de acceso al primer piso, en caso de determinarse elevar una altura. El interior de la vivienda se distribuye en tres dormitorios, una sala-dormitorio, comedor-dormitorio, cocina y WC. Todas las dependencias se abrirían a luz y ventilación directas. La distribución de la planta en tres dormitorios, además de cocina y WC es la habitual en las tipologías de vivienda obrera, con el fin de evitar la promiscuidad, al habilitarse un cuarto para el matrimonio, otro para los hijos varones y el tercero para las hijas. Aquí vemos otras dos habitaciones que se adaptarán a las necesidades de cada familia, lo que se explica por tratarse de casas destinadas a maestros y no a obreros.

Las casas destinadas a obreros se estructuran en bloques de dos o tres plantas, destinados a cuatro o seis familias. Además, se prevé que en los bajos de alguno de los bloques se pudieran emplazar los servicios comunes de café-casino, cooperativa, etcétera. Este tipo de equipamientos solía ser los habituales para estos núcleos, constituyendo el casino o centro social, donde acudían las familias en los días de ocio, núcleo importantísimo de control de la vida del trabajador.

Cada vivienda obrera consta de tres dormitorios (uno doble y dos sencillos en la planta baja, y tres dobles en las casas ubicadas en las plantas superiores), comedor-cocina, WC, despensa, armario, pasillo y vestíbulo. Si se consideran los proyectos habituales, en los que lo único imprescindible suelen ser las tres estancias y el WC sin baño, apreciamos cómo en los proyectos para el Barrio Urquijo el arquitecto atendió unos niveles de confortabilidad que excedían los mínimos habituales, por lo que este conjunto de arquitectura industrial adquiere así un carácter moderno, del que carecen otros ejemplos de similares fechas. En cualquier caso, esto se ha de matizar si consideramos que en estos bloques el arquitecto no descarta aprovechar las buhardillas como viviendas para rentabilizar su construcción.

Respecto a los hoteles de ingenieros, se destaca en la memoria cómo «serán emplazados en la parte extrema derecha del solar con la mayor independencia posible del resto del barrio». Interesante resulta que los chalés destinados a ingenieros se dispusieran de forma independiente e incluso con accesos propios. En este sentido, se ha de tener en cuenta que se trata de algo habitual; así, en el poblado minero de Bustiello, en Mieres, las grandes viviendas de los técnicos superiores se emplazan en lugar dominante, velando por el conjunto de casitas para obreros.

En el anteproyecto para el Barrio Urquijo Bustelo realiza toda una declaración de principios cuando señala que lo había redactado «armonizando en lo posible las razones de economía y estética con las necesidades materiales».

Como suele ocurrir en este tipo de proyectos para barrios obreros, se incluye un estudio del tipo de renta que se debía aplicar, ya que se trataba de viviendas en alquiler, lo que constituía un mecanismo de control del proletariado, pues la vivienda familiar se vinculaba así inequívocamente al puesto de trabajo. En el caso del Barrio Marqués de Urquijo, Rodríguez Bustelo plantea una renta de 18 pesetas mensuales para las casas de los obreros; de 25 pesetas para las de los maestros, y de 1.000 pesetas anuales para los hoteles destinados a ingenieros.

Significativo resulta en relación con el tema del control del trabajador por parte de la compañía el que el barrio de Urquijo estuviese perimetralmente delimitado por verja de hierro y muro de mampostería.

De todo este ambicioso proyecto, en la práctica se ejecutaron 58 viviendas distribuidas en 9 bloques de diversas estructuras, inaugurándose el conjunto en 1920. Más tarde, durante la posguerra, el barrio se ampliaría con más edificios de peor calidad.

Destaca en el Barrio Urquijo el cuidado que Rodríguez Bustelo dedica al tratamiento de fachadas, con un gusto por el juego de texturas que recuerda planteamientos modernistas, y con un dinamismo de cubiertas que alude a modelos centroeuropeos. Además, son dignos de mención los trabajos de forja tanto en el exterior de los inmuebles como en las rejerías de las escaleras internas, también de gusto modernista.

Carmen Adams


Publicado en: La Nueva España, 29 de mayo de 2007.
Fuente: La Nueva España.

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