El cielu por asaltu

Recuperar la dignidá, recuperar la llucha. Documentos pa la hestoria del movimientu obreru y la clase obrera n'Asturies.

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jueves, junio 28, 2007

Primavera de 1962, carta de una huelga

La protesta obrera duró dos meses y situó a cientos de familias de las Cuencas al borde de la indigencia

Querido Luis: Disculpa que no te haya escrito antes, pero es que últimamente la cosa anda bastante revuelta. Imagino que en Francia no tendréis estos problemas. Aquí la vida está cada vez más cara y los salarios en la mina siguen igual de bajos. Las condiciones de seguridad tampoco son como para tirar cohetes. No sólo afecta a Nicolasa. En los demás pozos del valle, en el Nalón y en La Camocha las cosas están igual de mal. La gente anda bastante quemada y se palpa en el ambiente que esto va saltar más tarde o más temprano. De todo lo que pase en los próximos te iré informando con detalle. Ya sabes que mi vecino Manuel es camionero y pasa con frecuencia por Toulouse. Le daré las cartas a él para que te las deje en la gasolinera.

Un abrazo de tu hermano Paco.


6 de abril de 1962: Como te contaba hace unos días, la cosa está que arde por aquí. Los compañeros del pozo llevamos dos días bajando el ritmo de trabajo para protestar por la reorganización de los turnos y pedir más salario. Eladio, Eugenio y otros cinco picadores de la capa novena han parado por completo. Dicen que les van a sancionar.

7 de abril: Al final han suspendido a los siete picadores de empleo y sueldo, mientras tramitan el despido definitivo. Es la gota que ha colmado el paso. El relevo de la mañana no ha entrado a trabajar y los de la tarde hemos hecho lo mismo. El pozo Nicolasa está paralizado. A última hora ha venido el delegado provincial de Sindicatos para amenazarnos con la rescisión del contrato. La gente no ha hecho caso. Estamos hartos.

11 de abril: Seguimos en huelga. En Nicolasa tampoco hoy se ha sacado carbón. En los últimos días se nos han unido los compañeros de Barredo, Polio y Centella. Todo se acuerda en silencio. Un simple gesto o una mirada bastan para que no entremos a trabajar. La Guardia Civil ya ha detenido a algún compañero y en los economatos tienen una lista facilitada por la empresa en la que aparece la gente a la que no se le puede vender ningún producto. Quieren meternos presión, pero de momento aguantamos bien.

17 de abril: Un barrenista del Fondón con el que estuve el sábado me dice que en muchos pozos del Nalón están bajando el rendimiento y que pronto irán a la huelga. En «Radio Pirenaica» ha salido hablando «La Pasionaria». Animan a la gente del resto de Asturias y de España a unirse a los paros. En muchas minas están apareciendo octavillas para convencer a los indecisos. También sembramos los pozos con granos de maíz para llamar gallinas a los esquiroles. Cada vez hay más detenidos y más Policía por aquí. Parece que esto va para largo.

27 de abril: Toda la cuenca del Caudal y la mayoría de los pozos del Nalón están en huelga. También se han sumado La Camocha, compañeros del metal y gente de otras fábricas de Asturias. Al parecer, somos miles. En «Radio Pirenaica» cuentan que los paros se están extendiendo por toda España. Ahora no podemos flaquear. Carmen y otras mujeres también están haciendo una gran labor para reforzar la lucha. Están organizando piquetes y van de una cuenca a otra informando de lo que pasa. También recogen alimentos para los compañeros presos o deportados. Entre los huelguistas hay de todo. Socialistas, comunistas, compañeros sin militancia y gente de la HOAC y la JOC.

3 de mayo: Llevamos casi un mes de huelga y la cosa empieza a ponerse fea en casa. Carmen y los críos andan inquietos porque no queda dinero y hay que ingeniárselas para traer algo de comer. Celestino, el andaluz que tiene la tienda de ultramarinos debajo de casa, se está portando muy bien y nos fía. Otros muchos comercios están haciendo lo mismo. También la parroquia y algunos vecinos están proporcionando alimentos a las familias mineras que peor lo pasan. Ya sabrás que el Benfica le ha ganado la final de la Copa de Europa al Madrid. No todo iba a ser malo.

8 de mayo: Ayer me llevaron al calabozo porque sabían que en la familia había algún comunista. Me han interrogado durante dos horas y después me han soltado. Las noticias no son buenas. Han decretado el estado de excepción en Asturias. También en Guipúzcoa y Vizcaya. El sábado los periódicos hablaban por primera vez de la huelga, o del conflicto laboral como ellos lo llaman. Dicen que sólo habrá subidas salariales si antes se reanuda la actividad. La gente anda indecisa. Algunos quieren seguir con la huelga, pero otros creen que ya ha sido suficiente.

11 de mayo: En «Radio Pirenaica» nos aconsejan que mantengamos la huelga rotando por categorías. Se tratar de ir al tajo sin ir. Un día faltan los picadores, otro sólo los barrenistas. Así el pozo no podrá funcionar. Manuel me ha dado el periódico francés con las fotos de las manifestaciones de solidaridad que se están organizando en Europa. También me ha dicho lo del manifiesto de los intelectuales. Deben de estar poniéndose nerviosos en el Gobierno porque cada vez hay más detenciones. Dicen que ya han encarcelado a más de cien. También han deportado a 24 compañeros del pozo San José a Valladolid.

13 de mayo: En los pozos y en las demás fábricas se están organizando comisiones obreras y se están eligiendo representantes para negociar con el Gobierno. Se rumorea que Franco va a mandar al ministro del Movimiento a Asturias para hablar con nosotros. No negocian con los enlaces del Vertical porque no serviría de nada. En la reunión se planteará que queremos mejoras salariales, la actualización de pensiones, la anulación de la sanción de los compañeros de Nicolasa y la liberación de los detenidos.

25 de mayo: Parece que al final va a haber acuerdo. Ya era hora. El Gobierno ha cedido y subirá el precio de la hulla 75 pesetas por tonelada. No estamos del todo convencidos porque se va a incluir a los administrativo en el reparto. La minería no ha salido mal parada. En otros sectores parece que la cosa ha ido peor.

8 de junio: Los compañeros que seguían en huelga se han ido incorporando en los últimos días. Las cosas ha vuelto a la normalidad. No nos fiamos de lo que pueda pasar en un futuro, pero de momento hemos ganado el pulso. Algunos dicen que ha sido algo más. Que el régimen ha quedado muy tocado y que hay que a partir de ahora hay que intensificar la resistencia obrera contra Franco. No lo sé. Lo cierto es que han sido dos meses muy duros, pero creo que ha valido la pena. Ya te contaré.

Un abrazo, Paco.

Miguel A. Gutiérrez


Publicado en: La Nueva España, abril de 2006.
Fuente: La Nueva España.

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Dos meses de luchas



Publicado en: El Correo del Pueblo, 8 de febrero de 1976.

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domingo, junio 24, 2007

Javier Bueno

Javier Bueno nació en Madrid en 1891, hijo de la actriz Soledad Bueno y, al parecer, del periodista Manuel Nakens, director de varios periódicos, entre ellos el anticlerical El Motín. De formación autodidacta, comenzó muy joven a trabajar como vendedor de periódicos e ingresó en la UGT. Manifestó siempre un cierto espíritu libertario, aunque en la línea marxista, muy antiestalinista y antiburocrático. Se vinculó a Asturias en la primavera de 1933, cuando llegó a Oviedo para dirigir el periódico Avance, cargo que asumió tras un previo período de aclimatación y conocimiento de la realidad asturiana. Se puso al frente del diario el 1 de julio de 1933 y le dio un espectacular giro, hasta convertirlo en un periódico de referencia de la clase obrera asturiana. Abrió sus páginas a los trabajadores que acudían a la redacción a contar sus problemas y montó una red informativa en toda Asturias, con corresponsales y colaboradores espontáneos. De esta manera, poco a poco, aumentó la difusión y penetración del periódico hasta convertirlo en el de más tirada de la región y un referente de la izquierda en la lucha de clases, en un período de fuertes enfrentamientos, lo que le acarreó cierres, multas y encarcelamientos. Sus artículos impulsaron decisivamente a la Alianza Obrera y contribuyeron a crear el clima que propició la revolución de octubre de 1934. Detenido tras ella, Bueno estuvo preso hasta febrero de 1936, cuando la victoria del Frente Popular en las elecciones vació las cárceles. Vuelto de nuevo a la dirección de Avance, tras el levantamiento militar de Aranda en Oviedo, el 19 de julio, tomó un fusil y combatió en el frente. Resultó herido durante la ofensiva republicana de octubre sobre la capital asturiana y quedó cojo. A comienzos de 1937 se hizo de nuevo cargo del diario Avance, que en su tercera etapa se editaba en Gijón. Hombre de amplia cultura, sus escritos eran de gran ingenio y pulcritud literaria, y de un acerado contenido político. Tras la caída del frente asturiano consiguió embarcar hacia Francia y posteriormente pasó a Madrid. En la capital española permaneció hasta la entrada de las tropas franquistas, dirigiendo el diario socialista Claridad. Refugiado en una pequeña embajada que fue asaltada por los legionarios, ingresó en la madrileña cárcel de Porlier, en la que permaneció hasta ser fusilado el 26 de septiembre de 1939.


Publicado en: La Guerra Civil en Asturias, VVAA. La Nueva España / Cajastur, 2006.
Digitalización: El cielu por asaltu.

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Asturias, importante paso adelante


Publicado en: El Correo del Pueblo, 20 de diciembre de 1975.

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miércoles, junio 20, 2007

La Santina republicana

Hace 70 años, la Virgen de Covadonga salió del real sitio hacia Gijón y después fue llevada a París, bajo protección de las autoridades frentepopulistas

Lo recogía sucintamente una copla popular entonada durante la guerra civil en Asturias: «La Virgen de Covadonga / ye pequeñina y galana / marchóse con Quintanilla / porque ye republicana». En efecto, a comienzos de 1937, hace ahora 70 años, la imagen de la Santina abandonaba el real sitio camino de Gijón, de donde partiría después hacia Francia.

Respetada en varios momentos de ese periplo por los mandatarios frentepopulistas de la Asturias republicana, la venerada imagen de la Virgen sobreviviría excepcionalmente a lo que el obispo Antonio Montero denominó -en su estudio «Historia de la persecución religiosa en España (1936-1939)»- «el martirio» de los bienes eclesiásticos.

Según dicha obra, serían 354 los templos totalmente destruidos en Asturias y 287 los parcialmente dañados. Los ajuares litúrgicos correrían la misma suerte y, en un país tan particularmente cultivador de la imagenería religiosa como España, las efigies de vírgenes, santos y otras figuras de piedad serían arrasadas. Un botón de muestra: la fotografía de unos milicianos fusilando al Sagrado Corazón del Cerro de los Ángeles daría la vuelta al mundo.

La destrucción de bienes inmuebles, muebles y artísticos alcanzó una tasación de 900 millones de pesetas, según cálculo que el ministro de Gobernación, Ramón Serrano Suñer, realizó al final de la guerra.

En medio de ese panorama, la excepción de la Virgen de Covadonga contiene elementos interesantes. La Santina fue republicana, o mejor dicho, propiedad republicana. Y, como tal, sufrió exilio, aunque retornaría, en junio-julio de 1939, en loor de multitudes y a hombros de los asturianos, en actos concurridísimos programados por la Iglesia y el nuevo régimen para reafirmación religiosa y nacional.

Pero antes los «rojos» la habían custodiado. Incluso una mano comunista nunca identificada la protegió del pillaje en la Embajada de París, donde permaneció encajonada cerca de dos años.

La historia del «exilio» y retorno de la Santina ha sido estudiada minuciosamente por el sacerdote Silverio Cerra, profesor de Filosofía, y sus últimas aportaciones están siendo recogidas en las publicaciones del Foro Covadonga, de reciente creación.

Relata Cerra que la guerra civil llegó a Covadonga el 6 de agosto de 1936, cuando jóvenes milicianos de Cangas de Onís acceden al santuario al atardecer. A partir de ese momento, los miembros del cabildo son detenidos y encarcelados, y la basílica, las dependencias capitulares y la cueva son clausuradas. La Santina permanece en su altar del camarín, el diseñado por Roberto Frassinelli -el «alemán de Corao»-, y bloqueada por las verjas de la santa cueva. A finales de septiembre se detecta que han sido robadas su corona de plata, la rosa de oro de su mano y las vestiduras de filigrana. Días después desaparece la imagen. Los robos se habían sucedido en Covadonga. Las provisiones de los hoteles, los muebles y objetos de las viviendas capitulares, las joyas donadas como ex votos al santuario y la biblioteca de la colegiata fueron objeto de rapiña. Las vestiduras sagradas y las cortinas acabaron en sastrerías de la zona, de manera que «en Cangas se comentaba de qué ornamento o cortina habrían salido ciertas cazadoras o faldas», relata Cerra.

Para entonces, la basílica de Covadonga había sido utilizada como cinematógrafo y salón de baile, y el conjunto del real sitio, como centro hospitalario. El hotel Pelayo sería clínica de infecciosos tifoideos.

No se sabe quién, pero alguien había sacado la Santina de la cueva y la había escondido en un armario ropero de dicho hotel, donde era tutelada por Marina, hija de un mecánico de Covadonga, «Julio el de los Ingleses», y responsable del departamento de lencería, detalla Silverio Cerra
Marina y su novio eran socialistas, lo que no impidió una estrecha vigilancia de la imagen. Ante el armario acude a rezar frecuentemente Ángeles López-Cuesta, esposa de Luis Laredo, médico y diputado de Izquierda Republicana, que residía en las casas de los canónigos, vivienda entonces para políticos de la República. Ángeles López-Cuesta era mujer piadosa y de las pocas personas que conocían el paradero de la Santina. Cuando visitaba la imagen con sus hijas pequeñas, rezaba manteniendo cerradas las puertas del armario, para que las niñas no se fueran después de la lengua. Un día, una de sus hijas preguntó: «¿Por qué venimos a rezar a este armario del Pelayo si tenemos tantos armarios en casa?», según recoge Cerra en sus investigaciones.

Según explica el sacerdote, la suerte de la Santina cambiará en diciembre de 1936, cuando se crea el Consejo Interprovincial de Asturias y León, bajo Belarmino Tomás, y la Consejería de Sanidad -de la que dependía Covadonga- deja de estar dirigida por miembros de Izquierda Republicana, moderados, y pasa a Ramón Fernández Posada, de las Juventudes Libertarias. Será nombrado director de Covadonga Agapito González, fontanero de Las Caldas y presidente de las Juventudes Libertarias, quien expulsa del real sitio a Laredo y familia. Ante este hecho, Ángeles López-Cuesta, temerosa por el destino de la Santina, manda aviso a Gijón al consejero de Propaganda, el profesor y escritor Antonio Ortega, conocido suyo.

Ortega encarga al escultor Goico-Aguirre -Antonio Goicoechea Aguirre- que recoja la imagen de Covadonga y la traslade a Gijón. Ortega y Goico-Aguirre se distinguirán durante la guerra civil por una decidida campaña de salvación del patrimonio artístico asturiano.

Les amparaba una disposición de la Consejería de Instrucción Pública -regida por el comunista Juan Ambou- que prohibía la apropiación o destrucción de objetos artísticos. Dicha norma establecía «la concepción materialista del arte y la extensión de la cultura, hasta hoy monopolizada, a todo el pueblo».

Goico-Aguirre viaja a Covadonga en un Ford negro. Recoge un gran paquete y lo lleva a Gijón, donde es guardado en un armario del Ateneo Obrero. Silverio Cerra juzga en este punto que no es cierta la historia de que Indalecio Prieto pidió el traslado de la Santina a la Embajada de París.
La imagen de la Virgen y otros bienes artísticos serán objeto de sendas exposiciones populares de arte en el Ateneo Obrero, en abril y mayo de 1937, organizadas por el departamento de Propaganda que dirigía Ortega. La idea ulterior era la de crear un Museo Popular de Arte acorde con los antiguos proyectos de Jovellanos.

Pero un nuevo giro iba a producirse en el destino de la Santina a medida que el frente Norte ahogaba a la Asturias frentepopulista. El Gobierno republicano de Valencia pide salvar los tesoros artísticos, y el Consejo de Asturias y León acuerda el traslado. Lo encarga a Eleuterio Quintanilla, anarcosindicalista, profesor y «santo laico» para los cenetistas, según recuerda Cerra.

En septiembre de 1937, Quintanilla sale en un barco inglés del puerto de Gijón, El Musel, con el cargamento de objetos artísticos de Asturias, Santander y parte de León. La intención era trasladarlo al territorio republicano, a Valencia, a través de Burdeos. Pero la Santina y otros objetos nunca llegarán a ese destino, sino que acabarán en la Embajada española de París.

El 1 de octubre de 1937, el IV Tabor de Regulares de Alhucemas, las Brigadas de Castilla y la V Brigada de Navarra toman Covadonga. Franco dice desde Burgos: «En este día, aniversario de mi exaltación a la Jefatura del Estado..., ha sido clavada nuestra bandera junto a la cruz de Covadonga». El real sitio comienza a recomponerse católicamente, pero la imagen de la Santina no aparece.

Pasa año y medio y la guerra civil toca a su fin. En la Ciudad de las Luces, según relato de Silverio Cerra, un hombre se dirige al claretiano Joaquín Aller, director de la Misión Española en París, y le dice: «Yo soy un comunista asturiano... Es el caso que la Santina asturiana, patrona de mi tierra, está, entre otros tesoros artísticos, almacenada en la Embajada. Ésta va a ser evacuada y yo no quiero que esta imagen tan querida sufra más ultrajes».

El claretiano le pide a aquel hombre que la esconda y éste la oculta en un pequeño hueco, junto al ascensor. Cuando en marzo de 1939 las nuevas autoridades del franquismo entran en la Embajada hallan, en medio de cajas saqueadas, una sin abrir con el letrero «Virgen de Covadonga». Nuevamente, una mano izquierdosa había intervenido en la suerte de la Santina.

Según texto recogido por Cerra, el anarquista Ramón Álvarez Palomo (Gijón, 1913-2003) dejó escrito: «Ese símbolo de la cristiandad, al margen de toda creencia y desmintiendo la ferocidad que se nos atribuye, fue puesto a salvo... por los "rojos" y custodiado por el hombre más representativo del fondo humanista del anarquismo: Eleuterio Quintanilla».

Ya lo decía la copla: «Marchóse con Quintanilla / porque ye republicana».


J. Morán


Publicado en: La Nueva España, 2007.
Fuente: Foro de "A las barricadas".

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41º Aniversario de la gloriosa Revolución de Asturias



Publicado en: El correo del pueblo, nº16 (12 de octubre de 1975).

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domingo, junio 17, 2007

El movimiento obrero en la historia de Asturias

En estos momentos vivimos un proceso a nivel mundial que es el del declive del movimiento obrero y de la conciencia de clase. El predominio de los sindicatos asturianos en la actualidad no es sino un residuo de lo que fue el movimiento.

El movimiento obrero es una fuerza básica en la Asturias del siglo XX, es su espina dorsal.


Los comienzos, 1864-1976: período de la I Internacional (AIT). Sólo funcionarán dos o tres grupos reducidos en Mieres, Oviedo… y sin relevancia posterior. Es el período del Sexenio democrático en España. Con la Restauración, ya no queda nada.

Será así hasta los 90, cuando ya funcionan grupos en Gijón, Oviedo y en las Cuencas, con dificultad, bajo la influencia del socialismo y del anarquismo. Hasta esta fecha no se reciben periódicos de El Socialista, siquiera.

En 1884, el ingeniero García Arenal viene a Gijón a trabajar al puerto local (Fomento). De pensamiento burgués avanzado, entra en contacto con el Ateneo Obrero (burgués). Hace un magnífico estudio sociológico sobre la situación de los obreros gijoneses [Datos para el estudio de la cuestión social, Silverio Cañada, 1984.]. De él se desprenden datos interesantes:

- La concepción del mundo: ningún obrero se define socialista ni anarquista. Ni siquiera saben lo que es.
- Tiran hacia el republicanismo federal, básicamente.
- Tienen una idea brutalmente marcada, la del odio de clase.
- Solución que proponen: acabar con la propiedad privada (comunistas por instinto). Podemos decir que están deseando que alguien les exponga claramente el ideario socialista o anarquista.

En los años 93, 94… se crean Agrupaciones socialistas.



Siglo XX, historia intensísima.
Durante todo el siglo, el movimiento obrero tiene la hegemonía política. Cuando no la tiene (períodos dictatoriales), es el enemigo a batir. De la hegemonía política viene la cultural.

Importancia de las Casas del Pueblo: son mucho más que los locales del partido o del sindicato. Son auténticos centros de difusión contracultural: bibliotecas, auditorios, reuniones de grupos esperantistas, de grupos naturistas, gimnasia, coros… En muchos casos fueron construidas con el esfuerzo económico de la militancia, como en el caso de la Sindical de Gijón (CNT) o del Ateneo de La Calzada.

Es importante la imagen que el movimiento obrero proyecta de los asturianos, asociada a la del minero revolucionario.

Podemos señalar dos fechas fundamentales en la historia del movimiento, que producen conmoción en España y fuera de España:

1. Octubre de 1934: última insurrección obrera de Europa.
2. Las huelgas mineras de 1962: en un período en el que la huelga era un delito de sedición, juzgada en consejo de guerra. Arranca en Nicolasa y se extiende a toda la industria asturiana, a León, al Nervión, a Cataluña, Madrid Sur, Cádiz, etc., quedando 300.000 trabajadores en huelga, todo un hito dentro del franquismo. Es ilustrativa la manera con la que se zanja el conflicto: el Ministro de Trabajo negocia con huelguistas (delincuentes, nunca había pasado en el franquismo), recibe a comisiones de mineros. Además, cede: se publica la concesión en el BOE antes de acabada la huelga. Da lugar a un manifiesto de intelectuales, encabezados por Menéndez Pidal, que piden transpariencia informativa y resolución pacífica del conflicto. El Asturias patria querida se convierte en un himno subversivo, junto al lema “Asturias sí, Franco no” y proclamas del tipo “Hay una luz en Asturias…” o “Asturias marca el camino”, popularizadas en canciones populares, escritos del PCE, cuadros de Picasso o poemas de Alberti. Se darán manifestaciones de solidaridad con la huelga en los 5 continentes.


Ambos son dos episodios que colocan a Asturias en el epicentro de la cuestión social. Valores ligados a la lucha obrera, a la acción colectiva, a la solidaridad de clase, que hoy se van perdiendo.

[Apuntes sobre la conferencia de Rubén Vega en el curso La hestoria del movimientu obreru n'Asturies: nueves temátiques, nueves miraes. Avilés, 20 de octubre del 2006]

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Luis Montero

Asturiano. Trabajó en el depósito de máquinas del Ferrocarril del Norte de Oviedo. Fue ayudante montador; ejerció de fogonero auxiliar. Ingresó en el PC, a través de Juan Ambou, en el depósito de máquinas que en Octubre de 1934 fue uno de los centros de la insurrección en Oviedo. Al iniciarse la rebelión militar formó parte del primer batallón de ametralladoras y se incorporó, junto con Emilio Fernández "Cagancho" en el frente de Trubia, en el monte de la Berruga, que estaba al mando del comandante Valledor. Más tarde pasó a las órdenes del comandante Claudio Martín. Participó en la ofensiva sobre Oviedo en octubre de 1936. No pudo evacuar Asturias en octubre de 1937 y junto con su camarada "Cagancho" pasó a nado el Bidasoa en agosto de 1939. Estuvo en un campo de concentración y en un batallón de trabajadores. Al invadir Alemania Francia, junto con los asturianos Félix Llanos, Carlos Aparicio y otros, inició sus actividades en la Resistencia, en Orleans.Luis Montero, por el PCE, y José Miret, del PSUC, fueron los responsables de la organización político-militar de toda la Francia ocupada, realizando innumerables sabotajes, hasta que la GESTAPO detiene a Miret, "Cagancho" y otros y los envía a Mauthausen en 1943. Gracias a sus habilidades de metalúrgico ingresó en la armería del campo. Destacó como dirigente y organizador. Fue nombrado responsable del Aparato Militar Internacional y jugó un papel destacado en los grupos españoles de combate. Mauthausen fue liberado por los propios presos. Regresó a París junto con Emilio Fernández "Cagancho". Fue enviado a España donde desapareció misteriosamente.

Juan Ambou


Fuente: Exiliados.

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miércoles, junio 13, 2007

La mina tomó la palabra

La «huelgona» del 62 movilizó a los intelectuales españoles contra el régimen por la falta de libertades

Le saluda atentamente: Ramón Menéndez Pidal, Ramón Pérez de Ayala, Ignacio Aldecoa, Camilo José Cela... Así hasta 25 firmas de algunos de los intelectuales más destacados del país. Después llegarían muchas más. Todas ellas se solidarizaban con los huelguistas de 1962 y reclamaban -a través de sucesivos manifiestos y cartas de adhesión remitidos al Gobierno de Franco- el fin de la cesura informativa y la negociación con los trabajadores en los conflictos laborales, asumiendo la renuncia expresa a los métodos represivos. Fue la denominada «insurrección firmada» -según el término acuñado por Armando López Salinas- que movilizó a pensadores, artistas y escritores de diversos sectores ideológicos contra la ausencia de libertades del régimen franquista.

La protesta en negro sobre blanco era la expresión escrita del malestar que se vivía en las calles de España, con frecuentes movilizaciones de intelectuales y estudiantes que convirtieron el «Asturias, Patria Querida» en un símbolo de apoyo a los huelguistas. El mundo de la mina también se convirtió en una fuente de inspiración y de militancia democrática de algunos creadores como Picasso y su popular dibujo de una centelleante lámpara minera que deshace las sombras. La literatura también encontró un fértil caldo de cultivo en la temática carbonera y la resistencia obrera tras el 62.

En ese año las huelgas marcaban el camino de la reacción contra el régimen y los intelectuales no pudieron abstraerse del clima de agitación social generado por la revuelta. «Por lo que a nosotros se refiere -hombres de vocación intelectual, obligados a la orientación y la crítica- hemos de pensar que nos compromete alguna suerte de manifestación, ya que sería absurdo e inmoral que, por propio decreto, nos consideremos ajenos y desligados de las realidades colectivas que nos envuelven», rezaba el escrito encabezado por el presidente de la Real Academia de la Lengua, Ramón Menéndez Pidal. La pluralidad ideológica de la lista de firmas -con comunistas, cristianos, ex dirigentes de la CEDA e incluso antiguos falangistas- refuerza el impacto político del manifiesto.

Manuel Fraga Iribarne -director del Instituto de Estudios Políticos y elegido por los intelectuales para trasladar la carta a Franco- fue el primero en recibir la carta, pero no el único. La misiva también fue enviada a las embajadas y a la prensa extranjera, lo que estimula las simpatías hacia la causa huelguística de la opinión pública internacional.

El primer manifiesto de 25 intelectuales fue secundado posteriormente por escritos de adhesión apoyados por cientos de pensadores, escritores y artistas dentro y fuera de las fronteras españolas. Algunos de ellos son exiliados y otros muchos son extranjeros como André Breton, Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir.

Manifiestos, poemas y pinturas convirtieron la rebelión de la mina en la revolución de la artes. El frente intelectual contra el franquismo estaba abierto.

Los represaliados demandan un mayor reconocimiento a su lucha

Han pasado 45 años. Aún quedan testimonios vivos de la huelga del 62, pero otros muchos protagonistas han muerto. Uno de los episodios clave de la historia reciente de España y Asturias amenaza con caer el olvido.

Por eso represaliados del franquismo y movimientos asociativos reclaman un mayor reconocimiento a las personas que lucharon contra el régimen.

Así lo explica Vicente Gutiérrez Solís, histórico militante del PCE y uno de los obreros deportados tras la «huelgona» del 62: «Hace falta un mayor reconocimiento, no sólo económico sino también simbólico, a las personas que hicieron un sacrificio enorme por las libertades de este país. Muchos de los protagonistas de aquellos sucesos se están muriendo con pensiones míseras y sin que nadie se acuerde de ellos».

En una línea similar se expresa Víctor Luis Álvarez, presidente de la Asociación Memoria Histórica Asturiana. «De la lucha que realizaron esas personas se beneficiaron muchas más en los años sucesivos. Lo que ocurre es que vivimos en el país de la amnesia y somos muy proclives a olvidar», explica.

Miguel A. Gutiérrez


Publicado en: La Nueva España, 6 de abril de 2007.
Fuente: La Nueva España.

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Joaquín Barrios

Asturias. Dependiente de comercio. Dirigente del PCE en Oviedo. Fue detenido por los nazis en Francia y enviado a Dachau donde murió incinerado.


Fuente: Exiliados.

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domingo, junio 10, 2007

Notas sobre la instrucción pública en Asturias



Notas sobre la instrucción pública en Asturias desde septiembre de 1936 hasta la caída del Norte

Llegaba septiembre, y con él el final de las vacaciones escolares del verano de 1936. Era necesario abrir las escuelas y hacer que la enseñanza funcionase lo más normalmente posible dentro de las difíciles condiciones que creaba la guerra.

Únicamente existía un organismo: la Consejería de Instrucción Pública, dependiente del Consejo de Asturias y León. En nuestra zona no había quedado ni un solo inspector, ni un solo funcionario de la sección administrativa. No quedaba nada del aparato oficial en que poder apoyarse para mantener mínimamente el funcionamiento de la enseñanza.

Las dificultades eran grandes. En primer lugar, por diversas causas, faltaban muchos maestros en las escuelas nacionales. Por otra parte, en la enseñanza privada, los colegios religiosos no abrieron sus puertas, y entre los laicos bastantes hicieron lo mismo, agravando con ello el problema general de la enseñanza, ya deficitario y sin posibilidades para atender a toda la población escolar en los tiempos normales, antes del 18 de julio.

Hubo, pues, que montarlo todo, de arriba abajo. Se empezó por crear en la Consejería de Instrucción Pública un equipo de trabajo (no recuerdo qué nombre se le dio, incluso no sé si se le dio alguno), formado por José Barreiro, maestro socialista; Quintanilla, viejo maestro anarquista, con mucho prestigio entre los medios de la CNT y en particular entre los obreros; Ortega, profesor del Instituto de Segunda Enseñanza de Oviedo, miembro de Izquierda Republicana, y José Bárzana, comunista.

Este equipo trabajó intensamente en los diversos problemas del dominio de la Consejería de Instrucción Pública, que fueron principalmente los de la enseñanza y los de la infancia en las condiciones creadas por la guerra, así como los del arte, la cultura y la defensa del patrimonio artístico, y siempre logramos mantener una buena relación y comprensión mutua, a pesar de que a veces tuvimos que zanjar problemas delicados en los que jugaban aspectos contradictorios en razón de las respectivas pertenencias políticas.

Se puso en pie una inspección de primera enseñanza a base de un grupo de maestros de gran autoridad y prestigio entre los profesionales de Asturias, encabezados por Leoncio Zamora, maestro de Illas, más tarde fusilado por Franco.

También se organizó una sección administrativa, bajo la dirección de otro maestro, Campo Zurita, que permitió resolver los problemas administrativos más acuciantes y en particular asegurar el pago del sueldo regular de los maestros en activo, así como efectuar los nombramientos necesarios para poner en funcionamiento diversas escuelas cerradas e iniciar las clases en las que fuimos abriendo.

ESCUELAS

En la práctica funcionaron normalmente las escuelas nacionales que se encontraban fuera de los lugares que la guerra había convertido en zona peligrosa.

En cuanto a las escuelas particulares, religiosas o laicas, abrimos toda una serie de ellas que habían sido abandonadas o simplemente cerradas. ¿Cuántas? No puedo recordarlo; pero fueron bastantes, y en distintos lugares. A título de ejemplo cito la Fundación Pola, en Gijón (en la Puerta de la Villa), que estaba regida por monjas. La Consejería se incautó de esa institución, que a la sazón estaba sirviendo exclusivamente para residencia de las monjas. Tomando como base las alumnas del antiguo internado, instalamos en dicho edificio una escuela graduada para unas cien niñas, en régimen de internado, bajo la dirección de una maestra socialista, Eladia García. En cuanto a las monjas, después del “traspaso”, que terminó “en buena armonía”, a pesar del miedo que ellas tenían cuando comenzó, las ayudamos a trasladarse, con sus bagages personales, a domicilios particulares, de familiares o de amigos, según sus deseos, y algunas (dos o tres) fueron a trabajar a hospitales militares.

En ciertos lugares, con ayuda de los ayuntamientos y de los comités del Frente Popular, logramos establecer cantinas o comedores escolares, que en la difícil situación de abastecimiento por la que pasaba Asturias significó una ayuda importante a las familias de los combatientes, que en ésta, como en todas las demás iniciativas relacionadas con la infancia, constituyó siempre el centro de las preocupaciones de la Consejería.

En otros, particularmente en los internados, construimos talleres para atender diversos servicios relacionados con los niños. Por ejemplo, en la escuela “Rosario Acuña”, de Gijón, se crearon talleres de costura, donde, a base de material procedente principalmente de la solidaridad, se fabricaba toda clase de ropa para los alumnos y las alumnas del internado.

Constituyó una dificultad la escasez de material escolar, y en particular de papel. El de las librerías de la zona que podíamos utilizar era absolutamente insuficiente, y para resolver el problema tuvimos que traer unas 60 toneladas de papel de Vizcaya (sobre todo libretas escolares) y algún otro material.

MAESTROS

La falta de maestros constituyó el problema número uno, y el que exigió una solución más urgente.

Buena parte de los maestros estaba en condiciones de ponerse al frente de sus escuelas al comenzar el curso escolar, y así lo hicieron. Pero de todos modos, fueron bastantes los que no pudieron incorporarse a sus escuelas, por encontrarse bien en la zona ocupada por los franquistas o bien en la zona centro-sur de la República, y sin posibilidades ni unos ni otros de regresar a Asturias. Además, muchos maestros jóvenes estaban en los frentes desde los primeros momentos de la lucha, y otros en diferentes organismos del Frente Popular, locales y provinciales, y, naturalmente, tampoco pudieron incorporarse a sus escuelas. Algunos, como Alfredo Coto, ya habían ofrendado su vida en los primeros días de la sublevación. Y no cuento, porque fueron muy pocos, a los que tuvimos que cesar a causa de su desaforado y activo antirrepublicanismo, entre los que destacó Lobo, maestro de El Berrón, en Noreña.

Fácilmente puede comprenderse la agudeza del problema. Hacían falta maestros, muchos maestros, para cubrir los huecos que se habían producido en la enseñanza nacional, y más aún para paliar en la medida de lo posible las defecciones en las filas de la enseñanza privada, la religiosa especialmente.

En Asturias quedaban algunos a quienes las circunstancias de la guerra les impedían incorporarse a su escuela, situada en otras zonas; pero eran en cantidad extremadamente insuficiente para cubrir nuestras necesidades; ni tampoco bastaron los maestros sin escuela de que pudimos disponer. Así, fue necesario acudir a otros sectores para obtener personal. Primero acudimos a los jóvenes que habían terminado el bachillerato; después, no pocos estudiantes del Magisterio, del bachillerato y de otras profesiones se hicieron cargo de escuelas de primera enseñanza y cumplieron su labor con entusiasmo y eficacia. De ese modo, en lo fundamental, los niños de nuestra zona, cuyas escuelas no se encontraban en lugares prohibidos por razones de guerra, pudieron continuar recibiendo normalmente la enseñanza en aquel curso escolar de 1936-1937.

ORFANATOS E INTERNADOS

La guerra continuaba. Tras ella, aumentando cada día, un río de huérfanos, hijos de milicianos que caían en los frentes. Era una necesidad y un deber que el pueblo tomase en sus propias manos la atención de aquellos niños y niñas que habían perdido el sostén de sus vidas en aras a la causa del pueblo.

Para atender a los huérfanos de los milicianos se crearon los llamados orfanatos. Este servicio se fue haciendo extensivo, en la medida en que las posibilidades iban aumentando, a los hijos de los milicianos que continuaban combatiendo en los frentes.
Estas instituciones estaban organizadas, como escuelas graduadas en régimen de internado, donde los alumnos, aparte de la enseñanza, recibían gratuitamente, claro está, alojamiento, alimentación y en gran medida la ropa necesaria.

Estaban dotadas de personal suficiente y capaz, tanto desde el punto de vista de la enseñanza como desde el de los demás servicios y atenciones a los niños que exige el régimen de internado. Hay que recordar con emocionado agradecimiento a los maestros y maestras por la abnegación y la entrega total al cumplimiento de esta responsabilidad, que consideraban como un deber sagrado. Y otro tanto hay que decir del resto del personal, que supo dar a tantos niños y niñas, con sus múltiples atenciones y cuidados, una parte del cariño y del mimo maternal que la guerra les había robado.

Recordamos los siguientes: el orfanato “Alfredo Coto”, instalado en un antiguo colegio de religiosas, con unos 300 o 350 internos, huérfanos de milicianos, dirigidos por la maestra Visitación Remis, socialista, esposa de Manolo Peña.
El orfanato “Félix Bárzana”, de Sevares (Infiesto), análogo al anterior, dirigido por una maestra, que había sido diputado por Asturias, Veneranda García Manzano. También para huérfanos de milicianos solamente.

El “Rosario Acuña”, creado en principio para huérfanos de milicianos. Tengo la idea, aunque no puedo afirmarlo taxativamente, de que se acogieron después hijos de milicianos sin la condición específica de huérfanos; pero de todos modos, siempre fueron hijos de milicianos. El número de internos era de 100 a 150 entre niños y niñas.

En la Quinta de Arango instalamos después un internado análogo a los anteriores, del Socorro Rojo, que estaba en Infiesto, y venía retrocediendo desde el País Vasco, y después desde Santander, a medida del avance de los fascistas. Con ellos venía la hija de Arrarás como responsable. Completado en Gijón, llegó a unos 1500 internos, y al frente de él se puso al joven maestro José M. Arregui, que acababa de perder el brazo derecho en los combates de San Lázaro (Oviedo). Aquí estaban, entre otros, los hijos de Damián.

La necesidad de atender a nuevos hijos de combatientes llevó a la instalación de otro establecimiento análogo en la Quinta de Roces, en Jove.

Estas instituciones, por la índole de sus alumnos, estuvieron siempre rodeadas de una atención y un cariño especiales. En la difícil situación de abastecimiento que sufría la población a causa, por un lado, del bloqueo de nuestras costas y, por otro, de la falta de brazos en la producción, siempre se logró asegurar a estos orfanatos y escuelas todo lo necesario.

Estas instituciones, cuando no pudieron instalarse en antiguos centros de eseñanza (como “A. Coto” y “F. Bárzana”), lo fueron en magníficos chalets, amplios y confortables, pertenecientes a las clases más acomodadas. Habían sido abandonados por sus dueños, y nos incautamos de ellos con los fines arriba indicados. El “Rosario Acuña”, por ejemplo, fue instalado en una gran finca de los Figaredo, en Somió.

SEGUNDA ENSEÑANZA

Funcionaron regularmente todos los centros de nuestra zona. Dos nuevos institutos nacieron en esta época: el de Llanes y el de Infiesto. Con motivo de la inauguración de ambos se celebraron actos importantes, a los que asistió el consejero de Instrucción Pública. El de Infiesto se inauguró el 28 de enero de 1937, y entre los que firmaron la apertura estaba el titular de la Consejería.

Es interesante consignar hasta dónde llega el odio del fascismo a todo lo que signifique educación y cultura: ambos institutos estuvieron inactivos durante años, pues tenían un sello inconfundible: habían sido creados por nosotros, por los republicanos.

INTELECTUALES Y ARTISTAS

La Consejería de Instrucción Pública promovió la actividad pública de intelectuales y artistas, organizando (o ayudando a organizar) diversas manifestaciones, como conferencias, exposiciones, recitales, conciertos, representaciones folklóricas, etc., donde tomaban parte personalidades prestigiosas. Incluso creo recordar que se envió fuera de Asturias (¿al extranjero?) un conjunto de cantos y danzas regionales.

Organizaron estas actividades, junto con el profesor Ortega, ya mencionado, el director de la Escuela de Comercio de Gijón; Goico-Aguirre, dibujante, colaborador de Avance; Germán Horacio, dibujante-cartelista; Inhiesta, recitador; Angel Muñiz Toca, violinista ya entonces muy conocido y hoy uno de los más famosos de España, y algunos otros nombres se me escapan. Junto a ellos tomaban parte en las actividades mencionadas otros intelectuales y artistas de prestigio.

La Consejería de Instrucción Pública se preocupó al mismo tiempo de la situación material de los intelectuales y artistas en general, algunos de los cuales se encontraban en situaciones difíciles incluso (o fundamentalmente) en el problema de las subsistencias, y también en el de la continuidad de su trabajo, debido a las circunstancias que la guerra creaba a la población en general y en la que ellos, de modo especial, encontraban con frecuencia más dificultades para moverse.

A título de ejemplo, entre los “ayudados”, menciono a Nicanor Piñole, seguramente el más famoso de los pintores de Asturias. Era un hombre extremadamente tímido, y su encuentro con nosotros fue para él un verdadero encuentro de salvación.

También tuvimos otros casos análogos, y entre ellos el de un geólogo notable, profesor de la Escuela de Minas.

En agosto de 1937 se celebró en Gijón un acto de gran trascendencia en honor del insigne patricio Gaspar Melchor de Jovellanos.

EL TESORO ARTÍSTICO

Fue una de las preocupaciones del Consejo, y concretamente de la Consejería de Instrucción Pública, el poner nuestro patrimonio artístico a salvo de los riesgos que implicaba la guerra.

Para ocuparse de esta misión se constituyó una comisión de la que formaban parte Ortega y casi todos los citados con él más arriba. Miembros de esta comisión y otros colaboradores idóneos, peregrinando por multitud de lugares, fueron recogiendo los valores artísticos que se encontraban expuestos a los riesgos de la guerra y centralizándoles en un lugar seguro. En esta labor recibieron una ayuda eficaz de los milicianos y de los organismos del Frente Popular. Se recogieron bastantes cosas; incluso se descubrieron algunas obras de arte de las que no se tenía noticia. Se salvaron así bastantes obras de arte, pues más tarde la guerra y sus inevitables acompañantes habían de pasar por los lugares de donde todo aquello procedía. Entre lo salvado figuraba por lo menos una parte de las cosas de Covadonga.

Todo estaba preparándose, si no ya preparado, en sus cajas y embalajes correspondientes, para su traslado en barco a la zona republicana centro-sur, a través de Francia. Supe las gestiones que se estaban haciendo y que surgieron ciertas dificultades, pues su obligado paso por Francia requería ciertos trámites y garantías especiales, a causa de la índole de la “mercancía”.

Seguramente podrían aportar más precisiones y noticias las personas anteriormente citadas. Goico Aguirre y G. Horacio creo que están por México; por lo menos, de Germán Horacio he tenido noticias ciertas.

NIÑOS ENVIADOS A LA URSS

Para ayudarnos a salvar niños, capital más valioso que todos los tesoros artísticos, alejándolos de las zonas de guerra y de los ciegos bombardeos fascistas (Gijón estuvo bombardeado por mar y por aire casi constantemente, y otras ciudades también), el Gobierno soviético nos hizo el ofrecimiento de hacerse cargo hasta el fin de la guerra de mil niños, que ellos mismos recogerían en el puerto de Gijón.

La Consejería de Instrucción Pública organizó el grupo a base de los huérfanos de milicianos que teníamos en los orfanatos mencionados más arriba, y previo el acuerdo o el deseo de las madres o, en caso de falta de éstas, de sus familiares. También se concedió preferencia a otros huérfanos de milicianos que por cualquier razón no estaban en los orfanatos, y después de éstos a los demás hijos de combatientes.

El Comité Provincial del Partido Comunista había tomado la decisión de que no se incluyeran en la expedición los hijos de los dirigentes comunistas. Se consideraba que la condición de dirigente da obligaciones y responsabilidades mayores, pero que no debe dar ningún “privilegio”. Recuerdo que esto fue causa de algún problema, pues Valdés estaba categóricamente contra ese criterio y quería que su hija fuese incluida en la expedición. Y sobre aquella base de “ningún hijo de dirigente comunista” se hizo aquella lista de los mil niños a enviar a la URSS.

Ángel Álvarez y yo llevamos esa lista al cónsul de la URSS en Gijón, quien se asombró de la excepción que se había hecho con los hijos de los dirigentes del Partido. Nos dijo que eso era un puritanismo que sólo conducía a la injusticia de quitar a los hijos de los dirigentes comunistas los derechos que se daban a todos los demás, y que, en consecuencia, era un error que había que corregir. Y para corregirlo añadió: “traerán ustedes otra lista suplementaria de cien niños más, en la que solamente habrá (y lo subrayó) hijos de dirigentes comunistas”.

Y así preparamos aquel grupo de mil cien niños que en la bodega de un barco con bandera y tripulación soviética zarpó del bloqueado puertos del Musel hacia la URSS, ya anochecido el día de San Mateo de 1937, huyendo de las bombas fascistas que caían sobre Asturias. Al llegar a puerto francés, aquel barco, necesario para esta parte de la operación, fue sustituido por uno magnífico de pasajeros. De aquellos niños, ¿cuántos hubieran sobrevivido de no haber salido entonces? ¿Cuántos deben hoy su vida a este acto de solidaridad internacionalista de la URSS?

Este grupo salió de Asturias llevando como responsable a don Pablo Miaja, uno de los maestros de más prestigio de Oviedo, republicano viejo, director de una de las escuelas graduadas de la capital, y cuyo nombre llevaba un magnífico grupo escolar que se acababa de construir en la Avenida del General Elorza, en Oviedo; le acompañaba su esposa, doña Enriqueta.

Con don Pablo Miaja iban un grupo de unas 40 o 50 personas para el cuidado de los niños. Había varios maestros, aunque pocos, pues en aquellas condiciones no había muchos hombres para salir de Asturias. Todos tenían más de cuarenta y cinco años de edad, y recuerdo a Jesús Quirós, un maestro de gran autoridad de Gijón; Rabanal, Valbuena y pocos más. Sólo había uno joven, José M. Arregui, pero éste ya había pagado su tributo, y marchaba a la URSS después de haber perdido un brazo; tendría entonces poco más de veinticinco años. El esto eran mujeres. Unas maestras, cuya misión era asegurar la enseñanza de los niños, además de participar en la dirección de sus vidas en otras actividades fuera de las que podemos llamar estrictamente escolares; otras, las educadoras, tenían la responsabilidad de la dirección de la vida de los niños en todo lo que no atañe a los estudios y demás actividades de tipo escolar: la conducta, el aseo, la actitud en la comida, en los dormitorios, el vestirse, el empleo de las horas libres, etc. Maestras y educadoras: ¡Cuánto les deben nuestros niños! ¡Con cuánto cariño les he oído hablar de ellas! Pienso que todas, en general, han sabido ocupar, por lo menos en parte, el hueco que la guerra había cavado en el corazón de los niños al arrancarles de su familia. Estos niños (y niñas, naturalmente) estaban clasificados en grupos, y cada uno tenía a su frente una maestra (o maestro) y una educadora. Y con ellas siguieron, en lo fundamental, a su llegada a la URSS.

Entre aquellas maestras figuraban María Rodríguez, Luz Mejido, Libertad Fernández Inguanzo, Quintina Calvo y otras, todas ellas salidas de los orfanatos de Gijón.

Entre las educadoras mencionaré a María Bayón y Luisa Rodríguez, también de los orfanatos.

Entre este personal había miembros de diversos partidos y sin partido, y a excepción de los de la CNT, los demás eran afiliados de la ATEA, de la que hablaremos más adelante.

La pérdida de la guerra impidió, al menos por entonces, el regreso a España de niños y maestros.

La mayor parte de aquellos maestros, maestras y educadoras formaron el núcleo del personal de las diferentes casas de niños en las que éstos fueron instalados en la URSS, y allí continuaron la misión que habían comenzado en Asturias.

Algunos maestros se trasladaron, con el correr de los tiempos, a diversos países de América Latina. Pero la mayor parte, cuando cesó la actividad de las casas de niños, porque los niños se terminaban y se abrían ante ellos otras perspectivas, la mayor parte, repito, se integraron en la vida de la URSS y a ella dieron su esfuerzo y su afán en la reconstrucción y el desarrollo socialista; unos en actividades de alto nivel en la enseñanza, como los ya citados María Rodríguez, Luz Mejido y José M. Arregui; otros, como Libertad Fernández, en el mundo del libro u otras actividades, pero todos con una fidelidad y una dignidad ejemplares.

En cuanto a los niños, el Estado soviético los tomó a su cargo con carácter permanente, y a pesar de las tremendas dificultades de la guerra, y luego de la primera fase de la postguerra, les educó y abrió posibilidades de desarrollo que la mayor parte no hubiera podido soñar ni en su patria.

Algunos de aquellos niños son hoy verdaderas personalidades con una alta calificación profesional. Hay muchos médicos, ingenieros, técnicos, profesores, economistas, artistas, etc.: algunos toman parte, con altas responsabilidades técnicas, en las grandes construcciones del comunismo. Carlos Vega, hijo de Etelvino, es un gran ingeniero; Eusebio Gómez, de la cuenca minera de Langreo, es un notable ingeniero que participa en la construcción de la central eléctrica de Bratsk.

En la segunda mitad de la década de los cincuenta, algunos regresaron a España con sus profesiones, y con frecuencia a través de muchas dificultades lograron por fin trabajar en su profesión, a veces después de revalidar sus títulos. Casi siempre la circunstancia que decidió fue la calidad de su preparación profesional. Y allí trabajan hoy muchos de aquellos niños. Unos son ingenieros; otros, arquitectos; otros… Algunas de las niñas de entonces, hoy son profesores; otras ingeniero textil; otra dirige una escuela de danza; algunas son buenos médicos. A título de ejemplo citaremos a Delfín Val, ingeniero; Aladino Cuervo, ingeniero en una empresa metalúrgica (creo que en la ENSIDESA); Gloria (no sé el apellido), médico; Rosita Suárez, profesora de ruso en la Universidad de Barcelona, etc.

Estos últimos datos no tienen, naturalmente, relación directa con la actividad del Consejo de Asturias y León, ni con su Consejería de Instrucción Pública, y solamente pudieran tener lugar en una especie de epílogo; pero, de todos modos, es la confirmación a posteriori, y con los hechos, de los resultados positivos (y de la razón que nos acompañó entonces) de aquel oscurecer del día de San Mateo de 1937 en el Musel, y de muchas cosas más que no son del caso. Los familiares de aquellos niños continúan hoy la vida dura y difícil de obreros sencillos a los que el régimen de explotación y fascista cerró toda vía de expansión y desarrollo, mientras que la URSS, por el contrario, se las abrió de par en par a los que pudo acoger.

LA ATEA

Pero no puede hablarse de nada sin hacerlo de la Asociación de Trabajadores de la Enseñanza de Asturias: la ATEA, como se la llamaba y se la conocía popularmente.

La ATEA se había constituido allá por el año 1928 como filial de la ITE (Internacional de Trabajadores de la Enseñanza). Más tarde se transformó en la sección asturiana de la FETE (Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza), que jugó un papel importante durante la guerra, particularmente en la defensa de Madrid, a la que dio, entre otras cosas, su batallón, que llevaba el nombre de “Félix Bárzana”; destacó luego en las actividades relacionadas con la infancia, la cultura en el frente e incluso después en las actividades culturales de los campos de concentración franceses.

Sigamos con la ATEA: Éramos una treintena de afiliados el año 1931. Al llegar a octubre de 1934 se acercaba a la cifra del centenar en toda Asturias. Después de febrero de 1936 crecimos bastante, llegando a unos 300 al estallar la guerra.

En el seno de la ATEA, los comunistas constituimos una minoría. Había también socialistas, republicanos y algún anarquista y también bastantes (acaso los más) sin filiación política. Sin embargo, en el Comité Provincial los comunistas constituíamos la mayoría; el conjunto de afiliados nos había dado su confianza porque consideró que supimos expresar las aspiraciones de los maestros, cosa que los socialistas no habían logrado, a pesar de la presencia de Fernando de los Ríos a la cabeza del Ministerio de Instrucción Pública y de Rodolfo Llopis en la Dirección General de Primera Enseñanza.

Los maestros y la ATEA en octubre de 1934
Entre los participantes en el movimiento de octubre de 1934 en Asturias hubo, como es natural, maestros, algunos de los cuales fueron detenidos por su participación en la insurrección. Entre ellos Félix Llanos y Luis Bárzana, miembros del Comité Provincial de la ATEA; Alfredo Coto, caído en los frentes de Asturias en agosto de 1936, y Jesús Bárzana, preso después de la caída de Asturias y fusilado por los franquistas.

Y merece capítulo aparte Félix Bárzana, que, enviado por la dirección nacional del Partido Comunista a Asturias, realizó con inteligencia y audacia excepcionales la salvación de numerosos cuadros revolucionarios. Cayó preso, y con la misma audacia de siempre se escapó de las manos de los verdugos.

La ATEA organizó la solidaridad con los maestros presos y sus familias. El número de presos fue de unos 34, a cada uno de los cuales se les enviaba cada mes la suma de 25 pesetas para sus gastos personales. De ellos había cuatro que tenían familia a su cargo. A cada una de estas familias se les entregaban mensualmente 150 pesetas…

Una buena parte de esta suma se recogía entre los propios maestros asturianos. Bastantes maestros de derechas, que nada tenían que ver ni política ni ideológicamente con la ATEA, contribuían regularmente. Para cubrir el resto nos ayudó la solidaridad de la Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza (ITE). Las personas con quienes teníamos relación a estos efectos eran los camaradas franceses Georges Cogniot y Georges Fournial.

Después de la sublevación franquista, ya bien metidos en la guerra, la CNT organizó lo que llamó “Obreros de la Enseñanza”. No tuvo ningún arraigo entre el Magisterio progresista de Asturias y se convirtió en realidad en un refugio de los maestros reaccionarios, a algunos de los cuales se les había negado el ingreso en la ATEA. Otros provenían de antiguos colegios de frailes, concretamente de los Maristas de Mieres. En la nueva organización de la CNT, estos novísimos militantes sindicales lo único que buscaban era un carnet de protección contra los eventuales riesgos que implicaba su reaccionarismo. (El mismo fenómeno ocurrió en otros sindicatos de la CNT.)

De la ATEA formaban parte no solamente maestros; en ella teníamos también profesores de escuela normal, de institutos de segunda enseñanza, de escuelas de comercio y de bellas artes, algunos de los cuales aparecen en las informaciones anteriores. Alejandro Solera, de la dirección de la ATEA, profesor de la Escuela de Bellas Artes de Oviedo, fue fusilado por los franquistas.

Nada de lo que se hizo en el curso de aquel año en Asturias en los dominios de la instrucción pública, de la cultura, la infancia, la salvaguardia del tesoro artístico, se hizo sin la ATEA.

La ATEA estuvo presente, en primer lugar, en los frentes, para combatir la sublevación, a donde se fue la mayor parte de su juventud. De ella salieron muchos mandos de las milicias, y después jefes y oficiales del ejército de la República.

Sus miembros también pertenecieron a los comités del Frente Popular, participando activamente en los múltiples problemas de organización y dirección de la vida en la retaguardia, tanto a escala local como provincial. José María Suárez Velasco, fusilado después, estaba en la Consejería de Agricultura (como secretario) y en lo que se llamaba… de la Reforma Agraria.

Laureano Argüelles, torturado y fusilado después, era alcalde de Infiesto.

Pero donde la ATEA se volcó como tal fue en las actividades dirigidas por la Consejería de Instrucción Pública, particularmente en salvar las dificultades que la guerra creaba para la organización y el funcionamiento de la enseñanza y atendiendo los problemas de la infancia, y más que nada los que fueron consecuencia de la guerra, en particular a los huérfanos y los hijos de los milicianos. Como es sabido, los pueblos de las cuencas mineras de Mieres y Langreo dieron los principales contingentes a las milicias. Pues bien: en estos pueblos, entre las familias obreras, la ATEA era muy popular y conocida por su actividad a favor de los hijos de los milicianos. Muchos milicianos se incorporaban al frente diciendo: “Marcho tranquilo por mis hijos. Si a mí me ocurriera algo, la ATEA se ocupará de ellos.” Muchas esposas de milicianos sabían encontrar directamente la ATEA en busca de ayuda para sus hijos. La ATEA nunca las defraudó. Muchas no sabían lo que ese nombre significaba, y ni siquiera que era cosa de maestros; pero lo que sí sabían, por la experiencia propia y la de su alrededor, es que en ella los hijos y huérfanos de los combatientes encontrarían siempre la solidaridad de clase.

La ATEA nunca tuvo una función de asesoramiento en la Consejería de Instrucción Pública. La intervención de la ATEA fue a través de sus hombres, que en su acción y en sus funciones pusieron todo su empeño en ayudar a resolver con la mayor eficacia posible los problemas de la Consejería en los lugares que se les designaron, principalmente organizando una inspección de la enseñanza y una sección administrativa y atendiendo las escuelas.

Resumiendo, podemos afirmar que la ATEA fue la principal base de apoyo que tuvo la Consejería de Instrucción Pública para toda su actividad.

Con su ayuda pudo organizar la inspección y la sección administrativa. Ayudó a reclutar y seleccionar, incluso fuera del Magisterio, el personal necesario para el regular funcionamiento de las escuelas.

Intervino de modo decisivo en la selección de todo el personal de los internados de hijos y huérfanos de milicianos, como también en la organización y funcionamiento de dichos establecimientos.

Ayudó también a la organización del grupo de niños que se enviaron a la URSS, y la selección de todo el personal que fue a su cargo.

Este fue, a grandes rasgos, el perfil de la ATEA. Pienso que al final de estas notas no está desplazado el recuerdo como homenaje de respeto y gratitud de los maestros asturianos que dieron su vida en el cumplimiento de su deber revolucionario.

JOSÉ BÁRZANA (21 de mayo de 1973)


Publicado en: Los comunistas en la resistencia nacional republicana (la Guerra en Asturias, el País Vasco y Santander), Juan Ambou. Hispamerca, Madrid, 1978.
Digitalización: El cielu por asaltu.

Ceferino Álvarez Rey

De Asturias. Afiliado al PCE. Comisario de División. Estuvo en la batalla de Teruel, en el frente del este. Instructor del V Cuerpo del Ejército en la batalla del Ebro. Desde Cartagena consiguió llegar al Norte de África.


Fuente: Exiliados.

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miércoles, junio 06, 2007

La "huelgona" global

Los paros mineros del 62 provocaron una oleada de solidaridad a nivel mundial y frustraron el ansia europeísta del régimen



No había teléfonos móviles, la televisión estaba en pañales y la censura franquista tampoco ayudaba mucho a propagar el mensaje. Sin embargo, en la primavera de 1962 pocos rincones del mundo ignoraban lo que estaba sucediendo en Asturias. Los paros de los mineros y la posterior represión provocaron una oleada de apoyo a los huelguistas que cristalizó en manifestaciones de solidaridad, recaudación de fondos para los represaliados, recogida de firmas y manifiesto de intelectuales. Los efectos políticos fueron tuvieron un calado aún mayor. La «huelgona» del 62 y el impacto del posterior «contubernio» de Múnich aumentaron las simpatías de la opinión pública internacional hacia la oposición franquista, frustraron las ansias europeístas del régimen y volvieron a poner de relevancia la necesidad de retomar de nuevo la «cuestión española».

El conflicto social de 1962 evidenció la naturaleza dictatorial del régimen, que por aquel entonces buscaba legitimarse con su acceso al Mercado Común Europeo. La falta de libertades y la represión derivaron en una oleada de solidaridad inteligentemente explotada con fines políticos por la oposición en el exilio. En las movilizaciones jugaron un papel fundamental los españoles emigrados, así como las organizaciones políticas y sindicales de izquierda. Los sucesos de 1962 también alentaron un cambio de rumbo en los tolerantes planteamientos de algunos gobiernos occidentales -como Estados Unidos- que hasta entonces veían en el franquismo un mal menor que podía actuar como aliado y dique de contención frente a la expansión del comunismo.

Sin embargo, el principal golpe para la política del franquismo fue el truncado acercamiento a Europa. El cambio de estrategia dentro del gabinete de Franco ya se había fijado años antes, con la puesta en marcha del plan de Estabilización y la entrada en escena de los tecnócratas ligados al Opus Dei. Éstos últimos -en contraposición a la Falange, partidaria de mantener las estructuras autárquicas- defendía una racionalización económica que necesariamente incluía la apertura al exterior para ganar mercados y revitalizar la economía nacional.

Según recoge el historiador Rubén Vega en el libro «Las huelgas de 1962 en España y su repercusión internacional» -editado por la Fundación Juan Muñiz Zapico- el 9 de febrero el Gobierno español solicitó, en términos textuales, la apertura de «una negociación susceptible de llegar en su día a la plena integración» en el Mercado Común Europeo. El conflicto obrero frustró esa aspiración, al quedar al descubierto los reprobables déficits democráticos del régimen. De hecho los primeros contactos, meramente superficiales, no se produjeron hasta casi tres años después.

La reacción del franquismo ante la reunión del IV Congreso del Movimiento Europeo celebrado en junio en Múnich -interpretado por algunos historiadores como una respuesta a lo que habían supuesto las luchas mineras- tampoco ayudó a mejorar la imagen del régimen. En el encuentro participaron representantes de la oposición antifranquista de los sectores más diversos, desde socialistas hasta monárquicos, en lo que supuso -según palabras de Salvador de Madariaga- la escenificación del fin de la guerra civil. La feroz campaña de descrédito del régimen hacia el famoso «contubernio» no hace más que acrecentar los temores de la opinión pública internacional.

La reunión de Múnich fue, en cierta medida, el traslado a la moqueta de las huelgas obreras de España. Sin embargo, hacía meses que el apoyo estaba en la calle con manifestaciones de solidaridad que recorrían toda Europa con la «Internacional» cantada en español o la exhibición de banderas republicanas como símbolos de rechazo al orden político franquista.

Pese al papel de los partidos y los exiliados, la oleada de solidaridad no sólo tuvo apoyos políticos. Colectivos de intelectuales y asociaciones de derechos humanos también reaccionaron con determinación para movilizarse contra la ausencia de libertades en España. Estas protestas se acompañaron con recogidas de firmas y la recaudaciones de fondos para los represaliados. Nicolasa había traspasado fronteras. La «huelgona» ya era global.

Miguel A. Gutiérrez


Publicado en: La Nueva España, 4 de abril de 2007.
Fuente: La Nueva España.

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Víctor Álvarez

(Gijón, 1901) Dirigente de la CNT. Durante la guerra civil fue jefe de la 1ª División Asturiana y de la 25 División en el frente de Extremadura después. Emigrado en Francia y Chile.


Fuente: Exiliados.

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domingo, junio 03, 2007

La Felguera en la Revolución

Puede considerarse a esta población como el centro vital de irradiación del comunismo libertario a través de la rebelión de octubre. Hasta entonces, La Felguera es el punto más importante de la lucha social en Asturias, a causa de su espíritu solidario y combativo, que ha jalonado más de un cuarto de siglo de historia del proletariado con sus luchas continuas y formidables. La Federación Local de Sindicatos Únicos reunía en su seno a los metalúrgicos, paletas, mineros y un Sindicato de Oficios Varios, 4.000 miembros aproximadamente.

La industria metalúrgica es la que da vida a esta población, de unos 18.000 habitantes. La gran fábrica Duro Felguera (laminados de hierro, fundición, altos hornos, etc.), puede considerarse como el aglutinante a cuyo alrededor se fue formando este pueblo inquieto y rebelde.

Ya producida la revolución, los anarquistas de La Felguera brindaron a su triunfo sus energías mejores y la preciosa experiencia adquirida a través de una vida de lucha implacable contra la reacción yel capitalismo. La Felguera ha desempeñado en la insurrección un papel importante. Siempre animosa y siempre vigilante para extender con sus armas, sus hombres y sus iniciativas el triunfo de la revolución, nos recuerda aquella otra comuna heroica y solidaria de Cronstadf [*], en el seno de la Revolución rusa. Sus hombres fueron llamados a otros pueblos para ayudar a organizar la vida sobre el modelo de La Felguera como ocurrió en Nava, Noreña y Pola de Siero, donde formaron parte de los comités revolucionarios. En relación al volumen de su organización, la labor realizada por los anarquistas fue enorme y supieron rodearse de muchas simpatías.

* Isla, situada en el golfo de Finlandia, a unos 30 km. de San Petersburgo que había sido decisiva en la revolución del 17; sufrió un terrible asedio en 1921 cuando aquellos mismos, que habían asegurado el éxito de la revolución, se sublevaron, ante la extrema escasez de víveres contra el Partido bolchevique. [N.de los Ed.]

Como ya hemos destacado en otro punto, el valle de Langreo nos muestra los dos aspectos de la insurrección asturiana. La Felguera y Sama, de población más o menos aproximada, son la más expresiva representación del anarquismo y del socialismo. Un puente divide dos experiencias revolucionarias, dos sistemas de convivencia social. Una misma población escindida tradicionalmente. En el ala norte, comunismo libertario; en el ala sur, socialismo marxista.

Sama, de una influencia preponderante durante todo el movimiento, se convierte a partir del 11 de octubre en el centro de la insurrección socialista en Asturias. La Felguera es, desde el primer instante también, el eje sobre el que descansa el grueso de los esfuerzos anarquistas .

Sama, con su ejército rojo y con su tendencia franca a la dictadura del proletariado, nos da la impresión de una rígida disciplina de hierro.

En la Felguera, en cambio, la espontaneidad revolucionaria de las masas enlaza perfectamente en la organización. Espontaneidad y organización no son incompatibles. Cada uno de estos factores se robustece apoyándose en el otro. Sin aplastar la iniciativa, respetando y ampliando la libertad, La Felguera nos brinda un magnífico ejemplo de organización coherente y eficaz en todos los aspectos. El individuo no se siente opreso por el ordeno y mando de los comités. Al contrario comprende que él es factor de reconstrucción y siente en sí mismo la responsabilidad revolucionaria que le incumbe. Tampoco la estructuración social que se da este pueblo excluye el uso de la energía. Hay que racionar las provisiones y se racionan para todos. Se está en plena revolución y no puede admitirse el dispendio individual.

Sama y La Felguera son el resultado de los dos factores que desencadenaron la revolución de Astucias: U.G.T. y C.N.T. Los dos aspectos constructivos y cuantitativos de la revolución. Siendo Astucias un feudo tradicional del socialismo, necesariamente la influencia de éste tenía que ser más extensa.


Publicado en: El anarquismo en la insurrección de Asturias: la C.N.T. y la F.A.I., Manuel Villar. Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid, 1994.
Fuente: Dieronenduro.

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Celestino Alonso

Natural de Asturias. Participó en la II Guerra Mundial en la URSS. Uno de los defensores de Moscú el 15 de octubre de 1941 con la Cuarta Compañía Especial, del Primer Regimiento de la División Especial del Ministerio del Interior, formada por republicanos españoles y mandada por Palegrín.


Fuente: Exiliados.

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