El cielu por asaltu

Recuperar la dignidá, recuperar la llucha. Documentos pa la hestoria del movimientu obreru y la clase obrera n'Asturies.

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miércoles, octubre 31, 2007

"Euzkadi" está mal de los nervios

Euzkadi de Bilbao pasa estos días por una verdadera crisis de histerismo. Dos de sus números recientes los ha dedicado a hablar de “traición” cometida contra Euzkadi por haberse emprendido ofensiva militar en Asturias. Conoce a los “traidores” y los sacará a la vergüenza y a la venganza pública. Toma apoyo para sus sacudidas nerviosas en comparación de kilómetros cuadrados, y de objetivos buenos, malos y regulares, patentes, según él, para cualquiera que tenga sentido común. Todo ello adobado con unos “nuestro” territorio y “su” territorio y “nuestra” ayuda y “su” falta de reciprocidad, que huelen desde una legua a bandería, a taifa, o campanario de aldea.

Grave lenguaje; grave en el sentido de la gravedad que encierra, porque si fuésemos a tomar el adjetivo en su primera acepción, no de grave, sino de muy ligero habría que calificarlo, y más en las columnas de un diario de marcado tinte oficial. Desagradable síntoma de voluntaria reclusión en el recinto de sus propios kilómetros cuadrados, con trato de extranjeros para los kilómetros cuadrados de los demás. Excesivo desparpajo para tirar de la oreja técnica y de la oreja de la vigilancia y la buena fe a los organismos superiores del mando del ejército.

A ninguna de las consideraciones —más propio sería escribir “de las desconsideraciones”— que hace Euzkadi acerca de las operaciones en curso, somos quién para contestar. El ejército es de España. Sus organismos superiores disponen que se ataque en Asturias y se ataca. No hay otro modo de mirar la guerra, y sobre todo no debiera haber otro modo de escribir de la guerra, y en momentos como los presentes, menos. El criterio de Euzkadi favorece la interpretación de que cada territorio, cada región, cada provincia, constituye un campamento independiente, que ataca cuando a él le parece bien, que pacta operaciones con el de al lado o no las pacta, que socorre o no socorre con “sus” hombres y “su” material al vecino que combate, según su particular criterio. Funesta interpretación. Lo recto es entender que las unidades vascas y las asturianas y las de todas partes van a donde el mando las manda. Pobres de nosotros si no acabamos de incorporarnos este convencimiento. Y aquí han venido en varias ocasiones fuerzas vascas que cumplen su deber bravamente y reciben el trato de soldados y de hermanos a que son acreedores. Y cumpliendo su deber seguirán, a pesar de insensateces periodísticas y oficiosas que parecen intencionadamente destinadas a producir perplejidad y desorientación.

A nada de eso nos corresponde contestar; pero nos cabe una pregunta que hacer, por razón de la gravedad del caso, que a todos importa. La pregunta es esta: en Euzkadi ¿no hay censura más que para los artículos de El Liberal y los de Cruz Salido que rozan la infabilidad gubernamental, municipal, omnímoda, que el nacionalismo vasco se atribuye? ¿O entiende aquella censura que es más grave la crítica de un partido político cualquiera que la franca acusación de inepto y de infiel lanzada contra los hombres que mandan el ejército en operaciones? ¿Creen aquello más perturbador que esto en el ánimo de los que se baten y del pueblo todo? Pues parciales entendederas hacen falta.

De insidias como la de que Asturias no merecía la ayuda que haya podido prestársele, porque lo primero en quien acepta ayudas es haberse ayudado a sí mismo, lo mejor es no hablar. Lo que se pudo se hizo en Asturias y en todas partes. Sería grotesco que saliéramos ahora exhibiendo méritos y hazañas. La guerra no tiene nada que ver con esas rivalidades de pueblos vecinos. Pasen discusiones semejantes en las rondas de mozos y en los bailes de pueblo. La guerra es demasiado seria y demasiado de todos para sufrirlas.


Publicado en: Avance, 4 de marzo de 1937.
Recogido en: La Guerra Civil en Asturias, VVAA. La Nueva España / Cajastur, 2006.
Digitalización: El cielu por asaltu.

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