El cielu por asaltu

Recuperar la dignidá, recuperar la llucha. Documentos pa la hestoria del movimientu obreru y la clase obrera n'Asturies.

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miércoles, octubre 31, 2007

"Euzkadi" está mal de los nervios

Euzkadi de Bilbao pasa estos días por una verdadera crisis de histerismo. Dos de sus números recientes los ha dedicado a hablar de “traición” cometida contra Euzkadi por haberse emprendido ofensiva militar en Asturias. Conoce a los “traidores” y los sacará a la vergüenza y a la venganza pública. Toma apoyo para sus sacudidas nerviosas en comparación de kilómetros cuadrados, y de objetivos buenos, malos y regulares, patentes, según él, para cualquiera que tenga sentido común. Todo ello adobado con unos “nuestro” territorio y “su” territorio y “nuestra” ayuda y “su” falta de reciprocidad, que huelen desde una legua a bandería, a taifa, o campanario de aldea.

Grave lenguaje; grave en el sentido de la gravedad que encierra, porque si fuésemos a tomar el adjetivo en su primera acepción, no de grave, sino de muy ligero habría que calificarlo, y más en las columnas de un diario de marcado tinte oficial. Desagradable síntoma de voluntaria reclusión en el recinto de sus propios kilómetros cuadrados, con trato de extranjeros para los kilómetros cuadrados de los demás. Excesivo desparpajo para tirar de la oreja técnica y de la oreja de la vigilancia y la buena fe a los organismos superiores del mando del ejército.

A ninguna de las consideraciones —más propio sería escribir “de las desconsideraciones”— que hace Euzkadi acerca de las operaciones en curso, somos quién para contestar. El ejército es de España. Sus organismos superiores disponen que se ataque en Asturias y se ataca. No hay otro modo de mirar la guerra, y sobre todo no debiera haber otro modo de escribir de la guerra, y en momentos como los presentes, menos. El criterio de Euzkadi favorece la interpretación de que cada territorio, cada región, cada provincia, constituye un campamento independiente, que ataca cuando a él le parece bien, que pacta operaciones con el de al lado o no las pacta, que socorre o no socorre con “sus” hombres y “su” material al vecino que combate, según su particular criterio. Funesta interpretación. Lo recto es entender que las unidades vascas y las asturianas y las de todas partes van a donde el mando las manda. Pobres de nosotros si no acabamos de incorporarnos este convencimiento. Y aquí han venido en varias ocasiones fuerzas vascas que cumplen su deber bravamente y reciben el trato de soldados y de hermanos a que son acreedores. Y cumpliendo su deber seguirán, a pesar de insensateces periodísticas y oficiosas que parecen intencionadamente destinadas a producir perplejidad y desorientación.

A nada de eso nos corresponde contestar; pero nos cabe una pregunta que hacer, por razón de la gravedad del caso, que a todos importa. La pregunta es esta: en Euzkadi ¿no hay censura más que para los artículos de El Liberal y los de Cruz Salido que rozan la infabilidad gubernamental, municipal, omnímoda, que el nacionalismo vasco se atribuye? ¿O entiende aquella censura que es más grave la crítica de un partido político cualquiera que la franca acusación de inepto y de infiel lanzada contra los hombres que mandan el ejército en operaciones? ¿Creen aquello más perturbador que esto en el ánimo de los que se baten y del pueblo todo? Pues parciales entendederas hacen falta.

De insidias como la de que Asturias no merecía la ayuda que haya podido prestársele, porque lo primero en quien acepta ayudas es haberse ayudado a sí mismo, lo mejor es no hablar. Lo que se pudo se hizo en Asturias y en todas partes. Sería grotesco que saliéramos ahora exhibiendo méritos y hazañas. La guerra no tiene nada que ver con esas rivalidades de pueblos vecinos. Pasen discusiones semejantes en las rondas de mozos y en los bailes de pueblo. La guerra es demasiado seria y demasiado de todos para sufrirlas.


Publicado en: Avance, 4 de marzo de 1937.
Recogido en: La Guerra Civil en Asturias, VVAA. La Nueva España / Cajastur, 2006.
Digitalización: El cielu por asaltu.

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domingo, octubre 28, 2007

Entrevista a Luis Aurelio González Prieto

-¿Qué importancia tiene la batalla de El Mazucu dentro de la guerra civil en Asturias?
-La batalla de El Mazucu, en Llanes, es una parte de la batalla del oriente en Asturias. La resistencia no fue únicamente en El Mazucu, también incluye toda la sierra del Cuera y la zona de los Picos de Europa en conjunto. Fueron necesarios dos meses, casi 80.000 hombres del bando nacional y toda la Legión Cóndor para reducir al Ejército republicano. Los gurús de la historia se refieren a esta batalla como una serie de operaciones de limpieza, pero fue una de las más sangrientas de la guerra civil en Asturias.

-¿De dónde radica la épica bélica en torno a El Mazucu?
-Fue una batalla rescatada por la historiografía vasca, puesto que la primera brigada que frenó el avance de las tropas nacionales fue vasca, aunque el peso de la lucha lo llevó la brigada asturiana de Higinio Carrocera. Hasta tal punto se valoró esta batalla que el coronel Adolfo Prado entregó dos medallas de la libertad -la máxima condecoración republicana- por un día de defensa de El Mazucu. Carrocera tuvo que esperar tres semanas para que le dieran la misma condecoración.

-¿A qué conclusiones ha llegado en sus investigaciones sobre este contexto histórico?
-La batalla del oriente tiene una importancia notable dentro de la guerra civil española y, también, dentro del contexto bélico internacional.

-Explíquese.
-La resistencia asturiana permitió frenar las brigadas navarras del Ejército nacional dando alas al Estado Mayor republicano y, en concreto, al general Rojo, para crear lo que van a llamar el Ejército republicano de maniobra de la zona centro, que un mes después lanza un ataque contra Teruel evitando una ofensiva franquista contra Madrid. En el contexto bélico nacional, la batalla que se libró en el oriente de Asturias proporcionará el tiempo necesario para construir ese Ejército capaz de iniciar la ofensiva sobre Teruel.

-Y dentro de la historia mundial, ¿cuáles fueron las consecuencias de la lucha librada en Asturias?
-En la batalla de Asturias por primera vez se coordinan la Legión Cóndor de la aviación alemana con las fuerzas de Tierra, de forma que se convierte en una máquina imparable ante la resistencia en las montañas. Es la estrategia que después utilizarán durante toda la guerra civil española y la misma que los alemanes desarrollaron durante la II Guerra Mundial.

-¿Qué otras estrategias bélicas se ensayaron en Asturias?
-Los republicanos empezaron a utilizar la línea de defensa en profundidad, que después sería utilizada en la batalla del Ebro y que también se ensayó en Asturias.

-¿Con qué medios contaba la resistencia asturiana?
-No tenían posibilidad de recibir armamento ni munición porque existía un bloqueo naval por parte de las fuerzas nacionales. Sólo algunos barcos ingleses consiguieron sortearlo. La precariedad del armamento y la falta de suministros marcaron la línea de defensa del frente oriental.

-¿Y las diferencias técnicas entre los dos ejércitos?
-En el nacional, desde el nivel de compañía hacia arriba, todo eran mandos profesionales y, en el republicano, sólo eran dos a nivel de división y otros dos a nivel de brigada. Un Ejército profesional contra un Ejército mandado por unos supuestos oficiales que tuvieron como enseñanzas militares veinte días de academia.

-¿Esta situación se reflejaba en los partes de guerra?
-No. Los partes de guerra de los nacionales achacaban al mal tiempo la imposibilidad de avance o decían que no había novedades cuando realmente existía una lucha atroz. Los republicanos hablaban de cambios estratégicos en la lucha cuando se producía una retirada. Su principal arma era la moral de combate.

-Covadonga fue uno de los focos principales de la resistencia asturiana.
-En Covadonga hubo una resistencia muy fuerte de la 184 brigada, que mandaba Manolín Álvarez. Los nacionales emplearon una fuerza brutal para hacerse con Covadonga. Aunque se rechazaron dos ataques, al tercero cayó.

-En su libro habla de que en Asturias se vivió un Guernica.
-Cangas de Onís fue saqueada más que Guernica. Mientras el 17 de septiembre de 1937 se inauguraba en París la exposición internacional sobre el «Guernica», Cangas era bombardeada simultáneamente por ser el centro logístico del Ejército republicano.

-Este tipo de hechos no ha sido relatado por la historiografía bélica.
-Asturias nunca fue bien tratada dentro de la historiografía acerca de la guerra civil, que se inclinó a favor de los vascos. Hacen falta trabajos más rigurosos por parte de la Universidad para sacar a flote esta historia. La batalla de Asturias necesita también, llegado el momento, un centro de interpretación.

-Habla de convertir acontecimientos bélicos en recurso turístico.
-Sí. Hay unas fortificaciones bélicas impresionantes de arquitectura militar en el Oriente y en el Suroccidente que podrían ser visitadas. Hay que rescatar la historia bélica de la región.

-¿Qué dificultades halló en su investigación?
-El Archivo de Salamanca está para una élite universitaria becada. Que se haya montado el follón que se montó por su traslado, cuando no está ni organizado, no es de recibo. Urge su digitalización. La toponimia tampoco se adecua a la realidad.

Covadonga Jiménez


Publicado en: La Nueva España, 26 de agosto de 2007.
Fuente: La Nueva España.

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miércoles, octubre 24, 2007

¿Forma parte la guerrilla antifranquista del movimiento obrero?

Contextos básicos de la resistencia armada:


1. Fase de huidos (1937-1942): Con la caída de Asturias en octubre de 1937, un intento de evacuación masiva se frustra, dejando paso al “sálvese quien pueda”. Miles de hombres del bando republicano permanecen armados cuando los fascistas toman Gijón. Unos, decidirán irse a casa confiando en las promesas franquistas de respetar las vidas de los que no tienen delitos de sangre; otros, deciden echarse al monte.

Asturias va a ser la única región de España donde los huidos van a suponer un problema para las fuerzas de Franco, que emplazarán en el territorio asturiano importantes dotaciones militares para hacer frente a los miles de huidos armados.

En estos primeros momentos, para los huidos se trata de sobrevivir y de conseguir una evacuación. Una opción es llegar a Francia andando, otra salir por mar (dos intentos serán frustrados por esta vía), otra llegar hacia Portugal (causa de la posterior creación de la Federación Galaico-Leonesa), etc. Tienen lugar los primeros contactos políticos a partir de tres comunistas: Bayón en el 41, Urquiola “Chema” en el 42 y García Buendía “el Madriles”. Según estos hombres, había que organizar a todos los huidos (ya entonces, centenares) como el brazo armado de la Unión Nacional Española.

2. Fase de Unión Nacional: Este proyecto, impulsado por el PCE tiene el objetivo de, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, aislar a Franco incluso de quienes le apoyan, provocando la inmediata relación de Franco y el núcleo de Falange hacia Hitler y Mussolini. Salvo adhesiones esporádicas, la UNE sólo será sostenida por el PCE.

Simultáneamente, ya se estaban organizando los huidos. El 15 de agosto de 1943 se crea en Soto de Ribera el Comité de Milicias Antifascistas, integrado por Baldomero Fernández Ladreda “Ferla” (un comunista peculiar), Manuel Fernández Peón “Comandante Flórez” (socialista) y Aristides Llaneza “Zola” (socialista, hijo de Manuel Llaneza).

Va a desencadenarse una fortísima rivalidad entre la UNE y el CMA, fruto de una relación tensa entre socialistas y comunistas. En cuanto los socialistas entren en contacto con el Exilio, ya no querrán saber nada de la UNE.

En cuanto a “Ferla”, nunca fue un cuadro político. Consideraba que había que reconstruir militarmente el Ejército Popular, prepararlo hasta que intervinieran los aliados. En cambio, la UNE pretendía promover todo tipo de acciones para acabar con el régimen.

En 1944, en una espectacular redada, son sumariados 4000 militantes de la UNE. 800 son procesados y 13 ejecutados, entre ellos García Buendía.

3. De la UNE al Comité Nacional de Casto García Roza: En 1945 se reorganiza el Partido Comunista. “Ferla” lo militariza, prescindiendo de Radios y Células y agrupando a los militantes por edades. El Exilio pasa a controlar la organización, enviando cuadros políticos y comandos armados, y va a tener que enfrentarse al problema de los “ismos”: el quiñonismo (Bayón) y el monzonismo, quebraderos de cabeza para la dirección del Partido en el exilio. A Asturias envían un Comité Regional encabezado por Casto García Roza. Lo respaldan con expediciones armadas: el grupo “Asturias” de Agustín del Campo y la “Brigada Pasionaria”, formada por unos 40 hombres de los que tras múltiples desgracias se salvan 4.

García Roza intenta captar a la organización existente pero Ladreda se enfrenta a él, llegando a sacar las armas. No obstante, Ladreda irá quedándose sólo y, en consecuencia, el Interior se somete al Exilio.

El Comité Regional se disuelve en junio de 1946, paralelamente a otra brutal redada que desmantela el Partido Comunista en Asturias. García Roza es apaleado en Gijón sin que se consigue arrancarle una sola palabra.

4. De 1946 a 1952: Los guerrilleros en los montes de Asturias ya se cuentan por decenas. No va a existir ya más una organización estable del PCE en este período.

El 27 de enero de 1948, tras una infiltración, 16 guerrilleros son liquidados, entre ellos algunos de los más veteranos, quedando tocado y hundido el movimiento.

Tras esta fecha, se manda a Asturias a Luis Montero Álvarez “Sabugo” (años 48-50). Tipo extraordinario, del barrio ovetense de La Argañosa, criado a la sombra de Ambou, había sido enviado a Mathausen, participando en la liberación del campo. En la guerrilla, se encuentra en una situación insoportable: de familia de derechas, probablemente se entregó, dando una información parcial sobre los Caxigales y el cura de Blimea (principal sostén); exigió que les cayeran pocos años. No pasó por la cárcel. Según Líster (en su libro ¡Basta!), el Partido lo llamó a la frontera y lo liquidó. Documentos del PC parecen avalarlo.

La guerrilla seguirá dando algún coletazo en la montaña asturiana.


Acciones de la guerrilla:

En primer lugar, sobre todo lo que tiene importancia sobre las minas. Desde el año 44 (asalto a una mina en Laviana) hasta el 18 de julio del 46, hay documentadas numerosas acciones socio-laborales y políticas de sabotajes, orientadas a romper los nudos básicos de comunicaciones del régimen y provocar daños cuantiosos a la producción hullera.

En la fase posterior, la desaparición del PCE implicó que la referencia política se diluyera y, después del 47, se emprenden atracos, robos, atentados personales… en muchas ocasiones dirigidos contra aquellos que participan directamente en la represión, contra personas de clara adhesión al régimen. El PCE ponía todo el énfasis en desligarse de la imagen oficial que tildaba a los guerrilleros de “bandoleros”.

También es necesario hablar de la ortodoxia obrera, definida por el “intelectual orgánico” del Partido Comunista, cuya relación con los huidos fue tensa en todo momento. Oficialmente, los miles de huidos eran la vanguardia del pueblo. Internamente, suponían un conflicto: primero, porque estaban lejos, había que controlarlos desde el exilio, y además estaban dispersos; en ocasiones, era difícil contactar con ellos (había que atreverse); también influía el hecho de que muchos guerrilleros eran jóvenes, no eran cuadros políticos de los años 30. Se trataban estos hombres de gente decidida y no muy influyente, que decidían por sí mismos ya que no podían esperar por el PCE. Se sentían muy legitimados para hacerlo, y hombres como Ladreda eran muy soberbios: “el PC somos nosotros”.

Otro problema lo constituía el “carpe diem”. Dado que en los montes se encontraban grupos de personas jóvenes, que eran plenamente conscientes de que en cualquier momento iban a morir, ¿quién les iba a quitar ciertos placeres? Esto será un motivo de fricción permanente. En cuanto al aliño indumentario, el PC insistía en que los guerrilleros no anduviesen mal vestidos ni sucios, pero sin pasarse, ya que no se toleraba el “dandismo”: por ejemplo, a “los Castiello” se les criticaba que fueran con camisas de seda, a “Boger” se le criticó que fuera demasiado bien vestido y también que llevara consigo 15.000 pesetas, porque alimentaba la versión bandolera del régimen. En cuanto al destino del dinero, hubo quien dedicó parte al Partido y quien no. En el tema del sexo, el Partido Comunista no quería mujeres en la guerrilla, creía que constituía un foco de problemas, pero volvemos a insistir en que la gente joven tenía que tener sus desahogos. Para el régimen, controlar a las mujeres sirvió en ocasiones para controlar a la guerrilla (encuentros con los maridos en el monte, etc.); en muchos casos, las redadas policiales tuvieron lugar en prostíbulos. Estaba también el tema de las enfermedades venéreas. Por último, existió un silencio absoluto (ni una referencia) sobre la homosexualidad.


Conclusión, ¿forma parte la guerrilla antifranquista del movimiento obrero?:

Evidentemente, el origen del conflicto es político, y los actores son carne del movimiento obrero asturiano, con más razón los que volvían de fuera. Pero, cercados entre la vida y la muerte, perdieron las referencias políticas a partir de mediados de los 40.


[Apuntes sobre la conferencia de Ramón García Piñeiro en el curso La hestoria del movimientu obreru n'Asturies: nueves temátiques, nueves miraes. Avilés, 10 de noviembre del 2006]

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domingo, octubre 21, 2007

Las decisiones soberanas del "Gobiernín"



Trasladaron a 500 presos a un barco cárcel en El Musel, donde la aviación franquista atacaba a la flota republicana

El Consejo Soberano de Asturias y León, despreciado por Azaña como «Gobiernín», tomó medidas militares y de orden al final de una guerra que acababa para Asturias. Mañana, en la última entrega, se bosquejará la figura de Rafael Fernández, único protagonista vivo del Consejo Soberano y testigo de su constitución.

El Consejo Soberano de Gobierno de Asturias y León, que se había independizado como tal del Gobierno de la II República el 24 de agosto de 1937 -hace ahora 70 años- era calificado despectivamente de «Gobiernín» por el presidente Manuel Azaña, varias veces, en sus «Diarios de guerra», con su frecuente y contundente tono de superioridad.

Azaña repite el calificativo cuando retrospectivamente repasa los sucesos asturianos. Lo hace en las páginas de sus cuadernos el día 4 de noviembre de 1937, jornada en la que recibe al coronel Adolfo Prada, que el día 25 de agosto había sido nombrado por el referido Consejo Soberano jefe del Ejército del Norte, en sustitución del general Gamir. Asturias y, en definitiva, el frente Norte habían caído el 21 de octubre anterior.

Comenta Azaña que «del Gobiernín Prada dice pestes. El más señalado era Belarmino Tomás, enteramente sometido a la CNT. La política que se seguía allí servía para fabricar fascistas. En Gijón, incautándose del pequeño comercio, de las pequeñas propiedades, etcétera, han logrado hacerse odiosos. Encarcelaba a niños de 8 años porque sus padres eran fascistas y a muchachas de 16 o 18 años, sobre todo si eran guapas».

Estas inmisericordes afirmaciones de Azaña han de leerse a la luz del desprecio que el político de Izquierda Republicana sentía hacia el socialista Belarmino Tomás. Prueba de alguna de las distorsiones reflexivas de Azaña es lo que agrega ese mismo día en su diario: «A pesar de las advertencias del coronel Prada, el "Gobiernín" no quería creer que en Asturias hubiese quinta columna. Belarmino contestaba: "En Asturias, la roja, no hay fascistas". El sangriento equívoco de la rojez de Asturias estaba dando sus últimos frutos».

Sin embargo, y junto al temor a las deserciones, el quintacolumnismo, o resistencia interna de los partidarios del alzamiento nacional, era una de las principales preocupaciones del Consejo Soberano presidido por Tomás.

Prueba de ello son las medidas adoptadas el día 27 de agosto por la Consejería de Justicia y Orden Público -de la que era responsable el consejero Rafael Fernández-, las cuales suponen una vida militarizada para toda la población. Se impone el toque de queda a las 10 de la noche, se restringe la circulación de vehículos, se prohíbe la tenencia de radios y se controlan propaganda, mítines y manifestaciones de cualquier colectivo.

Sobre el nerviosismo imperante y el pavor quintacolumnista cuenta el ministro de Gobernación de la República, el socialista Julián Zugazagoitia (en su obra «Guerra y vicisitudes de los españoles») que «constaba positivamente que las autoridades asturianas habían caído, tras la pérdida de Santander, en un nerviosismo sobremanera peligroso». Narra un caso el político y periodista, acerca del desfile militar en Avilés en honor a la brigada «Carrocera», la del anarquista Higinio Carrocera, que en torno a agosto y septiembre de 1937 realizaba una brava resistencia en el oriente asturiano al avance nacional.

«Asistían a la parada, desde el balcón del Ayuntamiento, Belarmino Tomás, Segundo Blanco y los militares Prada, Galán, Ibarrola y Ciutat. Desfilando, a uno de los soldados se le desprendió del cinturón una bomba que hizo explosión y produjo varias desgracias. Belarmino Tomás atribuyó el hecho a una mano criminal; sin poder contenerse, desenfundó su pistola y, con boca espumosa, a grandes voces, se hizo oír en medio del tumulto: «Conocemos la maldad de nuestros enemigos, a los que estamos dispuestos a no perdonar. Este atentado tampoco quedará impune». Hubo tiros y víctimas, pues «el arco estaba demasiado tenso y se disparaba con la máxima facilidad», agrega Zugazagoitia.

En el marco de esta tensión, se había producido días antes la más llamativa decisión del Consejo Soberano: apelar a la Sociedad de Naciones como si Asturias fuera un Estado. Se trataba, cuenta Zugazagoitia, de un «telegrama a la Sociedad de Naciones anunciándole que, de continuar los ataques aéreos a Gijón, el Consejo daría orden de ejecutar a todos los presos políticos».

El ministro agrega que «el conocimiento de esta notificación hecha a Ginebra dejó al Consejo de Ministros de la República sin habla. Prieto se descompuso y reaccionó con su habitual viveza. Los comunistas, que se sentían desestimados en Asturias y contra la composición de cuyo consejo no cesaban de protestar, expresaron su irritación con palabras violentísimas».

El Consejo Soberano decide el 29 de agosto crear una prisión flotante en el puerto de El Musel, donde las agresiones aéreas nacionales contra la flota republicana allí amarrada eran continuas.

Ramón Álvarez Palomo, entonces consejero de Pesca, relató años después, en su libro «Rebelión militar y Revolución en Asturias», este suceso con un arranque un tanto eufemístico: «Con el fin de descongestionar las cárceles, fueron trasladados al buque "Luis Caso de los Cobos" 500 presos procedentes de El Coto de San Nicolás y de la Iglesiona y, el mismo día (28-8-37), se envió a trabajos de fortificación, en el frente, a los componentes de una brigada penal». Según Geminiano Carrascal, en su libro «Asturias: 18 julio 1936, 21 octubre 1937», fueron 150 mujeres y 365 hombres los llevados al «Caso de los Cobos», donde vivieron jornadas infernales.

En los contornos de estos sucesos, «el avance del enemigo estaba calculado en un promedio de 6 kilómetros diarios, aun cuando no falta quien asegura que llegó a andar los 10. A menos terreno, mayor nerviosismo», explicaba Zugazagoitia. Por ello, agrega, «el Consejo Soberano extrema hasta donde puede las medidas de rigor. No se sabe por qué suerte de extravío de la razón, cuando se proyectan medidas severas se las relaciona con los presos». Así era. Como hiciera «ya el Gobierno de la Generalidad», continúa el ministro, el Consejo Soberano establece que el Tribunal Popular de Asturias entenderá por vía sumarísima de los delitos de espionaje, traición y derrotismo. De las penas de muerte tomará conocimiento el mismo Consejo y no el Gobierno de la República. Otra medida, luego corregida, del «Gobiernín» despreciado por Azaña.

J. Morán


Publicado en: La Nueva España, 26 de agosto de 2007.
Fuente: La Nueva España.

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miércoles, octubre 17, 2007

Entrevista a Claudia Cabrero Blanco

«Mujeres contra el franquismo (Asturias 1937-1952). Vida cotidiana, represión y resistencia» (KRK) aborda una realidá prácticamente non tratada na historia d’Asturies: el papel de les muyeres na resistencia al franquismu. L’estudiu faise con un enfoque de clas y de xéneru, asitiando a les muyeres nun conflictu que tien «un carácter tanto políticu como xenéricu», en palabres de Claudia Cabrero, autora de la investigación.

–¿A qué respuende l’interés d’abordar el papel de les muyeres nel franquismu? ¿Cómo surde la investigación?
–Trátase d’un tema absolutamente virxe na universidá española en xeneral y na asturiana en particular; nun hai nenguna investigación sobre les muyeres na historia contemporánea d’Asturies y más concretamente nel periodu del franquismu. Amás, un factor fundamental pa estudiar esta etapa son los testimonios de muyeres, que nesti momentu tán vives, pero igual dientro d’unos años non, colo que me parez que yera urxente recuperar la so memoria y cubrir un espaciu de la historia d’Asturies que ye crucial, pero que ta ensin tratar prácticamente.

–L’oxetivu sería cubrir esi vaciu na historia d’Asturies.
–Sí, ye un vaciu que nel casu de les muyeres na historia del franquismu n’Asturies ye clamorosu, y sobre manera respecto a les muyeres de la resistencia. Traté de recuperar la historia de muyeres que munches veces nun son conocíes o destacaes, de muyeres «anónimes». Nesti ámbitu falta muncho por facer y amás la recuperación tien de ser urxente.

–¿Cuáles foron les especificidaes de la resistencia de les muyeres n’Asturies?
–Un factor qu’inflúi ye la existencia d’un movimientu obreru mui fuerte nos primeros años, lo que quiciás lleve a que’l papel de la muyer n’Asturies munches veces sía superior al que tuvieron n’otres zones. Por exemplu tienen un papel determinante les muyeres de les zones mineres en tolo relacionao coles acciones colectives, l’ayuda a los presos, a los mineros...Tamién ye mui destacada la so participación na guerrilla, anque quiciás equí hubo menos guerrilleres que les que s’alcuentren n’agrupaciones como la de Levante. Con too, en xeneral síguense les mesmes pautes de participación que nel restu del territoriu, sobre manera porque’l papel que se-yos asigna a les muyeres nestos años ta definíu dende les instancies superiores de los partíos y les organizaciones. Enfócase-yos el trabayu d’una manera mui concreta. Eso puede percibise en términos xenerales nes distintes zones, asina como tamién se pueden atopar munches semeyances cola resistencia de les muyeres n’otros sitios, como la Francia sitiada, l’Alemaña nazi o la resistencia de les italianes.

–¿Qué grau d’aceptación teníen les muyeres del papel asignáu polos partíos y organizaciones?
–Nel periodu estudiáu —dende’l final de la guerra hasta primeros de los cincuenta— tovía nun hai ente les muyeres una concencia de que tienen que lluchar de forma específica polos sos derechos. Elles asumen, con mui poques excepciones, el papel y l’espaciu de llucha que se-yos otorga. Asúmenlu ensin cuestionalu: son los momentos más duros de la represión, de fame, d’estraperlu, de racionamientu... Entós lo prioritario pa elles ye la llucha xeneral contra’l réxime, en nengún momentu ye prioritaria la llucha polos sos propios derechos. Tamién hai que tener en cuenta que ye difícil cuestionar esti papel cuando la situación yera la que yera y yá teníen abondo con lluchar pola supervivencia. En munchos casos convertíense en cabeces de familia colos homes presos, nel monte, nel exiliu o morrieron na guerra... y ven como secundarios los sos problemes específicos. De fechu reaccionen siempre mui taxativamente cuando-yos preguntes por esto: la palabra feminista ye refugada visceralmente en munchos casos. Son mui poques les que s’empiecen a plantear que tamién elles tienen dalgo propio polo que lluchar, y les que lo fain fainlo cuando echen la vista atrás y danse cuenta de lo qu’había. El cuestionamientu quiciás principia a producise n’Asturies a finales de los sesenta, que ye cuando empiecen a introducise otres preocupaciones y a haber una mayor concenciación de xéneru.

–¿Minimícense los avances que se dieron cola II República?
–Olvídense, porque la llucha principal ye otra y porque los avances lexislativos de la República nun tuvieron tiempu pa caltriar na masa de les muyeres. Munches muyeres asturianes yeren ames de casa, muyeres mayores que vivíen en zones rurales y nun yeren conscientes de que podíen reivindicar unos derechos que-yos foron concedíos; nin siquiera llegó a caltriar ente elles esa noción de la llibertá, nun hubo tiempu pa que llegare a elles. Nesos momentos lluchen como muyeres, pero como madres y como esposes, papel que defenden y del que tán arguyoses. Otra cosa ye qu’esa llucha llévales depués a tener una concencia que se va desarrollando nos sesenta: el trabayu en común, el compartir problemes y preocupaciones lleva a dalgunes a plantease una conciencia más femenina que feminista.

–De toles maneres señales el fechu de que pa munches esa etapa foi una de les más guapes de la so vida al permiti-yos superar el papel pasivu que-yos asignaben.
–Sí, pesie a ser una etapa mui dura de represión, necesidá y enfermedaes, munches d’elles valórenla como una época mui importante nes que-yos permitió romper el papel pasivu que’l franquismu-yos atribuía, adentrándose n’espacios que teníen vedaos. Pa elles foi mui importante ser útiles, non solo pa les sos families sinón pal conxuntu de la población. Ye dalgo asemeyao a lo que-yos asocede a les muyeres que participaron n’organizaciones femenines antifacistes que coinciden en señalar que’l fechu d’ayudar al conxuntu de la población fíxo-yos sentise valoraes y útiles. Eso fai que lo recuerden siempre como una época dura, pero positiva pa la so realización personal. Nel casu de les muyeres qu’ayudaron a la guerrilla o asistieron a los presos coinciden en señalar la dureza de la situación pero qu’al empar yera un momentu nel qu’había muncha solidaridá, dalgo qu’echen en falta nel momentu actual, muncha complicidá ente elles... Sentíen qu’en cierta manera, anque fora de manera paradóxica, escapaben a esi destín que-yos daba’l réxime de «ánxel de la casa», de muyeres pasives que nun se metíen en política.

–¿Cuál foi’l papel de les muyeres na resistencia?
–Les muyeres tán presentes en distintos frentes: nos movimientos d’oposición y resistencia organizaos y lideraos polos homes, como ye la guerrilla, o la reconstrucción de les organizaciones clandestines. Na guerrilla tán en calidá de guerrilleres —que nel casu asturianu son les menos— o na guerrilla del llanu, apoyando a los fugaos dende les sos cases: proporcionándo-yos un escondite, alimentos y información. Al empar, tienen un papel fundamental na reconstrucción de les organizaciones clandestines depués de que quedaren descabezaes tres la guerra, yá que les muyeres tán mayoritariamente en llibertá y menos fichaes pola policía. Tamién xueguen un papel mui importante nes organizaciones faciendo d’enllaz, repartiendo propaganda, cediendo les sos cases, bares, etc.

–Fala de formes de resistencia específicamente femenines.
–Les muyeres xúntense al comprobar que tienen oxetivos y preocupaciones comunes. Hai dos figures que tienen un papel destacáu: les muyeres de presos y les ames de casa que s’enfrenten nel día a día a la llucha pola supervivencia. El problema ye que tovía güei existen ciertos esquemes interpretativos que fain que s’identifiquen ámbitos como la política, la llucha armada o la oposición contra rexímenes dictatoriales con ámbitos exclusivamente masculinos, polo que la participación de les muyeres nellos minimízase o omítese. Tiéndese a identificar oposición con militancia política formal y resistencia con llucha armao y inórense otres formes de resistencia que son menos espectaculares pero igual d’importantes.

–Nesti sen denuncia cómo la historiografía fai una «infravaloración del riesgu» nes acciones protagonizaes por muyeres.
–Esi ye un términu acuñáu pola historiadora Rita Thalmann que fai referencia a que munches veces créese que les muyeres, pol simple fechu de ser muyeres, cuerren menos riesgu énte la represión y polo tanto tamién se da muncha menos importancia a los riesgos que cuerren. Ye verdá que’l númberu de muyeres que sufre la represión ye menor, porque tamién ye cierto que ye mayor el númberu d’homes que participen directamente na resistencia. Pero tamién ye verdá qu’hai ciertes formes de represión que son específicamente aplicaes a la población femenina, que tienen un sesgu concretu d’humillación, un componente sexual, que s’exerce exclusivamente sobre les muyeres. Otru de los rasgos específicos de la represión de les muyeres ye que paguen, non sólo polo que fain, sinón polo que fain los homes, los compañeros o los fíos. Xeneralmente tiéndese a pasar per alto les acciones de les muyeres porque nun s’interpreten como acciones polítiques, como l’asistencia a los presos o l’ayuda a los guerrilleros. El réxime pénalo como si foren acciones polítiques, anque nun trata a les muyeres como suxetos políticos. Too ello fai que se minimicen muncho los riesgos que sufríen énte la represión.

–Da una visión mui amplia de cómo la represión nun se limitó a la cárcel o a la tortura, sinón que tamién taba presente nel control, nes humillaciones, na «militarización del estómagu»...
–La represión franquista tien munches facetes, hai qu’estudiala nun sentíu mui ampliu. Por exemplu la «militarización del estómagu» —términu extraíu de Ramón García Piñeiro— ye un aspectu fundamental, sobre manera nel casu de les muyeres que son les encargaes d’afrontar la llucha diaria pola supervivencia, que se puede convertir incluso nun actu de rebeldía y resistencia. Elles son conscientes de que tienen que sacar a les sos families alantre y énte la escasez d’alimentos rebélense, ye una rebeldía qu’alquier tintes políticos. De fechu, lo que mueve a la mayor parte de les muyeres na resistencia ye esi sentimientu identitariu de muyeres que lluchen pola supervivencia y qu’ensin una concencia política previa llévales a involucrase na llucha contra’l franquismu y la represión. Evidentemente, la represión tien un carácter mui ampliu, nun son solo les muyeres que pasen años nes cárceles, les tortures y los interrogatorios, ye tamién el control de tolos díes, la utilización de la fame como forma de presión sobre la población... Amás hai una represión mui específica nel control de la moralidá y el comportamientu.

–Fomentóse una estigmatización mui fuerte de les activistes.
–Les muyeres que s’involucren na llucha antifranquista yá nun son namás opositores antifranquistes, son tamién antifemenines. Nesi sen sufren una doble condena: por ser opositores y por ser muyeres que s’atreven a romper col so papel. Ye mui significativu’l llinguaxe de los informes policiales pa referise a les muyeres que collaboraben na resistencia: si los homes son bandoleros elles son concubines, amantes, putes o mancebes. El llinguaxe ye una forma más de desprestixar y de quita-yos carácter políticu. Pal franquismu les muyeres son unes santes si s’identifiquen colos ideales que promueve o «putes rojes», si s’identifiquen cola resistencia.

– Apunta que dalguna incluso llegó a considerar tabú’l so activismu. ¿Cómo llegó a caltriar ente la sociedá esa estigmatización del réxime sobre les muyeres?
–Foi dalgo que caltrió mui fondo nes propies muyeres y nes organizaciones d’esquierda. Esi discursu de xéneru nun ta presente namás na Sección Femenina, ta presente tamién nes organizaciones polítiques que nun cuestionen de forma mui reflexiva’l papel que la muyer ha tener na familia y nes organizaciones. La teoría y la práctica de les organizaciones d’esquierda nestos años va per caminos distintos. Hai una teoría que defende la igualdá d’homes y muyeres y hai una práctica discriminatoria dientro de les organizaciones. Nun ye un discursu qu’invente’l réxime, sinón que se recupera y fortalezse nestos años. Elles mesmes, munches veces, nun se cuestionen que la so xera fundamental y prioritaria ye la familia y si tienen que renunciar a dalgo renuncien al activismu. Munches tienen sentimientos de culpabilidá y dulda sobre si fain lo correcto o non cuando s’involucren na política. Pero eso ye dalgo excepcional, la mayoría asumen esi discursu na so esencia. Tanto comunistes, como socialistes y anarquistes defenden la igualdá pero al tiempu nun hai muyeres en cargos de responsabilidá y amás tienen papeles secundarios y auxiliares que xeneralmente s’identifíquen cola so función tradicionalmente femenina. Los frentes de llucha relaciónense cola solidaridá, l’ayuda a los presos, la meyora de les condiciones de vida... pero non con cuestiones centrales de la política.

–Destaca la necesidá d’estudiar esta época con un enfoque de xéneru y de clas. ¿Qué permite esti enfoque?
–Parto de la combinación d’un análisis de clas con un análisis de xéneru porque la interacción ente les experiencies de clas y les de xéneru condiciona totalmente la forma de resistencia de les muyeres. El xéneru ta involucráu nel conceptu de la clas y nun se pueden analizar por separao. Al analizar la resistencia de les muyeres al franquismu l’oxetivu ye asitiales nun conflictu que tien un carácter tanto políticu como xenéricu. Ye la resistencia a un réxime que les reprime doblemente pol fechu de ser muyeres y de ser antifranquistes: existe una marxinación específica no moral, no llaboral, no político, una represión específica sobre les muyeres y unes formes de resistencia que son específiques. Al falar de muyeres que s’enfrenten al réxime franquista nun se ta falando d’un colectivu homoxeneu, d’una mesma extracción social o cultural. Unes alquieren la so identidá como madres o esposes que lluchen contra la represión, otres lluchen dende una identidá política clara, pero toes elles comparten un mesmu ambiente de miseria, de control y de represión. Dende esi puntu de vista sí se puede falar d’elles como un colectivu homoxeneu que tien de ser estudiáu dende esi puntu de vista de clas y de xéneru.

–¿Ye difícil atopar el términu mediu al analizar estes cuesiones, nun caer nel victimismu o nel trunfalismu al analizar el papel de les muyeres?
–Yera ún de los oxetivos que tenía: nun caer nel victimismu nin nel trunfalismu, parez que pa compensar a la muyer pol silenciu de toos estos años a veces trátase de da-y un papel superior al que realmente tuvo. Lo qu’hai que facer ye buscar esi términu mediu: analizar les aportaciones que fain, pero tamién tener en cuenta les limitaciones a les que s’enfrenten. Tamién evito’l tonu victimista, insistir en que tuvieron que sometese toes elles al papel pasivu que-yos asignaba’l réxime, porque nun ye cierto, elles rebélense. Munches veces si t’impliques de forma personal ye fácil caer na tentación de querer compensar el silenciu que pesa sobre la historia de les muyeres. Con too, hai que reconocer que tán presentes en toles instancies y la clave ye ampliar los esquemes interpretativos que tien la historia y la historiografía: l’oxetivu ye integrar a les muyeres como suxetos activos del cambiu; la historiografía alcuéntrase na obligación de cuestionar ciertos esquemes interpretativos mui ríxidos y d’avanzar hacia marcos analíticos más complexos. Nun se trata de crear suxetos nuevos na historia, sinón de reconocer a esos suxetos históricos como tales.

–¿Cuáles son les dificultaes a la hora de trabayar con testimonios personales?
–Per una parte ta la cuestión de que dalgunes entrevistes, que son una fonte fundamental de trabayu, nun se pueden utilizar o nun se pueden citar porque les propies interesaes nun dan autorización. Y a la hora de plantease les entrevistes con protagonistes d’aquella época tanto homes como muyeres acceden sin mayor problema, anque quiciás la mayor dificultá coles muyeres ye qu’hai dalgunos aspectos de los que nun quieren falar. Hai silencios que son mui elocuentes.

–¿Qué silencios son esos?
–Munches veces tien que ver cola so estancia na cárcel, coles tortures, los malos tratos, vexaciones, violaciones, del machismu cuando ta nel interior de la propia familia o la propia organización... Namás les más concenciaes son mui crítiques coles sos organizaciones, el restu caltienen una actitú de condescendencia o poco crítica respecto a los partíos. Tamién en cuestiones relacionaes cola vida diaria hai munches rocees a falar sobre cómo se repartíen los roles de xéneru nes propies families.

Beatriz R. Viado


Publicáu en: Les Noticies, 25 de xunu de 2006.
Fonte: Les Noticies.

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domingo, octubre 14, 2007

Una soberanía en tiempos explosivos



La medida, tachada de cantonalista en Asturias y de rebeldía por Azaña, fue más de índole práctica que de voluntad nacionalista

A finales de agosto de 1937, Asturias era un territorio «rodeado de enemigos por todas partes, menos por una... el Comité de No Intervención». La frase, en parte irónica por lo que respecta a la Francia y a la Gran Bretaña que se integraban en dicho Comité, había sido pronunciada por el teniente coronel Francisco Galán, militar republicano destinado en el Norte tras haber luchado en la defensa de Madrid, y que sería nombrado jefe del cuerpo XIV del Ejército pocos días después de producirse la declaración de soberanía del Consejo de Gobierno de Asturias y León, a las 24 horas del día 24 de agosto de 1937.

Las palabras de Galán las recoge Juan Ambou, entonces consejero asturiano de Instrucción Pública, en su obra «Los comunistas en la resistencia nacional republicana». Ambou admite que la situación en el Norte era desesperada, después de que Santander hubiera sucumbido al ataque de doce días de las fuerzas nacionales.

Pero Ambou, comunista, deja caer también con esa frase de Galán que la declaración de soberanía no era sino un paso previo a la rendición que estudiaban los socialistas del Gobierno republicano de Asturias, y que, según algunos mandos militares, ya se estaba tramando aquellos días con franceses e ingleses.

No hay pruebas de ello, pero los posibles indicios reforzaban en Ambou la idea de que la soberanía del Gobierno presidido por el socialista Belarmino Tomás era el mecanismo para que tuvieran las manos libres durante una hipotética retirada.

Hubo retirada poco menos de dos meses después, el 21 de octubre de 1937, cuando las columnas de las Brigadas Navarras entraron en Gijón por la carretera de Villaviciosa y se dio por vencido el frente Norte, leal a la República. Retirada más caótica que organizada y sin intervención paliativa de fuerzas extranjeras.

Frente a la idea de Juan Ambou de que la declaración de independencia asturiana había sido el encubrimiento de intenciones torcidas, otros miembros de aquel Consejo soberanista, como el anarquista Ramón Álvarez Palomo, consejero de Pesca, defendieron que dicha declaración no fue tomada con premeditación estratégica, sino que había sido reclamada por «una situación realmente excepcional y explosiva».

¿Cuáles fueron los motivos veraces de aquella decisión?

Claramente, no fue el preámbulo de un proceso constituyente soberanista, ni parecía que la preocupación nacionalista o secesionista hubiera estado en la agenda de los gobernantes asturianos desde el advenimiento de la II República o desde el estallido de la guerra civil.

En Asturias no existía conciencia nacionalista, y en aquel agosto de 1937 era una región en guerra contra un numeroso y bien pertrechado Ejército nacional que ya rozaba su frontera oriental al tiempo que miles de refugiados vencidos en el País Vasco y en Santander entraban en su territorio.

Sobre el inexistente segregacionismo y nacionalismo astur predicaba alguno de los informes que, tras la declaración de soberanía, el Gobierno de Belarmino Tomás había remitido al Gobierno de la República. «Un cuerdo sentido nacional ha presidido siempre nuestros actos. Ni sentimentales imperialismos, ni interesados separatismos pueden imputarse a Asturias. Asturias y León han cimentado la unidad nacional».

La soberanía aparecía como una medida práctica, aunque muy discutida y tachada por el Gobierno de Manuel Azaña como rebeldía inconstitucional.

Dentro de Asturias fue calificada de «cantonalismo inconsecuente», según afirmación posterior de Rafael Fernández, miembro del Consejo Interprovincial de Asturias y León que se opuso a aquella medida tomada en la tarde del 24 de agosto de 1937.
Rafael Fernández Álvarez, militante del PSOE que entre 1981 y 1983 fue presidente del Gobierno preautonómico del Principado y que entonces era miembro de las Juventudes socialista Unificadas (JSU), se opuso a la declaración de soberanía apelando a que se rompía la unidad republicana del país y a que Belarmino Tomás disponía de competencias suficientes sin necesidad del cuño de soberanas.
El veterano político Rafael Fernández declararía años después que dio la impresión de que el Consejo asturiano quería colocarse a la misma altura que los vascos, cuyo PNV había asumido plenos poderes de defensa militar durante la campaña del Norte.

Los anarquistas, que apoyaron la declaración de soberanía, sostenían en su órgano impreso, el periódico «CNT», que «no queremos discutir de legalidades; la legalidad es un producto de mil causas y concausas».

El presidente del Consejo, Belarmino Tomás, cruzó telegramas con el Gobierno de la República, entonces en Valencia, y en uno de ellos proclamaba: «Iniciativa funciones plenas Gobierno fue obligada, debido deserciones Ejército, cuyos mandos eran primeros incumplir obligaciones militares. Tal acto no puede interpretarlo Gobierno como rebeldía. Deben conocernos suficientemente».

Tomás proseguía pidiendo calma: «Esté seguro procederemos todo instante gran serenidad. Nosotros no culpamos Gobierno de nada de lo que sucede Norte y son injustos al decirnos que nos declaramos cantón independiente, ya que nuestra única autoridad la reconocemos en Gobierno actual (...). Si Gobierno hubiese conocido situación en aquel momento, tengo la seguridad de que no nos trataría tan injustamente como lo hace».

Tomás incurre en contradicciones cuando afirma: «Soy su delegado, y si alguna determinación tomáramos antes de que ustedes la conocieran, tengan la seguridad de que se habría hecho en bien de la guerra y por estar tan distantes del Gobierno, pero siempre comunicándosela para que decidan en definitiva».
En cuanto a las circunstancias concretas previas a la declaración de soberanía, otro informe del Consejo Soberano, posterior a la caída de Asturias y recogido por Ramón Salas Larrazábal en su «Historia del Ejército Popular de la República», dice que «se hunde Santander y se viven unas horas durante las cuales no existe autoridad ninguna en el Norte leal. Se busca el paradero del gobernador de Santander. No se sabe dónde se encuentra la Junta Delegada del Norte. El Estado Mayor ha desaparecido. Llegan a la frontera de Asturias cientos y cientos de milicianos santanderinos y vascos en huida desordenada. Se impone implantar una autoridad; la que sea».
En efecto, el día 24 de agosto, Santander se derrumbaba ante la ofensiva nacional. Cayó el día 26. Es en ese momento cuando el general de la República Mariano Gamir, junto a miembros de la Junta Delegada de Santander, más otros militares y políticos republicanos salen de la capital cántabra en el submarino C-4, escoltado por el C-2, y llegan a Gijón esa misma noche. Asturias ya era soberana.

Pero la interpretación de Juan Ambou sobre la declaración de soberanía era contrapuesta, según dejó escrito en su citada obra: «La causa era sólo una: preparar la evacuación (...). Y, lógicamente, para organizar tal evacuación, los «soberanos» necesitaban tener la manos libres. ¡Ni el Gobierno podía inmiscuirse en los planes de evacuación!».

Ambou supone que se está negociando la rendición con el Comité de No Intervención, de manera que «parte de la escuadra inglesa y tal vez de la francesa protegerían la retirada». Y añade: «Otra vez los ingleses y monseñor Pacelli; los mismos que mediaron en Santoña para que fascistas italianos y nacionalistas vascos establecieran un convenio de evacuación. Estábamos, en fin, contra el espíritu de Santoña, que revoloteaba amenazador sobre nuestras cabezas». Apunta también que el alcalde anarquista de Gijón, Avelino González Mallada, «era partidario de una rápida evacuación».

Todo ello le sirve a Ramón Álvarez Palomo (en su libro «Rebelión militar y revolución en Asturias») para afirmar que «especulaciones leguleyas de todo tipo, precipitados análisis sobre la oportunidad del procedimiento legal; antecedentes constitucionales, sentimientos federales bruscamente reaparecidos y afanes regionalistas sirvieron a críticos de última hora» para juzgar «las intenciones que pudieron mover al Consejo Interprovincial de Asturias y León a declararse soberano».

En cambio, Palomo asegura que «¡era mucho más sencilla la cosa!», pues «prácticamente inexistentes las comunicaciones con la Junta Delegada, en Santander, que dejaba al garete la situación del territorio leal en el Norte, hubiese sido irresponsable y hasta delictivo que el Consejo de Asturias y León, único organismo legal con capacidad de movimiento, asistido por las fuerzas armadas de la zona y el apoyo de la mayoría de las organizaciones y población civil, no hubiese tomado las medidas que reclamaba una situación realmente excepcional y explosiva».

Eran las 10 de la noche, recuerda Álvarez Palomo, de aquel 24 de agosto cuando el Consejo de Asturias y León se reúne. Dos horas después, Asturias era territorio soberano.

J. Morán


Publicado en: La Nueva España, 25 de agosto de 2007.
Fuente: La Nueva España.

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jueves, octubre 11, 2007

Ante la nueva farsa de las elecciones sindicales




¡¡COMPAÑEROS TRABAJADORES!!

Nuevamente el régimen franquista y la burocracia falangista nos convocan a trabajar de peleles de sus necesidades políticas. La clase obrera debe conocer el alcance de esta convocatoria y tomar frente a ella una posición correcta.

Después del proceso de Burgos el forcejeo entre los falangistas y algunos generales de un lado, y el OPUS y los generales monárquicos de otro, se acentuó, dando lugar a algunas variaciones dentro de la línea de evolución que era previsible. Los falangistas están empeñados en sacar capital político de las «movilizaciones» que fabricaron durante el proceso de Burgos. Después de un arrinconamiento que parecía ya el golpe de gracia, la burocracia falangista enseña uñas y dientes y muestra no estar dispuesta a dejarse arrebatar por ahora los comederos de la CNS y demás organismos alimentados con las cotizaciones de los trabajadores. De momento, han conseguido dos triunfos: una Ley Sindical a su medida y la convocatoria del Consejo Nacional con unas decisiones que apestan de miedo enfermizo, de voluntad de represión sobre el pueblo y de afán de garantías para la conservación de sus privilegios. La alta burguesía financiera, representada por el OPUS, aunque tiene necesidad de algunos cambios de forma para presentarse ante el Mercado Común, que es su tabla de salvación, tuvo que transigir y echar el Sindicato como carnaza a la voracidad de los burócratas falangistas.

Tanto los unos como los otros necesitan nuestra participación. Los del OPUS para salvar la cara ante la OIT y hacer colar que, de todas maneras, esta forma de Sindicato cuenta con la aceptación de los trabajadores. Los burócratas falangistas, para justificarse como algo más que como una clase de parásitos que viven sistemáticamente del cupón. A las dos facciones les viene de perlas nuestra participación en las elecciones sindicales. Está pues, muy claro, que políticamente no nos conviene participar ya que haríamos el juego de nuestros opresores.

¿Qué otros motivos podían hacernos creer en la conveniencia de la participación? Algunos dicen que por motivos tácticos nos conviene participar. Dicen que se puede buscar así una plataforma legal de lucha y que, en este caso, coinciden los intereses del Régimen y los de los trabajadores. A veces este tipo de propuestas están determinadas por necesidades de crecimiento y predominio de grupos políticos o sindicales organizados, y son por ello doblemente reprochables. Otras veces son personas sinceras, aunque equivocadas, las que hablan así. Nosotros queremos, tanto en un caso como en el otro, dar claridad sobre este problema.

1°.— Cuando se nos quiera convencer para participar con el argumento de que hay que quitar a los enlaces y jurados granujas, tenemos que pensar que estos granujas a los que tenemos que quitar hoy, son los que entraron en 1966 para quitar a los granujas de entonces. Y tiene que ser así porque los empresarios y los burócratas sindicales tienen poderosos medios para corromper a los representantes obreros privados de contacto y de la defensa de sus bases obreras al hacer ilegales las asambleas.

2°.— Cuando se nos diga que hay que seguir el principio leninista de aprovechar la legalidad tenemos que preguntar de qué legalidad nos hablan. Tenemos que preguntar si no hay contradicción entre declarar a un estado fascista y, a la vez, afirmar que nos da una base de legalidad. ¡Que les hablen de esta «legalidad» a los enlaces y jurados que conocieron y conocen las cárceles franquistas! porque, al participar, se dieron a conocer innecesariamente a la policía, cuando debían haber seguido trabajando en la clandestinidad. Se olvida con facilidad que el Movimiento Obrero —el nuevo y el viejo, que sólo hay uno— deberá seguir siendo clandestino mientras dure el régimen franquista y que sería suicida por nuestra parte enseñar nuestros cuadros prematuramente. El Movimiento Obrero debe fortalecer sus estructuras organizativas y mantenerlas fuera del alcance de la bofia. No olvidamos que los grandes movimientos de masas de los años 62, 63, 64 y 65 a nivel nacional coinciden con los momentos en que en las elecciones sindicales se votaba a «la mula Francis», a Sofía Loren o a los declarados tarados mentales de las empresas. Desde entonces acá se han hecho supremos esfuerzos por parte del Régimen para integrar al Movimiento Obrero, es decir, para destruirlo tratando de atraerlo a la vía muerta del sindicato CNS.

3°.— Cuando se nos diga que no tenemos que tener escrúpulos en participar, porque en este caso hay coincidencia entre los intereses del Régimen y los de la clase trabajadora, debemos contestar que nunca fueron los mismos los intereses de los explotadores y los explotados, los intereses de los verdugos y las víctimas.

4°.— Finalmente, hay que tener bien en cuenta que aceptar como plataforma de reivindicación una estructura que es parte integrante de un estado fascista forzosamente supone comprometer la autonomía del movimiento obrero y empeñar el destino de la clase obrera porque la lucha de clases se mantendrá tensa y avanzará victoriosa sólo en la medida en que la clase obrera tenga una estrategia precisa y propia, unos planteamientos correctos y un actuar consecuente y no siendo arrastrada en el furgón de cola de un tren gobernado, administrado y dirigido por la burguesía.

En consecuencia, la actitud de la clase obrera frente a las elecciones sindicales próximas debe ser de negativa rotunda a la participación, la realización de ASAMBLEAS, el nombramiento de representantes ocasionales directos, que constituyan los COMITÉS DE EMPRESA, los cuales, como sucedió a todo lo largo de la, historia, acabarán imponiéndose a la patronal, y trabar cuando antes la coordinación DIRECTA de estos COMITÉS libre de manipulaciones. Así derrotaremos al régimen franquista, así alcanzaremos el triunfo y la liberación de la clase obrera.

POR LA VICTORIA DE LA CLASE TRABAJADORA.
NO A LAS ELECCIONES SINDICALES DEL FASCISMO.
SÍ A LAS ASAMBLEAS Y COMITÉS DE EMPRESA CON BASE EN LA ASAMBLEA Y CONTROLADOS POR ELLA. EL PESO DE LAS DECISIONES A LA ASAMBLEA.
AUTONOMÍA DEL MOVIMIENTO OBRERO.
SOLIDARIDAD DE EMPRESA, SOLIDARIDAD DE RAMO, SOLIDARIDAD DE CLASE.

Asturias, Marzo de 1971
COMUNAS REVOLUCIONARIAS DE ACCIÓN SOCIALISTA (CRAS)


Publicado en: Los comunistas en Asturias (1920-1982), VVAA (Coordinador: Francisco Erice). Editorial Trea, Xixón, 1996.
Digitalización: El cielu por asaltu.

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El día de la independencia



La segregación de la región con respecto al Gobierno de la II República, que apoyaban la FSA, Belarmino Tomás y CNT, tuvo el rechazo de comunistas, parte de UGT y Juventudes Socialistas

Hoy hace 70 años, en plena guerra civil y acechada por la presión de las tropas de Franco, Asturias se declaró independiente del Gobierno de la II República, ubicado entonces en Valencia. La constitución del Consejo Soberano de Gobierno de Asturias y León (dos meses antes de la caída del frente Norte) fue una medida para asumir la dirección militar y política en un solo organismo, independiente, para planificar la acción sobre el terreno. La decisión tuvo votos en contra, pero fue anunciada con entusiasmo por los periódicos socialistas y anarquistas asturianos. El Gobierno de la República lo consideró una rebelión y Manuel Azaña lo vio como una demostración del afán de Belarmino Tomás, presidente del Consejo, de ser ministro de la Guerra y mandar tropas.

«A las 24 horas del 24 de agosto de 1937» el Consejo Interprovincial de Asturias y León emitía un decreto por el que se declaraba la independencia de Asturias con respecto al Gobierno de la República, ubicado entonces en Valencia.

Aquella segregación se producía poco menos de dos meses antes de la caída definitiva del frente Norte, que iba a sobrevenir el 21 de octubre de 1937, con la entrada en Gijón de las Columnas Navarras, al mando del general José Solchaga Zala, del ejército nacional.

Era precisamente la percepción de las autoridades frentepopulistas asturianas acerca de que las tropas de Franco aceleraban su presión sobre el Principado, para liquidar ese frente antes de la llegada del invierno, lo que condujo al Consejo Interprovincial a dicha declaración de independencia mediante la fórmula de constituirse en Consejo Soberano de Gobierno de Asturias y León.

Además de este temor al avance nacional, en las mismas horas en las que el Consejo adoptaba esta medida, en un tensa y discordante reunión, la ciudad de Santander se tambaleaba ante las brigadas navarras e italianas y los dirigentes asturianos veían cómo la línea del frente penetraba ya por el oriente de la región.

Y otro hecho histórico sucedía en esa misma jornada: dirigentes políticos y militares republicanos del Partido Nacionalista Vasco y mandos italianos del bando nacional firmaban el Pacto de Santoña, por el cual el ejército vasco, a espaldas del Gobierno republicano de Valencia, ofrecía su rendición a cambio de que fueran declarados prisioneros de guerra y de ser evacuados por buques ingleses.

Aunque el pacto no se hizo efectivo, pues Franco lo revocó y mandó encarcelar a los vascos en la prisión de El Dueso (Santoña, Cantabria), el espíritu que revelaba dicha rendición era totalmente derrotista.

La caída de Santander, el día 26 de agosto, y la retirada del ejército vasco dejaba a Asturias en absoluta soledad bélica, de ahí que el citado decreto de declaración de soberanía iniciaba su razonamiento preliminar con las siguientes frases: «Quien repase en su memoria hechos históricos, hallará la confirmación de que una ciudad sitiada asumió siempre la integridad de su responsabilidad. Dos encontradas corrientes coinciden en el punto de esta necesidad: una, la dificultad, cuando no la imposibilidad, de consultar las decisiones con el supremo poder político del país; otra, la inaplazable urgencia de resolver minuto por minuto».
Tras advertir que «puede asimilarse el caso de una provincia o región sitiada hoy al caso de una ciudad y su contorno sitiada antaño», el decreto manifiesta que «caracteriza a una ciudad o región sitiada la desaparición de líneas divisorias entre lo civil y lo militar (...). No hay frente militar y retaguardia civil: todo es frente».
Por tanto, el Consejo Soberano de Gobierno de Asturias y León asume la jurisdicción militar y política, pero no las va a ejecutar cada una por separado, sino conjuntamente, declarando una especie de estado de guerra o unas medidas represoras contra la quinta columna, que van a afectar a toda la población, principalmente a Gijón y Avilés, mayores núcleos urbanos del momento.

La declaración de independencia, o de soberanía, iba a ser recibida con cierto entusiasmo interno impulsado por la labor propagandística de los periódicos «Avance» (socialista) y «CNT» (anarquista), pero, sin embargo, iba a recibir furibundas críticas, tanto en el seno del propio Consejo declarado soberano como en el Gobierno valenciano de la República.
En Asturias, se opondrán a esta medida los comunistas, una parte de la Unión General de Trabajadores (UGT) y las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), mientras que los anarquistas respaldarán aquella idea socialista, concebida por Amador Fernández, respaldada por la Federación Socialista Asturiana y por Belarmino Tomás, presidente del Consejo.
De hecho, tras una agitada deliberación en el seno del Consejo Interprovincial, formado por quince consejeros, el citado decreto recibirá cinco votos en contra: el de los comunistas Juan Ambou, Gonzalo López y Aquilino Fernández Roces, y el de los miembros de las JSU Rafael Fernández y Luis Roca de Albornoz.

Fernández argumentará que el presidente del Consejo y gobernador general de Asturias, Belarmino Tomás, podía asumir todas las atribuciones de mando, civiles y militares, sin recurrir a la fórmula soberanista, pero sí mediante las competencias de que gozaba dentro del Estado republicano.

Por su parte, Juan Ambou afirma que nunca el Partido Comunista dará un paso hacia la desmembración de la República.

Fuera de Asturias, la decisión soberanista recibirá críticas furibundas, comenzando por las del presidente de la República, Manuel Azaña, que las recogió en sus «Diarios de guerra».
Así, Azaña escribirá el día 26 de agosto en sus cuadernos: «Y van a encerrarse en Asturias. Naturalmente, lo primero que han hecho en tal situación los directores del cotarro asturiano es constituirse en Gobierno soberano. O sea, rebelarse contra el Gobierno, por las buenas. Digo naturalmente porque la reacción espontánea de cada cual, ante las dificultades, consiste en erigirse en mandamás».
A los pocos días, el 8 de septiembre, recibirá al ministro de la Guerra, el socialista Indalecio Prieto, que en aquel momento era presidente en funciones del Consejo de Ministros, por viaje al extranjero de Negrín, y Azaña añadirá en sus escritos: «Prieto está indignado y dolido con la disparatada conducta de los asturianos. Se ha conseguido sacar de allí al general Gamir, destituido por aquel Gobierno soberano, y debe de estar en Francia, aunque el Ministro no tenía noticias suyas. No dejan salir de allí a nadie. Todos han de morir... La comunicación aérea ya no funciona, desde que han derribado el avión regular con Francia y matado al piloto».

Algunos de estos datos que menciona Azaña corresponden a decisiones tomadas por el Consejo Soberano en sus primeros días de actividad, a finales de agosto de 1937. Así, el Gobierno independiente sustituye al general Gamir por el coronel Prada en el mando del ejército del Norte, el XIV Cuerpo.
Al mismo tiempo, el Consejo prohíbe la salida de cualquier persona del territorio asturiano. Cuenta en su libro «Guerra y vicisitudes de los asturianos» Julián Zugazagoitia, entonces ministro de Gobernación de la República, que la frase «de aquí no sale ni Dios» era la que había pronunciado algún «soberano», es decir, un miembro del Consejo.
La prohibición de salida, continúa Zugazagoitia, crea un conflicto internacional, ya que «la Embajada norteamericana, que había enviado a El Musel un buque para sus connacionales, se encontró sorprendida con la noticia de que no es posible porque de Asturias no salía nadie».

Volviendo a los diarios de Azaña, el día 9 de septiembre, anota su interpretación de lo que está sucediendo en Asturias con su declaración de soberanía.
Azaña cuenta que ese día ha recibido a «los diputados en Cortes de Izquierda Republicana por Asturias, Menéndez y Laredo». Y agrega que «la situación que pintan es como yo había podido figurármela». Recoge Azaña que ambos diputados «truenan contra Belarmino Tomás y su desmesurada ambición de mando y de dirigirlo todo. Los republicanos han estado y están reducidos en Asturias al papel de gente tolerada, cuando no oprimida. Reconocen que la empresa sobre Oviedo, el afán de tomar la ciudad, las fanfarronadas sobre el triunfo fácil y la dirección de las operaciones han sido funestos».
Todo lo hasta aquí relatado se lo atribuye negativamente Manuel Azaña a Belarmino Tomás, pero irá más lejos al afirmar que «en Asturias, aun antes de formarse eso que han llamado Gobierno soberano, existía un Consejo de Ministros, con trece o catorce ministros, más subsecretarios, directores generales, etcétera, etcétera. El afán de Belarmino era ser ministro de la Guerra y mandar las tropas».

Este juicio sobre Tomás, persona por la que el presidente de la República no sentía ninguna simpatía, podría ser uno de los que expliquen la declaración de soberanía en Asturias, pero ello no estaría del todo claro, pues Belarmino Tomás ya disponía de las atribuciones bélicas.

Al comienzo de la contienda civil española se había creado el Comité Provincial del Frente Popular de Asturias, con sede inicial en Sama de Langreo, que posteriormente se trasladaría a Gijón tras la caída del cuartel de Simancas, asediado por los milicianos frentepopulistas desde el 19 de julio al 21 de agosto de 1936.

El Consejo de Ministros de la República decreta el 23 de diciembre de ese año la constitución del Consejo Provincial de Asturias, que a los pocos días pasa a denominarse Consejo Interprovincial de Asturias y León, pues el norte de esta última región se hallaba bajo control republicano.

Presidía el Consejo Interprovincial el gobernador general de Asturias y León, Belarmino Tomás, encargado también del departamento de Guerra.

Por tanto, la presencia de Tomás y su hipotético personalismo ya eran factores previos a la declaración de independencia. Lo que se podría dilucidar es si la declaración de soberanía venía acompañada por ciertas y rectas intenciones defensivas del territorio de Asturias o era, en cambio, un Consejo Interprovincial que, según Ambou, no debería haberse denominado de la soberanía, sino de «la evacuación o de la huida».

J. Morán


Publicado en: La Nueva España, 24 de agosto de 2007.
Fuente: La Nueva España

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jueves, octubre 04, 2007

Manifiesto de Unión Nacional en Asturias

PARTE DEL SERVICIO DE INFORMACIÓN POLICIAL NUM. 195

De nuevo, después de unos ocho meses de inactividad, han vuelto a aparecer en esta provincia unos manifiestos firmados por la JUNTA PROVINCIAL DE UNIÓN NACIONAL, cuya desarticulación anterior, tiene a numerosos de estos individuos en la cárcel, ya condenados, entre ellos trece a muerte. Los impresos a los que se hace referencia y que se adjunta copia al presente parte fueron encontrados el día 9 de los actuales, a las siete treinta horas, por el obrero que desde esta capital se dirigía a Tudela de Veguín ENRIQUE SUÁREZ SOLANO en la línea del ferrocarri1 del Norte, por donde diariamente hace este recorrido, concretamente, que observó que desde el paso a nivel, en la que existe una casilla del capataz de vías y obras, denominada del «Pirulí», había algunos papeles del tamaño de una cuartilla corriente, doblados en el suelo, unos a la derecha de la vía dirección El Caleyo, y después a la izquierda, mediando aproximadamente entre unos y otros unos ochenta metros. El espacio en el que estaban arrojados, era de kilómetro. El mencionado ENRIQUE, deparó (sic) en la presencia de los impresos, por haber visto un grupo de obreros leyendo unos de estos, sospechando fuese alguna propaganda como efectivamente comprobó al recoger uno. El lugar donde fueron lanzados, tiene mucho tránsito, especialmente de obreros que trabajan en la fábrica de pólvora de la Manjoya, suponiendo que éstos hayan sido colocados con finalidad de que llegasen a sus manos, y por individuo o individuos que hicieron el recorrido con anterioridad probablemente momentos antes. El original de estos impresos está escrito a máquina, sin copia, estando corregido con tinta en algunas palabras, lo que parece dar a entender que su profusión fue reducida, confirmándose que en el trayecto indicado se hallarían unos ocho o nueve impresos.

Pase al Negociado de Orden Público de este Gobierno Civil para que, dando cuenta al Excmo. Señor General Gobernador Militar de la Plaza, éste pueda adoptar las medidas que estime pertinentes con relación al caso transcrito.

Oviedo, 14 de Julio de 1945.
EL GOBERNADOR CIVIL.


ES COPIA

A LOS QUE SUFREN LA OPRESIÓN DEL YUGO Y LAS FLECHAS. CIUDADANOS. Una ola de justicia humana se levantó airada para cortar el paso a Hitler y Musuline (sic) que, en la carrera de su fantástica locura, trastocaban a los pueblos en cementerio. España fue la primera víctima de esos dos monstruos. En el año 1936 arrebataron la libertad a los españoles y con ella el derecho de vivir como humanos. Desde entonces acá, el crimen reina en todos los ámbitos del suelo patrio sembrando el luto y la desolación en los hogares que sus moradores tienen por escudo ganar el pan con el sudor de su frente. Y de pie encima de las víctimas de la más espantosa matanza, está la fatídica figura de Franco, y su falsa diplomacia esforzándose en hacer ver a los países demócratas de que en España hay una paz y un orden cívico ejemplar de un silencio de sepulcro impuesto por sus bayonetas es de lo que podía blasonar. Ante tan cínica afirmación, he aquí a nuestros muertos en las fosas comunes crujiendo de indignación demandando justicia. De todos los sitios salen voces denunciándolo: LA PAZ QUE DISFRUTAMOS ES UNA PAZ DE CEMENTERIO. No hubo monstruo sobre la tierra que ensangrentase tanto sus mandíbulas como Franco ensangrentó sus manos con sangre humana. Todavía es el día de hoy que no ve saciadas sus ensangrentadas fauces. He aquí que el 25 de Mayo próximo pasado, en el funesto recinto del cuartel de Pelayo (Oviedo) sus secuaces dictaron SEIS PENAS de muerte contra ciudadanos que no tenían más causa justificada que el supuesto delito de considerarles simpatizantes de las democracias. Es indigno y vergonzoso para los Gobiernos de Washington y Londres el que, después de que millones de hombres dieron la sangre en aras de la libertad y democracia sigue el satélite humano número uno de Hitler y Musoline (sic) campeando a sus anchas, allanando moradas, cometiendo monstruosidades. ¡Es innegable que esto es un baldón para los gobernantes anglo-sajones, que proclamaron a los cuatro vientos la lucha democrática para terminar con la tiranía del fascismo internacional! El fraude externo y las continuas injusticias internas, son motivos para que, todos los que sobrevivimos el terror fascista, marchemos en apartado haz contra los criminales del pueblo; pongamos coto, de una vez para siempre, a los actos homicidas de la canalla franquista. Todos sabéis que a esos criminales de profesión, los encumbraron al pináculo de los atropellos, lo ejércitos nazi-fascistas de Italia y Alemania que asolaron nuestra patria, sumiéndola en la más horripilante tragedia. ¡Ah!, pero los ejércitos de la muerte en que se apoyaron la misma muerte puso fin a sus desmanes. Ahora los descendientes de Torquemada se verán frente a frente con los españoles que no mancillaron el honor de España con los desafueros de la doctrina Hitlemusliniana (sic). No vamos a la lucha (habidos) (sic) de sangre, sino que lucharemos por una España patrocinada por los derechos del hombre y no por los satánicos caprichos de Franco y su pandilla que llevan sobre el ignominioso sello del degüello en masa de seres humanos. ANTIFASCISTAS ESPAÑOLES: UNIROS, y demos la batalla definitiva a los causantes de tantos males las recientes penas de muerte, es otra provocación más al derecho de vida. ¿Quieren guerra? ¡guerra tendrán! ¡¡muerte a los verdugos!! Asturias, Junio de 1945.

La Junta Provincial de Unión Nacional

FUENTE: Archivo Histórico Provincial (Oviedo), Sección Gobierno Civil, Informes 1945 (II), caja 531, leg. 324, expte. 32.055.


Publicado en: Los comunistas en Asturias (1920-1982), VVAA (Coordinador: Francisco Erice). Editorial Trea, Xixón, 1996.
Digitalización: El cielu por asaltu.

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